Una forma de vencer

Ante la Cruz
Ante la Cruz

Estimado Joaquín:

La paz de Cristo sea contigo.

Como sabes, según tu pedido, me propongo escribirte, partiendo de mi experiencia, sobre la disolución de los apetitos, en cuanto y hasta donde he podido llegar en ello por Su misericordia.

Pero para eso, debo iniciar acordando contigo acerca de lo que entiendo por tal. Y no podré avanzar en el estudio de su disolución, si antes no comprendemos su proceso de formación y enraizamiento.

Como es que el apetito esclaviza al hombre y como es posible liberarse de esa cadena malsana es entonces nuestro tema en común; para lo cual invoco a Jesucristo, Señor de todas las luces, para que me brinde algo de ellas y así poder asistirte en esta hora difícil que atraviesas.

El apetito antes que otra cosa es una tensión interior.

Es un impulso que tiende hacia el objeto de su deseo. Decir apetito y decir deseo es casi lo mismo. O, en todo caso, diría que el apetito es el arco tenso, la flecha el deseo y aquello que se ansía el blanco al que se busca atinar.

El apetito se da en cuerpo y mente y enferma el alma o, si quieres, se manifiesta en el cuerpo y el alma contaminando con ello al espíritu, lo esencial del hombre.

El apetito es una sed, una herida abierta, un extremo que siempre ansía su opuesto. Pero no puede haber arco tenso, ni flecha, ni blanco anhelado sino hay arquero dispuesto; en este caso, la memoria corporal y el cuerpo mismo.

Porque poco más es el cuerpo que un amasijo de memorias múltiples.

El apetito tuvo su nacimiento en lo necesario, pero creció y se fortaleció con la memoria del placer. Hablar de los apetitos es hablar de nuestra naturaleza caída y por tanto referirnos al pecado.

El hombre necesita agua y allí está el instinto guiándonos en su busca, pero luego de saciada la sed atesoramos el recuerdo que con la saciedad vino. Y este recuerdo de lo placentero vivido, paradójicamente, aumenta nuestra sed, la próxima vez.

A la necesidad (la sed) le ha correspondido su objeto (el agua) y todo esto es según natura, porque incluso la memoria servirá de orientación en el futuro cuando la sed asalte nuevamente. Hasta allí hay un funcionamiento edénico, armonía con las leyes de la creación.

¿Pero cómo ha sucedido que hoy, esclavizados por innúmeros apetitos, nos debatimos para liberarnos de la hoguera de nuestras asfixiantes pasiones?

Porque, hay que admitirlo, el estado del hombre hoy es, en general,  asimilable a un revoltijo de ansias.

Sigo. El recuerdo de cada placer vivido, llama como animal inquieto suplicando su repetición. Por eso sabrás, que mientras mas saciedad mas necesidad, contrariamente a lo que pudiera suponerse; porque este hartazgo colmado nos ha cargado con la nueva memoria  de un gran placer.

El apetito se manifiesta en los sentidos, como una necesidad de estos por calmar su sed y mientras mas goce de estos, mas memoria reclamará hartura en el futuro.

Por eso creo, también, que a los ricos les será difícil entrar en el reino de lo espiritual, porque las riquezas dan muchos placeres y esto los carga de pesados recuerdos voluptuosos, a los cuales sirven y esclavizados andan, buscando repetirlos sin calma ninguna.

Porque hay un placer de naturaleza corporal y un placer de naturaleza espiritual, surgiendo el primero del contacto entre los sentidos y las cosas y el segundo del contacto entre el espíritu del hombre y Dios.

Por eso es necesario liberarse de los apetitos mas groseros si se quiere gustar algo del amor de Dios y abandonarlos completamente si se pretende sumergirse en Él.

El placer corporal viene de lo de fuera y hace depender lo de adentro y el placer espiritual nace dentro e ilumina lo de afuera; incluyendo en esto al cuerpo mismo,  que renace, libre.

