El corazón profundo

   «En el centro de nuestro ser está un punto de la nada preservado del pecado y de la ilusión, un punto de pura verdad; un punto o chispa que pertenece enteramente a Dios, del cual nunca podemos disponer y desde el que Dios dispone de nuestras vidas; un punto inaccesible a las fantasías de nuestra mente o la brutalidad de nuestra voluntad.

   Este pequeño punto de la nada y de absoluta pobreza es la pura gloria de Dios en nosotros. Es, por así decir, Su Nombre escrito en nosotros.

   Lo mismo que están nuestra pobreza, nuestra indigencia, nuestra dependencia y nuestra filiación, está este puro diamante que brilla con la luz invisible celestial.

   Está en todo hombre. Y, si pudiéramos verlo, veríamos estos billones de puntos de luz juntándose en la faz y resplandor de un sol que haría desaparecer completamente toda la oscuridad y crueldad de la vida.

   No tengo receta para esta visión; sólo se da. Pero la Puerta del Cielo está en todas partes».

«Conjeturas de un Espectador Culpable» de Thomas Merton

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El Pulso de la Fe – El Sagrado Corazón de Jesús

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 Misioneros Oblatos

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Divertido encuentro entre Francisco y miles de niños

 

4 Comments on “El corazón profundo

  1. [IMPORTANTE]
    Hay que tener cuidado para no caer en la ideología de la Nueva Era, que poco tiene de cristiana. Os recuerdo que en ella (y en el gnosticismo anterior) se cree que una parte de la divinidad, o un momento de la divinidad está dentro de nosotros, y nosotros solo deberíamos buscar en nuestro interior a la divinidad, a la Energía cósmica. En la Nueva Era es frecuente el pensamiento de que somos dioses, divinos, cuando somos conscientes de nuestra propia divinidad.

    Pues bien, esto no es lo que cree el cristianismo. Aunque el plan de Dios es hacernos a su «imagen y semejanza», nosotros somos conscientes de que todavía no somos como Dios, es decir, somos parecidos a Él (imagen) pero no iguales que Él (semejantes).
    Y sin embargo, Dios nos promete que nos glorificará y nos hará como Él, conoceremos como él!! compartiremos su divinidad! Peeeeero eso sera al final de los tiempos, no ahora! No tenemos una «chispa» de Dios/divinidad/Energía-Cósmica en nosotros que tengamos que descubrir para salvarnos, si acaso, tenemos una Huella de las Manos de Dios, que nos crearon, pero no somos sus Manos, que locura!!! (todavía no… Dios promete hacernos semejantes a Él, de hecho nos está asemejando poco a poco a él con el Espíritu Santo)

    (el texto de Thomas Merton y lo que predica es muy borderline)

    OJITO CON LA NUEVA ERA, QUE ESTÁ INTENTANDO COLARSE EN EL CRISTIANISMO ,

    un saludo en Cristo!! que Dios nos bendiga!

  2. Este texto tan maraviloso de Merton se complementa con otro del mismo autor titulado La luvia y el rinoceronte.Leedlo y ensancharà vuestros corazones.
    Podeis fácilmente encontrarlo en Google.

  3. Allí reside la Paz, allí reside el Reino. Cómo hago para llegar allí y encontrarme con mi Señor, allí, en lo más profundo de mí?

    • Estimado hermano, todos estamos en el mismo camino, dirigiéndonos hacia el encuentro de Su Presencia en la propia vida. Preguntas cómo llegar a ese centro de pura verdad, sabemos que no es sencillo, en esto andamos todos… Estas son palabras del Maestro Eckhart:

      «Dios no tiene ningún lugar más propio que un corazón puro y un alma pura; allí el Padre engendra a Su Hijo, tal como lo engendra en la eternidad, ni más ni menos. ¿Qué es un corazón puro? Es puro aquel que se halla apartado y separado de todas las criaturas…»

      ¿Debo apartarme del mundo?… no lo creo, aquello que más ayuda es la sobriedad: la moderación en todo lo que hago, la vigilancia sobre las emociones que me separan de Su Presencia, tomar conciencia del asalto de los pensamientos negativos que surgen en mí… sustituyendo estos pensamientos y emociones, sin más, sin forzar, por la invocación del Nombre de Jesucristo, por una confianza creciente en Dios, recobrando una y cuantas veces sea necesario la fe en Él, sabiendo que no me abandona nunca y me ama inmensamente. Y de esta forma ir purificando el corazón. Es un sacrificio, un holocausto, es la renuncia a uno mismo. Es una relación de amor, entre el Padre y el Hijo que va naciendo en uno.

      Esto es lo que podría poner de mi parte, el resto es gracia.

      Finalmente un corazón purificado siempre da frutos, según la voluntad de Dios.

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