La duda y la evidencia

La duda surge cuando el centro soy yo, en cuanto ego.

Por lo contrario, cuando el interés radica en hacer lo que agrada al Señor, en cuanto seguir la voluntad suya enteramente, se dan los signos claramente en el corazón. Esto es: En la conciencia que se vuelve sobre si misma ante la Presencia de Dios.

No puede equivocarse el bien intencionado en esto: El hombre interior sabe a ciencia cierta si esa o aquella acción se corresponde con su Sagrado deber.

El deber ante Dios, no excluye la congoja o aún el temor, sin embargo subyace la paz profunda de estar haciendo lo que El Señor quiere.

En general, menudencias distraen al ser esencial, queriendo apartarlo  de Su centro. Importa llegar a estar con Dios y solo eso, a uno y a todos los hombres. Todo problema, toda duda y angustia, surgen ante la ausencia de la Sagrada Presencia.

Si en Dios…¿qué temo? Temo porque no siento a Dios conmigo. Y si a Dios no siento es porque algo quiero para mi que no es estar con Dios.

Porque si lo quiero a Él se silencia todo movimiento en mí, y al esto producirse, Su santa presencia emerge evidente, al no estar ya el  claro reflejo de la conciencia movido por las múltiples apetencias.

De suerte que todo movimiento surge del ansia y toda quietud de la gracia; el ansia busca el placer y la gracia a Dios, volviéndose hacia el sitio de donde provino.

Ignorantes erramos creyendo felicidad el hartazgo del sentido, absortos en el velo de la medianía, abrazamos la miseria; sin saber que al inclinarnos hacia la total renuncia, el abandono sin límites y la sumisión completa, recalaríamos en el puerto de Sus brazos haciéndonos Uno con Él.

En lo que atañe a la ascesis de los sentidos, la resistencia se manifiesta ante el cambio pretendido. El vicio ejerce inercia, oponiéndose a la purificación que quisiéramos operar.

Es decir que la resistencia muestra la voluntad nueva que la actúa, queriendo mutar la esclavizante costumbre en liberadora praxis. Esta fuerza de lo nuevo libre, ha de sostenerse  apenas un poco, lo suficiente hasta que el sentido acoja la penitencia con el mismo gusto con que antes  lo malsano.

En muy poco tiempo, mucho menos que lo que el tentador pretende que creamos; toda la percepción adecúa su linde al nuevo rigor, disfrutando ahora el pan desnudo y simple como antes el manjar untuoso, acogiendo el duro lecho sin ablandes con el mismo regocijo que antes, los mullidos edredones.

Pero  vale aclarar, que este disfrute y regocijo que se hallan también en la rusticidad de la regla, no encadenan reclamando a cada paso nueva manifestación; sino que van soltando al cuerpo hacia una experiencia de la libertad por entero novedosa, hacia una liviandad y extrañeza de los apetitos e ínfulas que antes constituían su vida por entero.

Y es por cierto este nuevo espacio rústico, libre de afeites y amaneramientos y consentimientos varios, en el que comienza a mostrarse el rostro de Aquél, que ajeno a toda riqueza habla en el corazón de la pobreza.

Porque El Señor es simple como el agua y liviano como el aire; el cuerpo torna entonces instrumento del espíritu transponiéndose así el obstáculo en medio.

Extraído de «Desde la ermita«

Estimadas/os en el amor a Jesús y la vida monástica: Todo comentario, aporte o consulta será bienvenido para ir enriqueciendo nuestra vida comunitaria en estos nuevos inicios. Puede utilizarse para ello el espacio para comentarios debajo del post. Una hermana se encuentra haciendo un vídeo presentación del estudio que haremos de La Filocalía muy pronto, teórico y práctico, que esperamos sea de utilidad para todos.

4 Comments on “La duda y la evidencia

  1. Hola a todos:
    yo creo que este texto cuando se medita aparece claro y diáfano como su título indica, pues lo primero que llama la atención es que no se habla de certeza sino de evidencia. En la certeza todavía hay algo de oscuridad en cambio en la evidencia todo es luz.
    Evidentemente, pues, podemos decir entonces, que el que se abre a la voluntad de DIos es el que experimenta la paz profunda aunque viva enmedio de la congoja y del temor. Esta es la manera como mantenemos la presencia de DIos, lo cual requiere a su vez un ir purificando nuestra mente y nuestro corazón, es decir, cambiar el ansia que nos lleva al deseo y la búsqueda de los placeres por ellos mismos, por la gracia que nos dice que los placeres no pueden ser sustitutivos de Dios y que por tanto nos pueden llevar a apartarnos de Dios desembocando en el vicio ya que no nos sacian y siempre deseamos más; en cambio la gracia, nos puede llenar y por tanto nos procura el contento. De ahí la necesidad de renunciar a lo que nos aparta de la gracia. De ahí, también, la importancia de la penitencia que se convierte en norma para poder pasar del ansia a la gracia . La penitencia así entendida, lejos de ser una imposición es una necesidad ya que por ella llegamos a alcanzar ese nuevo espacio rústico y ajeno a toda riqueza que nos sitúa en el corazón de la pobreza. Este es el lugar de la presencia del Señor, simple como el agua y liviano como el aire, donde el cuerpo lejos se ser obstáculo para el encuentro se convierte en medio para él mismo.
    Personalmente creo que ahí está todo nuestro camino de cambio y de transformación interior. Es algo que aunque evidente, es necesario realizar.

    • Hesiquia blog/ Fraternidad Monástica Virtual

      Gracias por el aporte hermano, en un todo de acuerdo. Un abrazo fraterno en Cristo Jesús.

  2. Sería correcto poner quien es el autor del texto, creo que ayudaría a ir conociendo los distintos estilos de los misticos.

    • Hesiquia blog/ Fraternidad Monástica Virtual

      Hola hermano. El autor es Esteban de Emaús autor de casi todos los textos que.son originales en el blog Hesiquia. De hecho este texto forma parte del libro «Desde la ermita» del mismo autor, disponible aquí. Disculpe el olvido. Un saludo fraterno invocando a Jesucristo.

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