Pero, querido Joaquín, aún con el riesgo de extenderme demasiado, no puedo avanzar contigo hacia la disolución de los apetitos sino indago brevemente en la naturaleza del placer mismo, que es lo que busca toda apetencia, traduciendo esta inclinación mediante deseos diversos de variados objetos y formas.

Porque, ¿qué busca alcanzar la sed a través del agua? Saciedad. Y, ¿qué cosa extraña es esta saciedad tan poderosa, que nos postra a todos a los pies de su trono?

Pacífica quietud, silencioso relajamiento, distensión suma.

Porque todos los sentidos se crispan y tensan cuando buscan, porque carecen y todos ellos se aflojan y distienden cuando dejan de buscar, al completarse.

Mira los ojos en la noche cerrada, como se abren desmesurados, tensos buscando la luz. Y el oído, aguzado al extremo, tratando de percibir el peligro en la espesura. Observa sino la lengua y la boca toda cuando a la vista del manjar se regodea. Todo en ellos es tensión anhelante.

En cambio, atiende a los ojos, cuando contemplan un hermoso paisaje, al oído siguiendo una delicada sinfonía, a la boca luego de calmar la sed. Todo en ellos entonces es distensión y quieta tranquilidad. En esos momentos, nada quieren y parecen dormidas las apetencias.

De lo cual y por muchas otras manifestaciones podemos deducir que la esencia del placer es quietud y la del dolor inquietud. Porque no habría movimiento si algo no se quisiera. A lo placentero corresponde lo distenso y a lo doloroso lo tenso. Y esto se evidencia a todo el que con atención se observa.

Pero es propio de la naturaleza caída la afición al pecado y el buscar esa distensión que es placer, mediante el goce de los sentidos y avivando los apetitos; porque es propio de la caída haber vuelto la cabeza a los goces eternos para contentarse con los efímeros.

Hemos olvidado que el distendernos y el tensarnos, son actos interiores y no simple reflejo de lo que circunda.

Hay un modo de restablecer en nosotros la condición originaria, que requiere sin duda de la gracia y de Su inmensa misericordia; esto es de convivir con El Señor desde ya en el Reino que está dentro de nosotros, una manera de abandonar este exilio aúnque continuemos todavía en esta tierra.

Porque si liberas al cuerpo de la tiranía que lo esclaviza, si logras gustar un placer mas elevado y duradero que aquel que brinda la satisfacción de los apetitos de los sentidos; comprobarás que esta esclavitud  es simple costumbre y no te parecerá muy alta la cumbre del desinterés por lo corporal.

Porque no es cosa tan difícil esta conversión de costumbres  si la oración está presente y la intención de encontrar a Dios es verdadera.

Observa los primeros días de tu nueva ascesis, como a la avidez de los apetitos le corresponde la angustia y el vacío en tu alma. Escruta con detenimiento esta relación, mediante la cual, saciando algún sentido pretendes olvidar la aflicción interior, que es miedo y desamparo y mudadizos vaivenes que no controlas.

El vacío, la ansiedad, la conciencia del error, la angustia y el miedo a la muerte quedan enmascarados y su ardor velado por el goce que buscas y encuentras en los sentidos.

Debes primero comprender y poder afirmar esto por experiencia: que si no estás en Su presencia estás volcado hacia las cosas y buscando fuera lo que no hallas dentro.

Es decir, El Señor no está en tu corazón o bien, estando no lo percibes, porque esta ocupada la posada por otros intereses.

La sed de Dios, es decir el apetito por Él ha de ser el mas grande. Entonces es necesario hacerle lugar. Si tienes sed de Dios, debes beber a Dios y no hartarte de otras bebidas. No porque se te demore encontrarle, te embriagues de vino ajeno.

Por eso, la ascesis corporal encuentra cauce favorable si hay ansia de Dios, esto es de aquél goce que no termina.

Todos buscan el placer y también el monje y el eremita, solo que nosotros lo queremos continuo.  Goce de quietud y paz en sus queridos brazos al abrigo de lo imperecedero.

