Compartiendo lecturas

Fragmentos (*)

Supongamos que, por un accidente, la casa o el campo de alguien se prendiera fuego. Quién quiere salvarse, al darse cuenta del incendio, huye abandonando todo y se preocupa únicamente por su propia vida.

A otro, en cambio, se le ocurre salvar siquiera alguna de sus cosas, se detiene para llevársela y, mientras la está tomando, el fuego ya ha invadido la casa y también a él.

Mira cómo éste, por su propia voluntad, por amor a algo precario a lo que parecería que amaba más que a sí mismo, se pierde en el fuego.(1)

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¡Qué de lágrimas quisiera derramar cuando me veo a mí mismo, apenas parcialmente!

Puesto que si no peco me exalto por la insensatez; si peco y llego a darme cuenta de ello, por mi extravío pierdo el ánimo y me desespero. Si me refugio en la esperanza, nuevamente vuelve a mi la insensatez. Si lloro, resulta de ello presunción. Si no lo hago, retornan las pasiones.

Mi vida es muerte, y la muerte es todavía peor debido al temor que tengo al castigo. Mi oración se vuelve mi tentación, y la falta de atención, perdición. Quién pone conocimiento agrega dolor, dice Salomón. (2) (a)

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Solo el que se considera un luchador tiene el empeño y pelea, porque quiere vencer a las pasiones y no lo logra. En efecto, frecuentemente Dios permite que aquél sea vencido por los que le hacen la guerra, para que adquiera la humildad.

Por este motivo, es necesario que conozca su propia debilidad y pueda huir de lo que le hace daño, con el fin de olvidar su anterior costumbre. Dado que, si antes uno no huye de la distracción y no adquiere el silencio perfecto, nunca podrá alcanzar nada sin pasión, ni podrá decir siempre lo que es bueno.

En una palabra, para cada cosa es necesario ante todo, huir perfectamente de la distracción, para no ser arrastrados por la costumbre anterior. Sin embargo, que nadie por ignorancia, al escuchar hablar de humildad, de impasibilidad y otras cosas similares, crea que las posee: Para cada cosa es necesario buscar el signo distintivo y encontrarlo en sí mismo. (3)

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No creas que has sido liberado de las pasiones y que puedes huir de la contaminación de los pensamientos pasionales que derivan de ellas, si todavía posees por las virtudes el sentir orgulloso y soberbio. Mientras confíes en ti mismo y en tus obras, no tendrás un lugar de paz en la bondad de los pensamientos ni entrarás con alegría al templo de la caridad, con toda la dulzura y la paz del corazón.(4)

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Porque, si no te alejas de las divagaciones externas, no podrás rebelarte contra los que te acechan desde dentro; si no has vencido a los que te combaten abiertamente, no podrás hacerlo con los que lo hacen de manera invisible… la liberación de los sentidos se vuelve cautiverio para el alma, mientras que el cautiverio de los sentidos otorga al alma libertad. (5)

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Notas:

(*) Todos los párrafos pueden ser meditados a la luz de Eclesiastés 2, 1-11
(a) Eclesiastés 1, 18
1. Macario el Egipcio – Paráfrasis de Simeón Metafrasto.
2. Pedro Damasceno – Libro Segundo – 24° discurso.
3. Pedro Damasceno – Argumento del libro.
4 . Nicetas Stethatos – Primera Centuria – Capítulos prácticos.
5. Teolepto de Filadelfia – Discurso que expone la actividad oculta en Cristo.

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Textos  compartidos de hoy:

Alabanza del desierto

La infancia espiritual en los Padres del desierto

Hacia el corazon del desierto

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“Aproximación a Víctor Frankl»

Conferencia sobre el fundador de la Logoterapia

FACULTAD DE PSICOLOGIA – Martes 14 de Septiembre a las 18 hs.

Disertará el Dr. en medicina Mario Caponnetto

Córdoba, Argentina

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2 Comments on “Compartiendo lecturas

  1. En mi experiencia personal (escasa), cada uno de los párrafos describe momentos por los que he pasado y volveré a pasar según la amorosa pedagogía de mi Señor («no creas que has sido liberado de las pasiones»). Desde el amanecer («quiere vencer a las pasiones y no lo logra»), durante el día («para cada cosa es necesario ante todo, huir» «porque si no te alejas de las divagaciones externas, no podrás rebelarte contra los que te acechan desde dentro»). Hasta la noche, en el examen de conciencia (el párrafo completo de Pedro Damasceno)
    Aún así, nuestro Señor sorprende con regalos de dulzura y paz cuando menos se espera. Él siempre está ahí, Bendito sea por siempre.

  2. Pax et bonum a todos los miembros

    Interesantes los fragmentos.
    Los 3 ultimos hablan de «pasiones»
    y flaquezas del alma.
    Pero queria comentar algo de los dos primeros:

    La cita de Macario el Egipcio, creo que tambien
    puede tener otra lectura… Dos términos nuclean el texto:

    1) «Fuego», homologado al Mal (pecados, pasiones, etc)
    Entonces el Mal «quema», destruye
    aniquila cualquier cosa buena (vida terrenal y vida eterna, bien, etc)

    – Porqué el fuego debe significar «perderse» y no «consumarse», «redimirse» o «inmolarse» ? Teniendo en cuenta que cada uno de estos verbos expresan diferentes realidades,
    aunque todas en la misma línea de «salvación» y no «perdición».

    2) Cuando se habla del «amor», se lo limita y
    empobrece tanto!!, diciendo «a algo precario». Y cabe preguntarse varios puntos:
    – ¿Si el amor fuera «alguien» y no «algo»? Creo que «el que se pierde, si no es un héroe, al menos se reconocería un acto sublime de amor…
    Y tambien, ¿De que naturaleza es ese algo precario?
    – Como creaturas racionales, tenemos Voluntad y Libre Albedrío. En qué instancia se encuentra el Amor, es decir: es un acto de la Voluntad, del Corazón, de las bajas pasiones??
    – «parecía que amaba más que a sí mismo, se pierde en el fuego.» Deducción: deberíamos amarnos a nosotros mismos más que a cualquier «cosa» o cualquier «algo» … ¿De lo contrario nos perdemos en el fuego?

    El fragmento de Pedro Damasceno, la idea de Muerte (y «temor»), pareciera estar
    completamente disociada de la de Misericordia y de la de Eternidad. «La otra vida», sea cual fuere (si no somos cristianos), es eterna o circular…, la Muerte es por antonomasia un cambio radical, una puerta a otra realidad (¿existencia o no-existencia?…)

    El texto resulta algo dessesperanzador de la Bondad y Misericordia del Señor. Al menos esa fue mi impresión.

    Disculpen mi ignorancia, lo he charlado
    con una amiga y pude poner mis dudas
    por escrito.

    Saludos cordiales en «el Señor de todas las Misericordias».

    María Laura

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