Finalidad de la oración

img-20180830-wa0001825364920.jpgDios emplea nuestras oraciones para la salvación de los demás.

Sabed pues que, cuando Dios nos atrae en la oración, no toma únicamente en consideración nuestra propia salvación, sino desea igualmente emplear nuestras oraciones para la salvación de los demás. Por eso, la oración es una de las obras más importantes y preciosas a los ojos de Dios. El hombre que hace esfuerzos en su vida de oración y progresa rápidamente en el espíritu de abandono y obediencia a la voluntad de Dios, se vuelve un buen soldado de Cristo Jesús (2 Tm. 2, 3).

El mismo Señor lo convoca todos los días a estar en su presencia, y lo ejercita para interceder a favor de los demás hasta estar complacido. Recibirá pronto del Señor el poder de salvar numerosas personas y de llevarlas del camino de la muerte hasta el seno de Dios.

El progreso de nuestra vida de oración se traduce en la intimidad de nuestro amor a Dios. Dicha intimidad es la consecuencia directa tanto de la satisfacción que Dios siente respecto nuestro en su condescendencia hacia nuestra debilidad como de la amplitud del horizonte de nuestra humanidad, es decir, de la intensa conciencia que tenemos de nuestro deber absoluto para con los otros, de nuestra responsabilidad espiritual hacia los pecadores y aquellos cuya fe o caridad es débil, de los que sufren o son oprimidos, para con aquellos que predican y anuncian la Palabra.

Los grados superiores de la oración, en los cuales se alza hacia la perfección, tiene por signo la súplica ferviente con lágrimas a favor de los demás. Es como si nuestro progreso en la vida de oración nos fuera concedido para el provecho de nuestros hermanos débiles que no saben rezar. Orad los unos por los otros, para que seáis curados (St. 5, 16). Y cuando Santiago nos ordena llamar a los presbíteros de la Iglesia para que oren sobre el enfermo que sufre, a fin de curarlo, es porque el sacerdote se supone que está más avanzado que los demás hombres en la vida de oración, al haber recibido más gracias para ello y al haber sido puesto así a parte para consagrarse a orar por los demás.

No podemos progresar en los grados de la oración, adquirir una verdadera seguridad junto a Dios, ni recibir el don de lágrimas más que en la medida del progreso de nuestra compasión para con aquellos que sufren y son ultrajados (sea por los hombres o por el pecado): Acordaos de los presos, como si estuvierais presos con ellos, y de los que son ultrajados, pensando que vosotros también tenéis un cuerpo (Hb. 13, 3). Dicho de otro modo, el progreso de nuestra intimidad con Dios, que tiene su centro en la oración, depende fundamentalmente de progreso de nuestro conocimiento de las cargas de los hombres y de nuestra disposición de llevarlas con ellos con más generosidad.
P. Matta el Meskin

3 Comments on “Finalidad de la oración

  1. PAZ Y BIEN, asi es, la oración es una de las obras más importantes y preciosas a los ojos de Dios.

  2. La oración unida a la salvación de los demás. Creo que esta es la perspectiva adecuada. Gracias.

  3. Dice san Pablo: «En efecto, siendo libre, me hice esclavo de todos, para ganar al mayor número posible. Me hice judío con los judíos para ganar a los judíos; me sometí a la Ley, con los que están sometidos a ella –aunque yo no lo estoy– a fin de ganar a los que están sometidos a la Ley. Y con los que no están sometidos a la Ley, yo, que no vivo al margen de la Ley de Dios –porque estoy sometido a la Ley de Cristo– me hice como uno de ellos, a fin de ganar a los que no están sometidos a la Ley. Y me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio. 23 Y todo esto, por amor a la Buena Noticia, a fin de poder participar de sus bienes», que su ejemplo nos sirva para hacernos todo con todos para ganarlos para Dios. Bendiciones. P. Juan Cardona

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