Comienza concentrando tu anhelo de Dios, aspirando a Él con todas tus fuerzas y reuniendo todo el caudal de tus recursos para la eliminación de un solo hábito nocivo.

Escoge un vicio o pecado que traiga ruindad y pena a tu vida y elimínalo para siempre.

Para lograr esto necesitas pedir la gracia con la oración, esforzarte al máximo unos pocos días y que el hábito a eliminar no sea el peor o el que mas esclavo te tiene. De otro modo empezarías queriendo derribar al enemigo mas grande arriesgandote con esto  a perder la batalla.

Escoge solo alguna malsana costumbre que quieras extirpar de tamaño medio. Te lo digo, el resto de la ascesis saldrá con bien si logras matar a este primer enemigo.

Esto se debe a que habrá en ti una nueva memoria, un nuevo recuerdo del placer, pero en este caso de la victoria conseguida, del gozo de la novedosa libertad adquirida. Porque muchas veces no notamos la cadena y la opresión que nos hacía hasta que no nos la quitamos.

Cuando luego de unos pocos días percibas que el hábito ha perdido fuerza y que sus reclamos son menos airados, estarás probando una mínima porción  de la libertad que da El Señor a Sus hijos. Nueva libertad de la carne para consagrar la vida a la contemplación de Dios.

Este primer escalón o esta primera cadena que se habrá cortado merced a Su gracia y a tu participación esforzada, trae innumerables dones. Por eso, el último paso depende en mucho del primero.

Pero veamos con detenimiento cual debe ser la naturaleza de tu esfuerzo para acompañar a la gracia. Al interrumpir la costumbre nociva, cualquiera sea medianamente importante, sentirás que tu vida cae en un vacío angustiante, como si perdiera todo sentido.

Aquello que abandonas te parecerá imprescindible para que las cosas puedan continuar. El hábito te reclamará, te llamará y por mil maneras tratará tu mente de quitarle importancia a esta tarea ascética para que la dejes.

La vida ordinaria, está sostenida en hábitos, al modo de pilares; la vida de la gracia tiene en Su misericordia todo fundamento. Por eso, al faltar uno de los pilares todo temblará y no será fácil. Pero cada día y a cada hora te sentirás fortalecido mientras experimentas con intensidad aquella sensación que el hábito venía a ocultar.

Esa inquietud que sentirás, ese desasosiego que te pide continuar con la costumbre aquella, es la emoción de la cual escapabas mediante el vicio.

El único lugar adonde ir, la única salida con sentido está en Sus brazos, que son la expresión de Su voluntad. Tu esfuerzo entonces debe estar en no salir corriendo a apagar el fuego de la tensión interior con el vicio que la amortigua, sino en permanecer viviendo ese dolor, conociendo su naturaleza, ayudándote con la oración y con algún hábito nuevo y saludable que reemplace al anterior, durante los primeros tiempos al menos.

Como sabes, nuestro peregrino ruso cuenta de esa práctica bienhechora de leer el evangelio cada vez que le acometía el alcoholismo al capitán aquél, que se liberó luego de la ebriedad.

No cedas, porque esta es la puerta estrecha y sabes las mil gracias que detrás de ella se guardan.

Con el tiempo, menos del que crees, tendrás la nueva rutina de extirpar los vicios que oscurecen tu alma. Verás como te ayuda El Señor una vez que te decidiste por el camino que lleva hacia Él.

Con fuerza renovada irás abandonando deleites corporales que ahora te parecen necesarios y los irás reemplazando por prácticas espirituales salvíficas.

Pero desde el estado en que te hallas te parece árido el desprendimiento y sufrido lo espiritual. Debes creerme. No te pase lo que a mucha gente, que leyendo la vida de los santos y aún admirándolos, se les aparece como imposible un camino donde solo ven sufrimiento. Muchos de ellos vivían en el gozo espiritual y era su yugo suave y su carga ligera.

