La brisa suave

Algunos intercambios derivados de los comentarios del día 14 de los ejercicios

Muchas gracias hermanas/os por comentar y participar tan activamente. Aquí algunas respuestas.

Hola a todos y a todas:
El problema que yo percibo cuando hago la oración es que, no sé si lo expresare bien, comienzo con la oración en primer plano pero poco a poco va pasando a segundo plano y su lugar lo van ocupando las preocupaciones, las ocupaciones y las inquietudes, intento pasarla a primer plano pero entonces se hace costoso y es entonces cuando aparece el cansancio y la distracción, acompañado todo ello por el reproche. Creo que me irá bien dedicar espacios de tiempo exclusivamente a la oración, como propone la práctica de hoy.

Estimado hermano, usted describe perfecto un proceso que suele ocurrir. Las ocupaciones, inquietudes empiezan a imponerse. Conviene quizá previamente a la oración, recordarse que todo depende de la voluntad de Dios. Esta conciencia de la primacía del designio divino, nos permite abandonarnos, de tal modo, cuando surgen las inquietudes, nos recordamos que hemos entregado a Él toda preocupación y se facilita el dejar atrás los pensamientos. Cuando estos pensamientos aparecen uno debiera decirse: «Yo haré lo mejor posible en mi acción, los resultados dependen de Tí, Señor». Y entonces uno vuelve la atención a la oración sin tanta dificultad. La tendencia a «rumiar» los pensamientos deriva en gran parte de esta creencia de fondo, de que somos nosotros los que manejamos el rumbo de los acontecimientos y no la suprema voluntad de Dios.

Sentado en silla de meditación. Atento a la respiración, al ritmo cardíaco, repitiendo la oración de Jesús. No pasa mucho tiempo en que te ves envuelto en pensamientos que te sacan de tu concentración. Una y otra vez volver a la respiración, al ritmo cardíaco, a la oración de Jesús. El tiempo transcurre despacio, el cuerpo te reclama, dolor en las rodillas, molestias distintas. Nuevamente la imaginación que anticipa soluciones a los problemas ordinarios. Vuelta al ejercicio: atención y dejar pasar los pensamientos. Un saludo fraterno.

Estimado hermano, usted lo dice bien; hay que volver una y otra vez a la oración. Esta persistencia nos genera un saludable hábito que en cierto momento se transforma en segunda naturaleza. Es decir, nos acostumbramos a desechar los pensamientos y a poner la atención en la oración de Jesús o en su Nombre solo. Por lo demás, creo que vale también lo conversado en el comentario precedente.

Estimados hermanos.
Tras realizar la practica y todo este tiempo de la oración del corazón que llevo haciendo comentaré mis mayores dificultades. En principio tengo deseos de la oración de Jesús, tengo mi frase, la acompaño con la respiración, y me acuerdo durante el día de rezarla en las más diversas situaciones. Pero mis dificultades son:
1. Las preocupaciones que vienen de continuo, sobre todo económicas. No me dejan en paz.
2. Encontrar ese centro interior, el corazón, para no vagar busco técnicas de visualización, o miro una imagen de Jesús o imagino un momento evangélico.
3. No llega la alegría. Debido a mis preocupaciones no encuentro la alegría espiritual por mucho que rece. Paz si encuentro, pues es un momento agradable de relajación. Pero al salir de ella y enfrentar el mundo salgo sin alegría o pronto se disipa. Con la gracia de Dios y su ayuda voy adelantando. Saludos cordiales en el Señor Jesús.

