Recuerdos del seminario

Juan Pablo II cuando joven

No solo recuerdos del seminario…sino también del contexto, de lo que ayudó a ingresar al seminario y también memorias de lo que me alejó de allí…y del dolor posterior, muchos años después, al encontrar el motivo del permanente extravío.

Porque ese no encajar en ningún sitio, ese estado extraño en el cual ningún lugar se siente como hogar, tiene mucho que ver con no seguir la propia vocación. Me parece luego de todo lo vivido, que si uno no hace aquí en este mundo aquello a lo que ha sido llamado, no puede hacer mucho.

Es que a lo que soy llamado es en cierto modo lo que soy y si no despliego lo que soy, no me encuentro nunca conmigo y menos con Dios.

Así que volviendo a los recuerdos… mucho tuvo que ver con mi ingreso al seminario la muerte de Pablo VI. En mi casa de entonces, con mis padres, no era tema importante, pero apareció por allí una revista de actualidad con fotos grandes, que mostraba a los cardenales entrando al cónclave. Leí el artículo, mas sorprendido de las fotos que de otra cosa. Yo tenía doce años y leía lo que venía. Desde las etiquetas de los productos, hasta la colección completa de Aghata Christie.

A los pocos días encontré otra revista, pero con el rostro sonriente en la tapa de Juan Pablo I.

Me cayó bien, me gustó su sonrisa y algo de cobertura hubo en la televisión. Pero cuando murió a los pocos días e incluso se sospechó que fuera un crimen, el tema se pareció a los libros policiales a los que era tan aficionado. Me sumergí de lleno en el tema.

Nuevo cónclave, incógnita, expectativa y así fue como conocí a Juan Pablo II. Apenas elegido se publicaban sus biografías y se ponían fotos de su vida. Había una foto de él sorteando rápidos en su kayak en un río de Polonia, otras mientras era arrestado por el régimen por defender su fe, fotos dando charlas con un rostro tenaz a la par que bondadoso.

Empecé a admirarlo. El modelo de conducta empezó a deslizarse sutilmente. Ya no admiraba tanto a Sherlock Holmes o a Hercules Poirot, me quería parecer al joven valiente que había sido Karol Wojtila. Intrépido, vencedor de sus propios miedos, capaz de dar la vida por la causa justa…todo lo que yo no era ni soy. Pero los modelos de conducta influyen, nos hacen hacer una cosa u otra. Y al año siguiente estaba yo en el seminario menor.

Las emociones vividas y el contento darían para un libro, pero no podía creer lo bien que me sentía. Eramos un montón y por nuestras edades se parecía mas a un secundario de jornada completa que a un seminario pero bastó para conocer la liturgia, para vivenciar la vida de los sacerdotes que estaban con nosotros. El rector era un actual Obispo (que no menciono por no haberle pedido permiso).

Cuando hacíamos desastres (romper vidrios de un pelotazo o descolgarnos del tercer piso con sogas hacia el gabinete de física o irnos al pueblo cercano a ver una película) él nos penalizaba. En lugar de retos o medidas academicas, nos hacía hacer gimnasia. Y mientras estábamos haciendo sentadillas o flexiones de brazos nos repetía con tranquilidad una frase del evangelio. A veces eran las tres de la madrugada y terminábamos conversando sobre el Cristo de Kazantzakis.

Eso fue el seminario menor, un hacer amigos, conociendo a Cristo y viéndolo actuar a través de sus sacerdotes.

Después el seminario mayor. Era otra cosa. Vivenciar por primera vez la devoción, el calor del amor a Cristo en el corazón, los cantos, la fraternidad y la alegría profunda… estaba entre los míos, me descubría hermano, par, me sentía parte indisoluble. Salir a la calle por alguna tarea con la sotana negra… ser mirado como un extraño, a veces ridiculizado, sentirse entonces mas cerca de la Cruz.

Las charlas con el director espiritual…vivenciar lo que era tener un Padre, prometer obediencia, los primeros combates del alma. Allí empecé a amar a la Iglesia. Es lo que uno siente hacia la madre, puede no gustarnos a veces una cosa u otra y sin embargo es un amor profundo incondicional. ¿Como no amar a quién alumbró nuestra fe? No amar a  la Iglesia sería no amar lo que soy.

Esto se está haciendo extenso y no era el propósito. Después, la tentación, la caída, la negación de la verdad que habitaba en mí mismo, el olvido de todo lo que algún día se alcanzó a comprender… abandonar el seminario.