Abandona también toda idea de mérito porque no lo hay, confía y verás que se hará experiencia en ti la quietud y la paz y la distensión, que antes obtenías por corto tiempo, saciando alguno de los sentidos.

Se restablecerá la matriz Divina, según la cual el espíritu brinda todo goce y paz y desde allí fluirá hacia el cuerpo y el mundo y las cosas; y no como hasta ahora donde desesperamos por satisfacer todos los sentidos, de manera que no vaya a surgir patente y nítida en nosotros, la conciencia de la muerte y del temor y de la distancia que hemos puesto entre nosotros y Lo mas querido, lo mas genuinamente sentido.

Te digo Joaquín y ya me voy despidiendo; que tener al cuerpo dócil como servicial compañero, brinda gran libertad al espíritu que este utiliza para permanecer en suave quietud.

Y es esta quietud sin apremios la que regala dones y primicias.

Por eso que no te desaliente el pecado cometido. En mi experiencia lo he vivido. Existe en nosotros los humanos, un increíble sentimiento, un verdadero tesoro escondido que permanece sano, sin mancha y a la espera.

Ese tesoro es accesible cuando podemos reconocer genuinamente, que la única y verdadera ansia es arrojarnos en Sus brazos como niños perdidos en el regazo de la madre, para regocijarnos en su calor y su cuidado.

elsantonombre.org

Publicado por Ed. Narcea en

“Dios habla en la soledad”

 

Links:

Flor del Yermo

Ermita de la Transfiguración

7 Comments on “Una forma de vencer

  1. Hºs no nos engañemos. Podemos luchar contra cualquier apetito desordenado pero cuidado siempre con la ayuda del Señor, siempre poniendome en las manos de mi Creador (que está esperandome en el corazón) en caso contrario la caida en Neurosis es segura, sobretodo de tipo Asténico (podeis consultar a Freud-represion-sublimacion)

  2. los deseos se encaminan, hacia donde Dios se hace, plenitud en el alma y el espiritu, Dios, lo es todo, solo tu y El, son necesarios en esa «plenitud». Tu historia se haga en mi.

  3. el apetito de la desgracia; aquel que sabiendo los daños que ocasiona, decido y termino por reconocerlo como parte de mi, solo asi, viendo el Rostro de Cristo en lo que no puedo intentar, es parte de un pasado que posiblemente se inicio con la ayuda de los sentidos.

  4. Los apetitos o los deseos son parte de la vida regalado por nuestro Creador asi es la razon para regular los apetitos. En si no son nada malo. En contrario los sabores, los gustos, los gozos …los deseos y aun las pasiones y nos hacen imaginar aun una felicidad mas profunda, la del Creador con quien deseamos de ser unidos.

  5. Que interesante y necesario. No es facil no ceder ante el apetito pero tampoco imposible. Escuchemos a Dios y leamos textos como estos.

    Mil gracias y un cordial saludo!

  6. «El apetito se manifiesta en los sentidos, como una necesidad de estos por calmar su sed y mientras mas goce de estos, mas memoria reclamará hartura en el futuro.» Muy cierto. Sólo Dios sacia y nada, por mucho que busquemos, logrará llenar nuestro vacío.

  7. Maravilloso texto, muy útil para intentar mejorar nuestra vida interior y no caer tanto en las «tentaciones». Este tema, de los «apetitos» es uno que me ha interesado vívamente desde que regresé a la religión católica y he tratado de empezar a aprender y mejorarme espiritualmente, porque yo soy una persona muy apasionada, muy llevada de sus gustos, de sus aficiones y esto, leer sobre cómo intentar erradicar algunos de esos vicios o de esas pasiones que me dominan, me ha servido de reflexión y de aprendizaje. Vamos a ver si el Señor me concede la gracia para ir poniéndolo en práctica, aunque sea poco a poco. 🙂

    Gracias por compartirlo.

Deja un comentario