Algo de Filocalía

Queridas hermanas /os en Cristo Jesús: Aquí les dejamos la transcripción de la primera parte de la clase 25° de Filocalía, para que puedan revisar si esta temática y el modo que se utiliza para su transmisión es de vuestro interés. Debajo el vídeo origen del texto. 

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«Estimadas hermanas y hermanos. Estamos juntos nuevamente para abordar a Máximo, el confesor, en esta vigésimoquinta clase del curso de Filocalía 2020. Nos va a llevar quizás una clase más al menos. Este complejo y profundo maestro espiritual, que tiene matices muy diversos en su doctrina, en su enseñanza. Varios de los cuales pueden servirnos de mucho en nuestra práctica espiritual y en nuestra vida cotidiana. Recordamos que el primer significado de este curso de Filocalía era ver si podíamos aprender algo de estos monjes que pudiéramos llevar en nuestro día a día y así tratar de sumarnos de alguna manera a esta vía de la ascensión espiritual que ellos predicaban y practicaban.

Habrán visto ustedes una película que ya tiene bastantes años, llamada al menos acá en mi país, «La terminal», una comedia romántica suave, donde Tom Hanks, actúa como un ciudadano de un ignoto país del centro de Asia, que queda varado en el aeropuerto de Nueva York por una cuestión de trámites legales. Y no puede entrar a Estados Unidos, pero tampoco puede regresar a su país. Esta comedia se desenvuelve casi toda en el aeropuerto de Nueva York. Donde el personaje permanece mucho tiempo y empieza a construir allí una vida, no tiene más alternativa que empezar a vivir en el aeropuerto. Bueno, y así se hace querido por los habitantes fijos de esta terminal aérea y la película sigue el curso de una comedia romántica. Ustedes dirán ¿Qué tiene que ver Máximo el confesor con la película «La Terminal»?

Es que Máximo, San Máximo, nos dice que el ser humano está en el medio, entre el cielo y la tierra. Que tiene cuerpo y que tiene alma. Y qué es un ser fronterizo. Que está al borde. Que su vida aquí es una duda. Es un movimiento permanente en busca de la unidad perdida. Nos sitúa como mediadores. Dice que el hombre es mediador entre lo celeste y lo terrestre. Somos un ser viviente, vinculante. Fíjense qué definición del ser humano, un ser viviente vinculante y tiene otras como, por ejemplo… «nexo universal» dice que somos el nexo universal.

También ustedes saben que Máximo divide a la creación en el mundo de los inteligibles o de los no visibles y en el mundo de los seres sensibles, que también son los visibles. Y habla de que el ser humano tiene una función mediadora también aquí, entre estos dos aspectos de la creación. En una parte de sus textos, dice que el alma es al ser humano, el alma es al cuerpo y al ser humano lo mismo que Dios al cosmos. Entonces sitúa al cosmos como un cuerpo y a Dios en su cúspide. Y hace una serie de simbolismos y analogías y recurre a pasajes bíblicos para usar ese significado, ese simbolismo. Pero no me quiero ir de tema: dice que el ser humano es el lazo de unión entre el cielo y la tierra. Que el alma está en una zona fronteriza. Quiero ver de qué otro modo lo dice… «el ser viviente vinculante». Fíjense qué términos, qué forma de expresión que tiene.

Este ser viviente, vinculante, ya vamos a ver después la relación con Cristo; este ser viviente vinculante que somos; no es sólo un medio entre un mundo y otro, es también un transformador. Es como si, al resumir en nosotros mismos todo el cosmos; acuérdense ustedes que Máximo dice que el ser humano es un microcosmos. Al resumir en nosotros el cosmos entero y al estar nosotros unidos a todo. Nuestra transformación lo transforma todo, cambia el cosmos. Entonces tomamos nosotros la obra de la creación, las plantas, los animales, todo lo que se nos ha dado en la tierra y tenemos la misión de transformarlo y elevarlo a cada cosa lo más posible en ese movimiento intrínseco de unidad que tiene todo el cosmos.

