Día 7 – El altar de la acción

Texto del día

El hacer reverente en la vida cotidiana, la unción que puede transparentarse en todo lo que hacemos es algo muy relevante y de trascendencia para el alma… lleva tiempo acostumbrarse a ese modo de actuar, de tal manera que luego se convierte en algo similar a una segunda naturaleza.

Es una muy grata sensación aquella en que -arreciando la tormenta o atacando el enemigo- se advierte que, sin esfuerzo, nada perturba la ceremonia del “hacer-estando-allí“.

Si te encuentras en ocasiones descentrada o habiendo perdido el hilo de la jornada, concentra tu atención en cualquier actividad que tengas por delante, aplicándote especialmente al comienzo de la misma, recuperando el tono correcto. Hemos de tender a la pulcritud en todo.

El orden en el cual nos desenvolvemos, la limpieza de nuestro cuerpo, de nuestros vestidos, de nuestros enseres, la sistemática con la que organizamos nuestros días, han de estar teñidos de lo usual en la liturgia. Se trata de un modo especial de tratar con los objetos, con las personas y las situaciones, en las que lo más importante radica en el modo, no tanto en el “qué”. Porque en este caso, es todo ante Dios y para Dios, sea lo que sea lo que nos toque emprender.

Un buen indicador de que estamos encontrando el ajuste adecuado, será cuando notes la misma reverencia y cuidado en el lavado de la vajilla que en el propio caminar, en el barrido de los pisos que en el movimiento con el que tu brazo descorre las cortinas.  Será entonces “la ceremonia interior” de tender la mesa para la comida, de hablar con tu vecino o de escribir un icono.

Uno se transforma en oficiante de la vida y cada día en un altar. No erraban los Padres antiguos cuando hablaban de la vida como misa y sacrificio eucarístico, en su pleno sentido de acción de gracias. Cuando esto se instala, hablar con el prójimo resulta trabajo simbólico de transformación espiritual, en donde los significados se recrean conforme se avanza en el camino.

Hazte consciente de esto: Ese modo de hacer es oración en la acción que no vale ni más ni menos que otras formas de oración, sencillamente porque la oración no es un bien que puede medirse o compararse, no es algo a lo que pueda asignarse valor. la oración es el acto humano por excelencia, que nos hace verdaderamente humanos.

La oración de Jesús o del corazón, es una forma de orar que no nos aparta de la acción sino que eleva nuestra conducta y la hace eficaz para uno y el prójimo.

Práctica sugerida

Buscar un modo de estarse en la acción, con tranquilidad, orden y pulcritud general; poniendo especial atención en hacer bien aquello que toca hacer. Elegir especialmente una acción concreta en la jornada (cualquiera sea) y poner en ella lo mejor de uno; en el cuidado, la atención a los detalles y sobretodo el espíritu de unción y ofrenda a Dios de ese hacer concreto. Este momento elegido, en el que uno actuará con mayor lentitud que la habitual, es ideal para recitar mentalmente la oración de Jesús. Que El Santo Nombre acompañe este modo «ceremonial» de actuar, recordando a Dios como destinatario de todo lo que hacemos.

8 Comments on “Día 7 – El altar de la acción

  1. Con tanto agite en el día a día en el trabajo, viene bien hacer pausas para centrarse y concienciar el trabajo como ofrecimiento cotidiano.

  2. Es una muy grata sensación aquella en que -arreciando la tormenta o atacando el enemigo- se advierte que, sin esfuerzo, nada perturba la ceremonia del “hacer-estando-allí“.
    He intentado vivir esto, he intentado el hacer -estando-alli. tal y como
    yo lo entiendo y no me he caido o mejor dicho me he mantenido en
    pie a Dios gracias.

  3. Pingback: Ejercicios espirituales – Día 7 | Hesiquía blog

  4. Queridos hermanos en Cristo

    Como me gustó y me ayuda esta enseñanza.
    Continuó con mi práctica observando mis caídas y pidiendo al señor su ayuda para que toda mi vida sea un altar.
    Intento realizar mis actos con unción pero rápidamente caigo en la rueda de a ansia, prisas, pensamientos….
    El señor me ayude

    Oraciones
    Un abrazo muy fuerte

    • Esa caída en cuenta del ansia, de la prisa… esa conciencia de lo que sucede son las ofrendas de la liturgia cotidiana. La ofrenda de la atención. Un abrazo Fernando!

  5. Queridos hermanos en Cristo

    Como me gustó esta enseñanza. Me acuerdo repetidas veces e intento ponerla en práctica.
    Me es muy difícil. Rápidamente pensamientos, ansia, circunstancia hacen que vuelva al circuito habitual.
    Continuó con mi práctica observando mis caídas y pidiendo al señor su ayuda para que toda mi vida sea un altar

    Oraciones

    Cristo les cuide

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