El lugar del corazón

«El tiempo de las búsquedas infructuosas termina por pasar y el feliz buscador encuentra lo que buscaba. Descubre el lugar del corazón y se instala allí con su intelecto, en presencia de Dios. Permanece ahí como un súbdito fiel ante su rey y recibe de este último el poder de gobernar su vida interior y exterior como le agrada a Dios. En ese momento, el reino de Dios ha entrado en él y comienza a manifestarse con su fuerza natural». (Pág. 71)

«Preserva la atención interior y la soledad del corazón. Que Dios te ayude a permanecer siempre así, pues es lo más importante en nuestra vida espiritual. Cuando la conciencia está en el corazón, el Señor también se encuentra allí. Entonces los dos se unen y la obra de salvación avanza con éxito. la entrada al corazón está cerrada a los malos pensamientos, a las impresiones y emociones mundanas. El nombre del Señor por sí mismo, dispersa todo lo que le es extraño y atrae todo lo que está emparentado con él. ¿Qué temes por encima de todo? La propia estima, la satisfacción por uno mismo, la fatuidad por uno mismo y todo lo que ronda en torno a uno mismo…» (Pag 98)

«Debemos trabajar sin prisa, intensificando nuestros esfuerzos progresivamente, de manera que no sobrepasemos nuestras fuerzas. Sino nuestro trabajo será como una pieza nueva sobre un vestido viejo. La decisión de emprender un esfuerzo ascético debe provenir del interior. A veces ocurre que un enfermo encuentra por intuición el remedio o el antídoto para su mal, porque siente un poderoso deseo de ello». (Pag.142)

Teófano el Recluso en «Sublimidad de la oración interior» – Colección Ichthys – Editorial Lumen – 2011

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5 Comments on “El lugar del corazón

  1. Buenos día, gracias, perseverar, trabajar, por ese deseo interior, que EL me conceda su gracia de ser un alma de oracion, gracias.

    • Hola Gimena! Pues ese deseo que tienes de ser un alma de oración, es Él que te llama a la oración. Así me lo dijeron un día y me pareció un punto de vista que modifica mucho la perspectiva interior. Un abrazo fraterno en Cristo y unidos en el mismo deseo de Dios.

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