Vamos de a poco. Dice San Máximo que todo el cosmos está atravesado por una fuerza invisible que tiende hacia la unidad. Más tarde o más temprano todo va hacia el Uno, hacia el que Es, hacia Dios. Las cosas, las personas, las montañas, las nubes, los planetas, cualquier cosa creada tiende hacia la unidad. Aunque a veces no nos parezca, ese es el movimiento universal hacia la unidad. ¿Y cuál es la función del hombre? Colaborar con este movimiento hacia la unidad. Él tiene que ir uniéndose en sí y unir todas las cosas que toca. Máximo nos aporta el significado de que nuestra vida tiene sentido en tanto se dirija a la unidad que es Dios. Y nos sitúa como liturgos. El ser humano como oficiante de una liturgia cósmica universal. De un sacrificio, de un sacro oficio. De una ofrenda a Dios constante en su vida a través de lo que hace por fuera y también dentro, en el alma.

En esa parte más elevada que, como ustedes saben, la Filocalía por una influencia griega llaman el Nous, el órgano de la contemplación. Este órgano de la contemplación, la parte elevada del alma, dice Máximo viene a ser para el hombre lo que es Dios, para el cosmos. Viene a ser el alma para el hombre, lo que es Dios para el cosmos. Es decir, el principio del orden, el principio ordenador general y universal. En esta… en esta liturgia cotidiana, nos volvemos mediadores. ¿Cómo? Como dijimos, transformando lo que tocamos y elevándolo espiritualmente. Máximo dice que mediante la contemplación de los seres sensibles, de los visibles: un animal, una planta, una roca, la lluvia, las nubes, lo que fuera; mediante la contemplación de los seres sensibles y visibles, nos elevamos hacia la contemplación de los seres inteligibles, es decir, aquellos que no se pueden tocar ni ver, pero que se pueden entender, conceptualizar, comprender.

Por ejemplo un ser inteligible serían los ángeles, que no se pueden ver, no se pueden sentir, pero que podemos concebir. Entonces, la liturgia consiste en, mediante la observación y la transformación de lo sensible, elevarnos en el entendimiento, para posteriormente abandonarlo todo y quedarnos con la tiniebla luminosa. Es decir, con ese no saber absoluto; que cuando nos rendimos a ese no saber profundo que el ser humano lleva en sí, cuando nos rendimos es cuando podemos hacer la oración pura; qué es lo más cerca que se está de la unión con Dios, al menos en lo que podemos comprender, según nos dice el confesor. ¿Cómo, cómo puedo hacer para elevar mi visión desde lo sensible a lo inteligible y posteriormente hacia la contemplación de la tiniebla luminosa?

¿Cómo puedo hacer? Acuérdense ustedes, permítanme la digresión… que Máximo toma conceptos de Orígenes, toma conceptos de Evagrio Póntico y de otros por ejemplo los Capadocios que lo preceden. Y hace de eso una mezcla, uniéndolas con la revelación bíblica y no sólo con la exégesis bíblica normal, con la interpretación normal de la Biblia, sino con un modo de leer la Sagrada Escritura muy cargado de simbolismo. Máximo ve en la Biblia, la Escritura, un simbolismo permanente, una alegoría tras otra, un significado encadenado al otro. Y de eso hace su propia cosecha de esta influencia que vino de Evagrio, vino de Orígenes, vino de los griegos, incluso del mismo Platón, a través de otros, con esto del mundo de las ideas o el mundo de lo inteligible y lo sensible. Pero yo me preguntaba recién cómo se hace para ir de lo visible a través de los seres sensibles, llegar a los inteligibles y después a la tiniebla luminosa que nos permite unirnos a Dios, a ese incognoscible tan apofático tan de Dionisio que también Máximo utiliza.

¿Cómo se hace? Hay que tratar de advertir en las cosas las razones de las cosas. Y a través de esta visión, que es una mezcla de intuición y de gracia y de atención plena; a través de esta visión, de las razones de las cosas, de las esencias que viven en las cosas, podemos intuir el mundo inteligible, es decir: el mundo que no se ve, pero que puede entenderse e intuirse, se ha patentizado en el mundo sensible, en el mundo de la materia. El mundo de la materia está informado de lo que no es materia. Es como si estuviera atravesado por lo inteligible. Dice Máximo en palabras casi textuales, después leeré algún párrafo, que lo inteligible y lo sensible se interpenetran constantemente en una relación circular. El uno necesita del otro y se informan mutuamente.

