Dios es

Dios es

Fragmentos escogidos

– Esta experiencia que acabo de pasar me ha enseñado – dijo Rufino – que fácil es hacerse ilusión sobre uno mismo. Y cómo se puede , sin enrojecer, tomar por inspiración del Señor lo que no es más que un impulso de nuestra naturaleza.

– Sí la ilusión es muy fácil -dijo Francisco-, por eso es tan frecuente. Hay, sin embargo, una señal que permite desenmascararla con toda seguridad.

– ¿Cuál? – preguntó Rufino.

La turbación del alma -respondió Francisco-. Cuando un agua se pone turbia, es claro que no es muy pura. Pasa lo mismo en el hombre. Un hombre a quién invade la turbación deja ver que la fuente de inspiración de sus actos no es pura, está mezclada.

Ese hombre está empujado por algo distinto del espíritu del Señor. Mientras que un hombre tiene todo lo que desea, no puede saber si es verdaderamente el espíritu de Dios el que le conduce.

Es tan fácil elevar sus vicios a la altura de virtudes, y buscarse a sí mismo bajo apariencia de fines nobles y desinteresados. Y eso con la mayor inconsciencia. Pero cuando llega la ocasión en que el hombre que así se miente a sí mismo se ve contradecido y contrariado, entonces cae la máscara. Se turba y se irrita.

Detrás del hombre «espiritual», que no era más que un personaje prestado, aparece el hombre «carnal». Vivo, con todas sus uñas, defendiéndose. Esa turbación y esa agresividad revelan que el hombre es llevado por otros fondos que los del espíritu del Señor.

Sonó la campana de la ermita. Era la hora del Oficio. Francisco y Rufino se levantaron y se dirigieron a la capilla. Iban allí tranquilamente, como hombres libres. De repente, Francisco tomo del brazo a Rufino y lo paró.

– Escucha, hermano, es preciso que te diga una cosa. Se calló un momento con la mirada baja hacia el suelo. Parecía dudar. Después mirando a Rufino bien a la cara, le dijo gravemente:

– Con la ayuda del Señor, has vencido tu voluntad de dominio y de prestigio. Pero no sólo una vez, sino diez, veinte, cien veces tendrás que vencerla.

– Me das miedo, padre -dijo Rufino-, no me siento hecho para sostener una lucha así.

– No llegarás a ello luchando, sino adorando -replicó dulcemente Francisco-. El hombre que adora a Dios reconoce que no hay otro Todopoderoso más que Él solo. Lo reconoce y lo acepta. Profundamente, cordialmente. Se goza en que Dios sea Dios. Dios es, eso le basta. Y eso le hace libre. ¿Comprendes?

– Sí, padre, comprendo -respondió Rufino-. Habían vuelto a caminar mientras hablaban. Estaban ya a unos pasos del oratorio.

– Si supiéramos adorar -dijo entonces Francisco-, nada podría verdaderametne turbarnos: atravesaríamos el mundo con la tranquilidad de los grandes ríos.

Extraído de «Sabiduría de un pobre» de Eloi Leclerc

– Agape libros – pags. 97, 98 y 99 – 2007, Bs. As.

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9 Comments on “Dios es

  1. Adorar a nuestro Señor, ponerse a sus pies, es «salir de este mundo» pero, en realidad, Él te saca del mundo sin que te des cuenta, no sabes qué pasó, pero algo pasó. Bendito sea Jesús

  2. Dios es desde siempre Todo y con el basta todo. Sin embargo mi fragilidad es muy grande y debo estar siempre alerta para que todo mi ser descanse todo el tiempo en El y pedirle su protección paternal para que el maligno no ponga en mi interior ideas perturbadoras de autosuficiencia.

  3. Oración que tiene mucho de la «sabiduría de un Pobre»… (con mayusculas, por su ejemplo de santidad y humildad)

    Tu lenguaje, Señor, es muy sencillo, mas no así el de los discípulos que hablan en
    Tu Nombre.
    Yo comprendo la voz de Tus olas y el silencio de Tus árboles. Comprendo la escritura
    de Tus estrellas con que nos explicas el cielo.
    Comprendo la líquida redacción de Tus ríos y el idioma soñador del humo en donde se
    evaporan los sueños de los hombres.
    Yo entiendo, Señor, Tu mundo, que la luz nos describe cada día con su tenue voz.
    Y beso en la luz la orilla de Tu manto.
    El viento pasa enumerando Tus flores y Tus piedras. Y yo, de rodillas, Te toco en la
    piedra y en la flor.
    A veces pego mi oído al corazón de la noche para oír el eco de Tu Corazón.
    Tu lenguaje es muy sencillo, mas no así el de los discípulos que hablan en Tu Nombre.
    Pero yo Te comprendo, Señor, en el Silencio…

    Esa sea nuestra mas desnuda Adoración:
    el Silencio.

  4. Hace dos días vi el documental «Veladores de la Noche» sobre unos monjes benedictinos. Quedé extasiado ante su visión, la he repetido y me llamó la atención la insistencia de los monjes cuando hablaban en decir que estaban allí para alabar al Señor. Esa era su misión. Toda su vida en el monasterio para alabar a Dios. Uno se da cuenta entonces de que saben quien es Dios.

    • Gracias por el dato querido Angelo ! Veremos el documental. Así es, vivir con la atención puesta en la maravilla de Su existencia y de la existencia toda, alabar con la mirada…
      Un abrazo.

  5. El texto exemplifica muy bien el pericolo constante de perfeccionarse: confundirse de sus motivos, hacerse ilusiones, saberse o sentirs ispirado por el Espirto Santo mientras es puro orgullo.
    No me persuade tampoco la metafora del agua turbado o del agua traquilla como senal cierto de lo que succede verdaderamente dentro de nuestra alma.Tambien aquella traquilidad o aquel paz que uno siente puede ser ilusion y cuantas vezes lo es.
    Si, la adoracion es la actitud y la forma de buena voluntad y de la contempacion pura. Tambien la creacion de una obra del arte en el momento puro de la creacion puede ser participacion en la presencia de Dios cuando no se piensa en su mismo como creador pero solo en la obra misma. Es el momento de olvidarse mismo y de transcendarse que hace feliz.

  6. «Si supiéramos adorar -dijo entonces Francisco-, nada podría verdaderametne turbarnos: atravesaríamos el mundo con la tranquilidad de los grandes ríos». Hay está la clave y de ahí vienen las fuerzas y la confianza para salir adelante, aunque parezca que andemos en oscuridades. Muchas veces tras esos supuestos deseos puros y nobles, que mencionaba Loreto, escondemos afán de reconocimiento, vanidad, orgullo… La gloria es de Dios, no nuestra; nosotros somos meros instrumentos.

  7. me parece un buen criterio de discernimiento para la verdad sobre uno mismo.Yo la he experimentado,ante deseos que creía muy puros y nobles…no lo eran.Solo Dios es la Verdad.
    Gracias por estas páginas tan buenas

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