La paz del corazón
El concepto de eremita así como el de monje y otros que aluden a realidades similares, se refieren antes que nada a algo que es interior. Así como bien se ha dicho que «el hábito no hace al monje», del mismo modo la soledad o el aislamiento no hacen al eremita. En el mejor de los casos, el hábito en el monje y el distanciamiento en el eremita, pueden manifestar o reflejar una situación en su propio mundo espiritual que se ha plasmado en lo exterior.
En la historia monástica, los hábitos (vestimentas) de los cuales el aspirante se revestía, significaban una consagración de vida, la formulación de unos votos o promesas que lo incluían en una regla de vida y lo ligaban a perpetuidad en un compromiso de todo el ser. (Colosenses 3, 10) (Romanos 13, 14) (Efesios 4, 24) Quienes se alejaban hacia el desierto y vivían en el yermo o alejados de las ciudades se habían distanciado ya de los intereses o de los objetivos propios del tumulto.
Estas dos figuras son, además de realidades históricas, arquetipos; muestran un modo de ser y de estar propio del ser humano de todas las épocas y culturas, cuando se atraviesa cierto momento del camino espiritual Todos vamos hacia Dios, hacia nuestro origen; pero esa travesía se hace a través de diferentes senderos. Si nos sentimos atraídos por la vida monástica o por los temas del desierto y la soledad estemos atentos al llamado y al significado del mismo.
Más allá de cualquier situación a esta vocación se puede responder en el momento mismo de sentirla. Quién va apartando de sí lo que sobra, lo superfluo, tanto en intereses como en actividades, relaciones y objetos está caminando hacia el yermo. Quién se determina a vivir unificado, es decir, a buscar que cada instante se viva ante la sagrada presencia, con una intención firme de coherencia, está revistiendo su corazón del hábito monástico.
El llamado, la vocación de consagrarnos a Dios por entero nos llega en cualquier momento. Atraviesa las edades, las situaciones, los estados de vida y los momentos del alma… es como si al Espíritu no le importaran estas cuestiones. Cuando nos ve en sazón reclama su cosecha. Por eso, no preocuparse de si el toque de su amor nos encuentra en situación aparentemente desfavorable. Dios siempre nos busca cuando es preciso y necesario.
¿Y entonces que debo hacer? Decir que sí, el «Fiat» total, ahora mismo en tu interior. Las circunstancias externas serán las que necesites para cultivar el espíritu. Responder impecablemente a lo que vaya ocurriendo nos conduce al sitio en que debemos estar. La respuesta es siempre interior, lo de afuera tarde o temprano lo refleja.
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Paz y bien, excelente, saludos, Iesus Caritas
Cordial saludo: ahora me encuentro escuchando por YouTube *la práctica sugerida una fe profunda * y le escucho oír al Padre,acerca de la lectio divina q van a iniciar. Me encantaría saber al respecto. Mil gracias
Hola! El que aparece en el vídeo de la práctica sugerida no es sacerdote. Me llamo Mario, soy laico y me encargo de llevar adelante el blog.
Para el tema de la Lectio puedes ir a este enlace donde te puedes inscribir e informar:
https://elsantonombre.org/lectio-divina-2/
Un saludo fraterno invocando el Santo Nombre!