Mas tarde…lejos,  bien lejos del amor profundo. Búsqueda a tientas, golpes a cada paso. Muchos años pasaron hasta que un día pude caer en cuenta y aceptar con dolor, que todo el problema había sido decirle que no a Aquél, que viniendo a mi orilla me había mirado a los ojos.

Pequeño homenaje del blog

a los seminaristas del mundo.

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11 Comments on “Recuerdos del seminario

  1. Gracias por esta entrada Hno. mario. Es verdaderamente inspiradora. Creo que sería de gran ayuda a mucha gente que estuviese más desarrollada, pero quizá no es este el medio (o sí, yo no lo sé) Por mi parte a mí me alienta en la búsqueda que creo que no ha terminado todavía.

    • Gracias a usted Hermano. Si, atravesamos momentos, etapas en el desarrollo. Que El Señor nos guíe con su gracia, que adquiere a veces la forma de aconteceres variados. Un saludo fraterno.

    • Agradezco nos haya explicado su andadura buscando a Dios y no encontrando hogar en ninguna parte.
      Visto así,es desalentador, pero usted ya tenía un hogar, Él estaba ya dentro de sí, quiso encajar donde a veces no se puede, no obstante, lo importante es tomar una poderosa decisión y seguir caminando sabiendo que su cada es Dios y con su apostolado «Lo tiene ya todo superencajado»
      Reciba mi ternura en Cristo
      Sor.Cecilia Codina Masachs O.P

      • Tal cual usted lo dice Hermana. Gracias por su afecto.
        Un saludo en Cristo.

  2. «… muy bueno Mario. Tocó mi alma. Pido ser ayudado por las oraciones de los hermanos. Para superar la aporía…»
    Agradecido.

  3. No es fácil hallar la vocación, pero cuando uno lo hace y la acepta se libera. Sólo se puede vivir en paz haciendo la voluntad de Dios; fuera de ella, está el infierno.

  4. No creo para nada que haya sido decir un no. Una persona que sigue amando, que sigue dando testimonio, que irradia una vida de oración, está cumpliendo con otra llamada. Muchas veces Dios se sirve nos permite vivir situaciones especiales, para enseñarnos cosas que de otra forma nunca nos hubieran llegado. Cada día que se ama a Dios es un sí a su llamada. ¿O es que no estáis dando testimonio? ¿No estáis sembrando? Madre mía, con lo que estoy recibiendo en esta página. Me ha encantado el testimonio y para nada ha sido largo, al contrario, se me hecho corto y espero se repita.
    No podemos vivir con culpas. Tenemos que descubrir el porqué de nuestra llamada de hoy. El seminario es como el noviazgo. Uno reflexiona y se forma , y ahí va descubriendo si la llamada es la que es. En el matrimonio pasa igual, a veces uno puede preguntarse ¿es esta mi llamada? La experiencia me dice que a la voluntad de Dios se responde cada día, allí donde El nos pide estar.
    Gracias por compartir estos sentimientos. Un abrazo

    • Gracias Angelo.
      Si, por supuesto, estoy muy conforme con la posibilidad de servir que hoy me brinda El Señor. Y mucho agradezco lo vivido, lo que ha parecido negativo y lo positivo, porque ha todo ha sabido guiarlo hacia Él. De todo ha sacado bienes y me ha dado comprensiones y frutos transformadores.
      Su bondad y misericordia están a la mano, apenas uno se atreve a reconocer los errores. Un abrazo y muy contento por tener tu amistad.

  5. No te puedes imaginar el bien que ha hecho a mi alma esta entrada. San Francisco pedía al Señor ser un instrumento de su paz… tu lo estás siendo ahora mismo.

    Desde la juventud, la inexperiencia y ese mismo amor que tu tienes por Cristo te digo que te entiendo mucho. El sacrificio de Uno nos trajo a todos la salvación. Quien sabe si con este comentario estés por lo menos guiando un alma a Dios. Confía en la Divina Misericordia: nunca es tarde, nunca, lo importante es ver que aún es hora de ponerse en camino. Rezo por ti hermano.

  6. Yo también le dije que no a Aquel que me llamaba, con el paso de los años también acepte con dolor que debía de seguir el camino con esa especie de culpa dentro hasta que de repente todo empezaron a ser revelaciones, entendí que mi inicial no había hecho posible un sí diferente, un sí incondicional del cual ahora con el paso del tiempo empiezo a ver los frutos… dejar que Dios decida, dejar que Dios haga… abandonarse en Él, solo Él sabe donde de verdad nos quiere.

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