Uno con lo sagrado

Hemos de transformar la vida en oración…

Viene del post anterior 

Pero… ¿Cómo pasar de una vida habitual, a una vida consagrada de verdad? ¿Cómo soldarse en un propósito que soporte en soledad, los embates del desánimo y de una corriente exterior tan adversa?

Bueno, primero veamos que entendemos por vida habitual. Creo que te refieres a una vida dispersa, por lo general llevada por los estímulos del ambiente, una conducta errática o reactiva. O quizás por vida habitual podamos entender a aquella que se mantiene ocupada en lo material, en aquello convencional, aceptado socialmente.

Lo más común es que la vida permanezca centrada en uno mismo como vértice del mundo, en un permanente oscilar entre lo que tengo y lo que quiero tener, siendo la ansiedad la base sobre la cual se tejen todos los pensamientos y emociones.

Esto que tengo y aquello que quiero tener, puede estar referido a lo material o a ciertas condiciones de contexto o a ciertas cualidades del ser; no importa de lo que se trate, lo que subyace es la insatisfacción con la propia vida.

Consagrarnos, hacernos uno con lo sagrado, requiere poner como centro a Dios y a la manifestación de su voluntad en nuestra vida. Implica una decisión profunda de transformarnos, de adecuarnos al Evangelio, de conformarnos a los valores que allí se transmiten.

La consagración viene a manifestar una conversión que es previa. Un corazón que ha atravesado la metanoia, queda consagrado, más allá de su encuadre canónico o de su situación de vida.

Algo resulta clave y muy importante: No es la variación de las circunstancias lo que produce el cambio del corazón, sino que a una profunda transformación del hombre interior, le sucede luego una modificación de las condiciones de vida. En otras palabras: Irse a un monasterio o aislarse del mundo no producen ni un monje ni un eremita.

La consagración puede empezar desde la situación que se vive, desde la concreta realidad que atravieso en este momento. El consagrado mira de un modo particular los aconteceres, en los cuales trata de ver la voluntad divina.

Vive buscando al Señor en todo, indagando constantemente cual es Su voluntad. Todo tiene significado porque todo es fruto de Sus manos, todo esta pleno de sentido, aunque el que mira a veces no lo encuentre.

Esta certeza anima al que se ha ofrecido. El sabe que Dios esta presente en cada momento y vive recordando su presencia. Por cierto estamos hablando del ideal, de un modelo de forma de vida consagrada y tiene su utilidad precisamente porque es modelo, muestra la dirección a la cual tender, nos marca la aspiración.

Hemos de transformar la vida en oración. Debemos vivir conscientes de la presencia de Dios. Esta consciencia de la divina presencia nos permite convivir con Aquel a quien amamos, entablar diálogo con El, acudir a Su auxilio, hacerlo nuestro centro y referencia.

La vida,  el cuerpo humano, el cosmos en su conjunto, muestran la armonía y precisión de la creación, evidencian una intención precisa que sigue un Plan. Quién lo ha comprendido, busca adecuarse a esa norma, ser parte coherente de esa intención trascendente, adherir e impulsar aquello que fue querido desde el origen de la historia.

¿Cómo podemos hacer esto? Al intelecto darle oración. Que la mente permanezca orando silenciosamente, que de ese modo cuando sea necesario pensar lo hará con juicio y atinadamente. Al corazón, mantenerlo compasivo y comprensivo, dispuesto a brindar el mismo trato que deseamos para nosotros mismos.

A los movimientos quitarles la prisa, asentarlos en la confianza, que nuestro hacer sea tranquilo como el de aquel que sabe que todo irá bien. Hacer las cosas bien y despacio, poniendo lo mejor de nosotros, actuar con atención a lo que hacemos.

El Señor nuestro Dios, sigue paseando por el jardín, a la hora que sopla la brisa. (Gén 3, 8) Permanecer en cada instante atentos a Sus pasos y dejarnos encontrar, puede acercarnos a una forma de vida consagrada.

(Continúa en el próximo post)

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5 Comments on “Uno con lo sagrado

  1. Muy buena reflexión.- Es emocionante darse cuenta que Dios siempre está con nosotros en cualquier momento y en cualquier lugar.
    Me encuentro lejos de mi patria, disfrutando con mi esposa e hijos del cincuenta aniversario de nuestro sacramento matrimonial y hemos podido constatar que Dios está con nosotros en este continente (Europa), pero también está en nuestra casita de Honduras y con los hijos que dejamos allá, donde no ha pasado ni pasará nada. ¡GRACIAS PADRE ETERNO! ¡TENEMOS NUESTRA FE PUESTA EN TI!

  2. GRACIAS Y REINICIAREMOS MAS ADELANTE.
    UN SALUDO EN CRISTO

  3. ¡He encontrado que mi valor no depende de lo que he hecho lo que he hecho lo asumo con el valor que valgo, asumiendo que mi valor está dado intrinsecamente por lo que soy!

    ¡Gracias!

    Nareloy.

  4. Muy esperanzador saber que Dios está presente en todo momento en y en todo lugar. Espero que podamos ser fieles y estar atentos a esa presencia. Cada día descubro cuán importante es la vigilancia y la oración del corazón para vivir de esa presencia.

  5. Gracias por la reflexiòn!!…..es un fiel reflejo de la forma de vida que estoy llevando y me ayuda a reinterpretarla y a «reciclarla» con màs esperanza, fè y amor……

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