Muy estimada/o: En cuanto al punto 1 vale lo recomendado en los dos comentarios anteriores. En todo caso agregamos: Ante una dificultad, tomarse un momento y decidir un curso de acción preciso. Supongamos que se trata de una deuda. Uno hace una lista: – Trabajaré tantas horas extras, le pediré un préstamo a mi amigo tal, hablaré con el acreedor pidiendo una extensión del plazo, venderé aquél objeto innecesario que tengo en casa etc. etc. Una vez trazado el plan, entregarse completamente a Dios. Nuestra parte es solo la acción debida y correcta. Lo que ocurra es enteramente de Él. Dios nos hará pasar por las experiencias que necesitemos pasar a fin de cultivar el alma y elevar nuestro espíritu hacia El Padre. Preocuparnos no es nuestra acción correcta, intentamos con nuestra deliberación sustituir el papel divino en el curso de los acontecimientos. Por favor, a todos nos pasa, y debemos recordarnos esto continuamente. Leer Mateo 6, 14 y otras partes de la escritura que enfatizan la misma actitud necesaria. En cuanto a lo demás que comenta, esa relajación y paz que encuentra en la oración, por si solas lo irán acercando al corazón, el centro de la persona. Ayuda mucho también pararse interiormente en medio del dolor y desde allí pedir o repetir la invocación de Jesús. Mirar o visualizar un icono de Jesús puede ayudar también como usted dice. Muchas gracias por comentar.

Me siento identificada en algunas de las aportaciones que agradezco, de mi parte comparto. Las distracciones son lo que más me aleja de la oración de Jesús, pero reconozco que la oración continua es DON ¿entonces qué hacer? retomarla cada vez que el Señor me hace consciente de mi propia limitación al distraerme. Pero también es cierto que en ocasiones en el rezo del rosario por ejemplo, me “sale” la oración de Jesús. Gracias por estos días, propician el mayor adentramiento en nuestro deseo de vivir sólo para Jesús. Un saludo invocando el Nombre del Señor Jesús.

Además de lo comentado antes, ese ponernos a orar, sea en momentos exclusivos o en medio de las actividades, nos prepara para recibir el don de la oración continua. Y es ese deseo de vivir solo para Jesús que menciona el que más nos va vaciando de lo que sobra para que podamos recibir la gracia. Cristo nos guía siempre.

Mucha sequedad. Mucho esfuerzo para decir la oración. Como una especie de muro. Como si no hubiera Nadie. Como si todo fuese inútil. Para mi rezar a veces es ese desierto sin final. Un buscar en la oscuridad . A tientas. Una Paz que se sueña. Un sueño que se anhela. Seré digna? Querrá Dios esta nada que le doy? No lo sé. ….seguimos….no obstante.

Claro testimonio de la aridez desértica de la que tanto hablan los santos en sus biografías. Así es. Es la mente que todos tenemos, ávida por naturaleza, inquieta, demandante de estímulos placenteros a toda hora, la que se queja cuando le quitamos todos los esparcimientos y la ponemos ante una actitud de silencio en busca de oración. Y la mente protesta cuestionando el sentido de lo que hacemos, invitándonos mediante imágenes diversas a cambiar de actividad o finalmente, nos castiga con la aridez y la planicie del ánimo. Allí hay que estar alertas. Llegados a ese punto, si persistimos firmes en la invocación del Nombre, sin pedir consuelos, como si estuviéramos dispuestos a perseverar aunque el desierto se extienda sin fin… suele alumbrar la brisa suave que percibiera Elías. Le recomiendo la lectura de esta homilía del Papa sobre la purificación que Dios efectúa en el orante para la misión que le tiene destinada. Muchas gracias por comentar.

4 Comments on “La brisa suave

  1. agradezco al Señor la orientación que nos brindáis

    es una alegría comprobar que somos una comunidad de hermanos/as que tenemos un carisma común

  2. Gracias por recordar que todo depende de la voluntad de Dios. No hay nada como esto para orar con paz y serenidad adentrándonos en la presencia del Señor.

  3. Muchas muchas gracias por todas sus respuestas, las contestaciones dan una gran luz para mi actuar cotidiano, Dios los bendiga, los saludo en el nombre de Jesús

  4. Muchas gracias, excelentes respuestas, tomo nota de todas ellas porque son una inestimable ayuda.

    Si me permiten, quisiera pedirles que en un post, o como ustedes prefieran, y cuando les venga bien, nos dijeran algo, lo que ustedes deseen, sobre la pobreza. Puede parecer una tontería, pero en un país occidental como el nuestro, me cuesta trabajo saber cuál es exactamente la pobreza que pide el Señor Jesús.

    Un fraternal saludo invocando el Santo Nombre de Jesús.

Deja un comentario