Geografia mística

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«Del mismo modo, en la oración, la prueba de la aridez es la de la semilla que, antes de madurar y de dar frutos, debe podrirse y morir en la tierra. Semejante prueba forma parte obligatoriamente del aprendizaje siempre doloroso de lo que es la condición esencial para la oración, esto es, la humildad. Gracias a una comparación, totalmente “ecológica”, san Bernardo cantará las ventajas místicas de lo que él llama el “valle de la humildad”, que reconoce en las valles húmedos adonde a los cistercienses les gustaba establecerse, porque son el lugar fértil donde destellan las aguas que descienden a lo largo de los flancos escarpados de las montañas.

Ruusbroec, que le copiará la imagen, agregará otro rasgo a lo que alguien ha llamado la “geografía mística” de los cistercienses, un rasgo que es también muy ecológico. Él hace notar que las pendientes de un valle vuelven a enviar la luz del sol hacia el fondo y así redoblan su efecto: “Cuando el sol envía sus rayos a un valle profundo, situado entre dos montañas, y el astro se mantiene en el cenit del firmamento de modo que sus rayos alcanzan la depresión y el fondo del valle, ocurren allí tres cosas. El valle recibe más luz y la refleja mejor a causa de las montañas; se recalienta y es más fértil que la tierra llana de la planicie”.

Es un fenómeno análogo, considera, al que se produce en un corazón humilde que expone sus deseos no satisfechos ante Cristo, porque, frente a la humildad, la liberalidad de Dios no puede contenerse –afirma Ruusbroec–; ella debe fluir y derramarse casi como a pesar de sí. Y continúa: “Este valle que es el corazón humilde, recibe entonces tres cosas: es más iluminado e inundado de luz; es mejor recalentado por la caridad; se vuelve más fértil en virtudes perfectas y en buenas obras”.

Ya sea bajo la figura de la noche, del invierno o del valle, el hombre de oración se amolda así, no solamente a los ritmos exteriores de la naturaleza, a la sucesión de los días y de las estaciones, sino también a un dinamismo espiritual más profundo, a aquel que hace progresar el conjunto de la creación presente hacia su paso a la nueva creación. Ese paso es doloroso, y su dolor repercutirá en la oración…»

Extraído de «La vida de oración…» en «Cuadernos monásticos…»

Dos audios para hoy:

5 Comments on “Geografia mística

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  2. «Un corazón quebrantado tú no lo desprecias» decimos en el salmo 50. Que Dios nos conceda ese corazón humilde, que mira el dolor como un llegar a ser una nueva creación. .

  3. Buenos días, gracias, me cuesta un poco entender este gran misterio de la oración, lo que si tengo claro es que no importa cual sea la tierra, lo importante es dejar que esa luz que calienta el alma llegue a mi tierra y que el dolor es necesario para llegar a ser una nueva creación, gracias.

    • En la metáfora puedes usar «la tierra» en distintos sentidos. Creo que lo cotidiano sería nuestra tierra. Esos momentos que pasan en lo más simple y que solemos considerar de poco valor. Un abrazo!

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