La «poda» de Dios

 

Meditemos en el siguiente texto de San Claudio de la Colombiere:

«Los golpes imprevistos no permiten muchas veces que uno aproveche de ellos, a causa del abatimiento y turbación que levantan en el alma; mas tened un poquito de paciencia, y veréis como Dios os dispone a recibir gracias muy grandes precisamente por aquel medio. Sin tales percances tal vez no habrías sido del todo malos, pero tampoco del todo buenos.» 

Y efectivamente Dios a veces utiliza los sufrimientos y contrariedades de la vida para hacernos más buenos, porque si todo nos fuera bien, seguramente nos estancaríamos en la vida espiritual, y hasta nos olvidaríamos que somos criaturas que dependen en todo de Dios.

En cambio, cuando sobreviene algún percance o sufrimiento, a veces nos lamentamos y lloramos. Pero dejemos que pase un poco el tiempo, y veremos cómo el Señor sabe consolarnos y hacernos crecer en lo espiritual.

Son las “podas” de Dios, que a veces hacen llorar. Quien por ejemplo pasea por los viñedos en época de poda, dirá: “Pero este viñador mató la vid”, de tanto como la ha podado. ¡Pero qué venga en tiempos de frutos, de uvas, y verá lo hermosa que está esa planta que parecía ya muerta! Así también el Señor a veces permite sufrimientos muy grandes en nuestra vida, que parecen que nos matan; pero los frutos que daremos, serán también muy grandes.

El estiércol se utiliza como abono para enriquecer la tierra y hacerla que sea más fértil. Pues bien, los males que nos abaten son como ese abono, que Dios utiliza para que produzcamos más frutos y seamos fértiles en la obra de Dios.

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* «La conversion en la vida monástica».

Post del blog «AL ASALTO DEL CIELO»  -Monasterio Nuestra Señora de Pueyo, Barbastro, ESpaña- de interés para este tiempo de cuaresma

2 Comments on “La «poda» de Dios

  1. Hno. Horacio de Jesús Crucificado. F. M. V. y del asalto Nombre

    Es verdad, Dios nos prueba con las dificultades, los problemas, las enfermedades, las tristezas y las situaciones molestas, más todo ello es en nuestro beneficio y viene a ayudarnos a cimentar nuestra fe en ese Dios que nos ama profundamente. El Señor nos acrisola en el fuego de las dificultades, a fin de que nuestro camino hacia la casa del Padre se haga siguiendo su santa voluntad.

  2. Muy cierto, ¡cuánto nos lamentamos por sucesos fatídicos de nuestra historia!, pero puede que, ¡sin ellos no huebiesemos progresado tanto como Dios mismo desea!

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