Pero veamos un ejemplo más, más práctico, más entendible: Giovanni Pico de la Mirándola, un nombre muy musical; Giovanni Pico de la Mirándola, un sacerdote, un monje de principios del renacimiento; no quiero decirles el año porque no lo sé, no lo recuerdo ahora… decía que había algo que hacía que el can, es decir, el perro, se comportara caninamente y había algo que hacía que el hombre se comportara humanamente. Y así con todo. Enfatizaba él, esto de la esencia de las cosas y de los seres, hay una esencia que proviene de lo inteligible, que es lo que hace que los seres actúen como actúan, que tengan esa índole particular que los caracteriza. Entonces, cuando nosotros vemos a una mascota, por ejemplo, nosotros observamos a nuestra mascota y nos vinculamos a ella mediante el afecto. Pero esta observación nos permite intuir, por ejemplo… esa, esa bondad innata de estos animales; este no rencor, esa ternura que siempre tienen. Es algo que nos permite adivinar su mirada, su comportamiento. Lo vemos sin esfuerzo. Nosotros percibimos en los distintos animales y particularmente en las mascotas, esa esencia de carácter, ese temperamento profundo que viene desde lo más íntimo de esa criatura. Eso que alumbra a través de sus manifestaciones es lo inteligible que lo atraviesa.

Y así con todo. Es lo que nosotros sentimos o intuimos cuando se desata una tormenta, que a la vez nos puede suscitar pavor o asombro extático, quedamos como maravillados ante una gran tormenta. O cómo se nos refresca el ánimo con la lluvia sobre la tierra recién mojada. Es decir, todo esto dice Máximo, tiene su correlato en el mundo no visible. El cosmos observable tiene su equivalencia en lo no observable… y eso es un camino hacia Dios. Nosotros como humanos tenemos que encontrar estas esencias y colaborar con la creación de Dios, elevándolo todo en consonancia, en armonía con ese otro mundo inteligible. En ese otro mundo de las ideas, diría en términos de Platón… que está más cerca del mundo celestial, pero que no lo es. Y el hombre se encuentra entonces entre-medio, entremedio del cielo y de la tierra.

¿Cómo se efectúa esta liturgia? En parte, como decíamos, observando o intentando con una atención plena, abierta, intuitiva, que invoca la gracia… en parte mediante esa observación esencial y en parte mediante la transformación de nuestras situaciones, de cualesquiera hechos de nuestra vida, en ceremonia de alabanza. Máximo es terminante, nos dice que el sentido de la vida humana no hay que buscarlo ni acá, ni allá, ni más allá; el sentido de la vida humana es ir hacia Dios. Y para eso nuestros actos han de ser liturgia, ofrenda, sacrificio. Máximo, el confesor, nos dice algo hermoso: Que la vida tiene que ser una ceremonia. Es como si fuera una gran eucaristía. Recuerdan que dije al principio que el ser humano está unido a todo; esto lo podemos comprobar… el aire que entra en nuestro cuerpo y nos vivifica, el agua que bebemos, el sol que nos ilumina, comemos elementos que surgen de la tierra. Es decir, todo está interpenetrado como decíamos recién… y al estar el ser humano unido a todo, importa mucho la transformación individual también. Porque aunque nuestros ojos materiales no sepan ver la influencia, mi transformación cambia el universo. Mi cambio lo cambia todo. Eso nos dice Máximo y dota así de un sentido profundo a nuestra vida y aun a los momentos que podríamos considerar más nimios o más pequeños. Cuando nos vamos a dormir, el modo en que nos vamos a dormir, el modo en que despertamos, el modo en que lavamos, el modo en que estudiamos y sobre todo, como ya lo dijimos en la clase pasada, el modo en que amamos.

¿Cuándo es que el ser humano se convierte realmente en un liturgo universal, en ese viviente vinculante, en ese nexo universal? Cuando ama. Amando se produce ya de por sí nuestra liturgia. El deber litúrgico es amar. Esa es nuestra vestimenta, ese nuestro cáliz, esa es nuestra forma sagrada. Ese es nuestro rito sacrificial: Amar, porque cuando amamos al ser microcosmos interpenetramos el cosmos entero. Y aquí viene la vinculación, por supuesto, con Cristo. Cristo, que tenía en palabras de Máximo las dos voluntades la humana y la divina… Cristo vino de modelo, vino a decirnos exactamente cómo se ha de santificar la creación entera. Cómo hemos de santificar el mundo y al mismo tiempo dotar a la vida de un profundo significado. ¿No han visto ustedes que… los hechos y las situaciones desagradables nos agobian mucho más cuando no le encontramos sentido, cuando nos parecen carentes de propósito los sucesos, los hechos? En cambio, cuando alumbra el simbolismo, cuando se nos aparece la alegoría clara todo cambia.

