Vida de San Benito – 3

…presentes y venideros conocieran con cuánta perfección el joven Benito había dado comienzo a su vida monástica…

 CAPÍTULO I – LA CRIBA ROTA Y REPARADA 

Abandonado ya el estudio de las letras, hizo propósito de retirarse al desierto, acompañado únicamente de su nodriza, que le amaba tiernamente. Llegaron a un lugar llamado Effide, donde retenidos por la caridad de muchos hombres honrados, se quedaron a vivir junto a la iglesia de San Pedro. 

La ya citada nodriza, pidió a las vecinas que le prestaran una criba para limpiar el trigo. Dejola incautamente sobre la mesa y fortuitamente se quebró y quedó partida en dos trozos. Al regresar la nodriza, empezó a llorar desconsolada, viendo rota la criba que había recibido prestada. Pero Benito, joven piadoso y compasivo, al ver llorar a su nodriza, compadecido de su dolor, tomó consigo los trozos de la criba rota e hizo oración con lágrimas. Al acabar su oración encontró junto a sí la criba tan entera, que no podía hallarse en ella señal alguna de fractura. Al punto, consolando cariñosamente a su nodriza, le devolvió entera la criba que había tomado rota. 

El hecho fue conocido de todos los del lugar. Y causó tanta admiración, que sus habitantes colgaron la criba a la entrada de la iglesia, para que presentes y venideros conocieran con cuánta perfección el joven Benito había dado comienzo a su vida monástica. Y durante años, todo el mundo pudo ver la criba allí, puesto que permaneció suspendida sobre la puerta de la iglesia hasta estos tiempos de la invasión lombarda. 

Pero Benito, deseando más sufrir los desprecios del mundo que recibir sus alabanzas, y fatigarse con trabajos por Dios más que verse ensalzado con los favores de esta vida, huyó ocultamente de su nodriza y buscó el retiro de un lugar solitario, llamado Subiaco, distante de la ciudad de Roma unas cuarenta millas. En este lugar manan aguas frescas y límpidas, cuya abundancia se recoge primero en un gran lago y luego sale formando un río. 

Mientras iba huyendo hacia este lugar, un monje llamado Román le encontró en el camino y le preguntó adónde iba. Y cuando tuvo conocimiento de su propósito guardole el secreto y le animó a llevarlo a cabo, dándole el hábito de la vida monástica y ayudándole en lo que pudo. 

 

7 Comments on “Vida de San Benito – 3

  1. Yo veo tres renuncias en este pasaje. La primera al mundo, cuando el joven deja a un lado las posibilidades que ofrece una carrera como retórico; en el pueblo más tarde, renuncia a la estima de las gentes, impresionadas por sus dones y la pureza de su espíritu; por último, renuncia al círculo familiar, representado por la nodriza que le ha cuidado desde niño. Pienso que, en consecuencia, el monje debe ejercitarse en la renuncia a cualquier cosa que se interponga en su búsqueda de sí mismo, entendiendo que en cada caso esos obstáculos son tentaciones que en el relato de San Benito serían: soberbia proveniente del éxito mundano; orgullo espiritual; y afectos egoístas.

  2. La oración todo lo puede. Quiera Dios q todas aquellas personas q fueron a ver la criba en la puerta de la Iglesia, hayan encontrado a Nuestro Maestro en el Santísimo Sacramento.

  3. PAX. Oh admirable Dios que no te fijas en la edad sino en la condición del corazón….asi como elgiste a David joven para reinar en Tu Pueblo….elegiste a Benito joven para manifestar Tu Rostro aun a los mas incredulos y alejados… Seguramente este salmista (Benito) o mejor dicho este homBre hecho Salmo pudo huir recitando «No a nosotros Señor, no a nosotros la Gloria sino a tí…». Esa criba pudo haber sido un preludio de muchas cribas (corazones) sanadas por el Señor por medio de este caminar monástico. DEUS BENEDICITE!!

  4. Qué claridad la de Benito! sin dudar se lanza a su objetivo. Ojalá nos animáramos» a dejar todo» y hacer aquello que sentimos adentro. ¡por Dios!

  5. Cuantos de nosotros necesitamso al «monje Román» que nos imponga el hábito para abrazar fraternalmente la vida monástica.

  6. San Benito con su oración nos invita a orar con humildad y confianza, en el silencio dónde solo Dios nos puede acoger y abrazar.
    Mirta Erika

  7. Siempre Dios manda su ayuda, no lo digo por la criba, sino por el monje llamado Román, aunque san Benito buscaba la soledad, Dios siempre da su compañía, a veces con otras personas, a veces Él mismo, pero nunca nos deja solos.

Deja un comentario