Había un autor, Víctor Frankl, que fue un psicólogo si no me equivoco un judío que estuvo en uno de los campos de concentración en la Segunda Guerra Mundial, era un psicólogo y escribió después un libro muy famoso que se llamó «El hombre en busca de sentido», Viktor Frankl. Se los recomiendo mucho, es muy buen libro. Él observó, viviendo en el campo de concentración, observó que los que sobrevivían eran los que tenían un para qué. Por ejemplo, «quiero sobrevivir para volver a ver un hijo»… o para lo que fuera. Él, Viktor Frankl, encontró el modo de sobrevivir a esta atrocidad que le había tocado, proponiéndose crónicar lo vivido y escribir un libro. Él escribió gran parte de este libro en pequeños pedazos de papel, en servilletas, en elementos que había por allí, tomaba pequeñas notas. Vaya a saber con qué, porque no tenían nada. Y de esa manera él dotó, el llenó de significado la terrible penuria que atravesaba. Entonces nos dice nos deja esa enseñanza. Y dice algo así como que el ser humano puede soportar casi cualquier cosa en tanto tenga un para qué. Y Máximo, por supuesto, está totalmente alineado a esto, porque nos dice que el ser humano que es fronterizo, que no es de aquí ni es de allá, está en un permanente movimiento en busca del descanso que da la unidad.

Es decir, nos demos cuenta o no, pero a partir de ahora podemos atender a esto ¿No? Me doy cuenta de que esto abre una perspectiva muy interesante en el cotidiano. Nos demos cuenta o no, todo lo que buscamos es descanso. Y todo lo que hacemos busca la unidad desde la multiplicidad de la manifestación de lo creado, buscamos la unidad, una unidad que conocemos sólo por intuición, por cercanía… cuando atravesando lo sensible a través de lo inteligible, el nous, llegamos a la tiniebla luminosa donde el ser humano se rinde y dice «Señor, no sé nada». Y anclados en este no saber rendirnos, rendirnos totalmente a la voluntad de Dios».

5 Comments on “Algo de Filocalía

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  3. Muy buena introducción para continuar el curso ya que resume, de manera muy breve, algunos temas vistos. Percibo que poco a poco voy comprendiendo la relación con los dos cursos y como la fenomenología completa y explica elementos vistos en el curso de Filocalia, en muchos aspectos, se complementan. He dado pasos muy pequeños, pero logro ver brotes de algún fruto a partir del estudio y práctica de la oración. Es importante poner mucho de parte de uno y doblegar la voluntad, sobretodo al momento de la oración. Aún en esos estados en que pareciera que no pasa nada, tener la certeza de que la presencia de Dios es infalible, ayuda a mantener la esperanza en que esos pequeños brotes, que pueden parecer una nada, cuando su gracia lo considere conveniente, florecerá esa “obra secreta” (según Merton) que sutilmente, silenciosamente, y en paz, El está moldeando. Quizá tarde mucho ya que mucho hemos vivido y esas experiencias, a veces obstaculizan, como inquietudes mentales, permanecer en la presencia…

    Con respecto a la Santa que he escogido, me inclino mucho por Santa Teresa de Jesús.

  4. «Al resumir en nosotros el cosmos entero y al estar nosotros unidos a todo. Nuestra transformación lo transforma todo, cambia el cosmos. Entonces tomamos nosotros la obra de la creación, las plantas, los animales, todo lo que se nos ha dado en la tierra y tenemos la misión de transformarlo y elevarlo a cada cosa lo más posible en ese movimiento intrínseco de unidad que tiene todo el cosmos.»

    San Pablo habla de eso también en las escrituras:

    Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Romanos 8:19-23

    tenemos la misión de completar la creación y deificarla llevándola al reposo alcanzando nosotros mismos esa plenitud mediante la unión con Cristo.

    PAX CHRISTI

    • Hola Alejandro! Claro que sí, Carta a Los Romanos tiene la verdad un contenido enorme que se puede profundizar más y más y da para diferentes lecturas y comprensiones de significado. Un abrazo hermano, un gusto saber de ti. Cristo te cuide.

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