A las puertas del templo

Imagen extraída de «La Vanguardia»

27º día

cuarta semana

Nuestra fragmentación interior y la dispersión de fuerzas en las que habitualmente vivimos, tiene mucho que ver con uno de los automatismos más arraigados e inadvertidos que padecemos. Es aquella constante proclamación que hacemos de nuestros gustos y disgustos acerca de todo y de todas las cosas. Este discurso, que se da mayormente en nuestro mundo mental, es tan frecuente que nos ha naturalizado el juicio. Percibir no es juzgar. De hecho tenemos deberes mucho más cercanos que cumplir, que ir por el mundo etiquetando lo que ocurre según nuestras particulares apetencias.

Pero hay muchas cosas que no están bien y que merecen ser cambiadas en el mundo.

Sin duda, pero hemos de ver la viga en el propio ojo (Mateo 7, 1-5) y mientras hacemos esto, que es tarea de toda la vida; podemos aplicarnos a los deberes cotidianos que hacen a nuestro estado de vida o tarea particular y ejercer allí la liturgia del instante. No se trata de no acometer acciones constructivas hacia los demás o hacia el mundo, sino de tener claro nuestro campo de acción en cada momento.

Si trabajas el jardín, estará muy bien que decidas que especies plantar y cuales malezas descartar y que aquello no queda bien en ese rincón y decisiones semejantes, que nacen de tus gustos y disgustos. Pero son atinados, vienen al caso de tu jardinería. Igual si eres político, has de ir hacia la modificación de las leyes que consideras inadecuadas para promover las que te parecen mejor; si te dedicas a la cocina verás que ingredientes son adecuados y probar comidas, aprobando o desaprobando, serán tu diario quehacer.

Nos referimos a los innumerables pensamientos que se corresponden a cada percepción y que no vienen al caso. Ellos, oscurecen nuestra mirada y nos sacan del corazón. Te habrá pasado, que vas al cine con alguien y en lugar de ver buenamente la película, esta persona se dedica a susurrar en tu oído los pareceres que le surgen en diferentes escenas. Esto dificulta tu percepción de la historia, te condiciona y en cierto modo te quita la posibilidad de ver atentamente las escenas. Pues la mente nos hace lo mismo con la vida. Hemos de comprender que a las percepciones puede corresponder el silencio como respuesta. Silencio que es respetuoso de aquello que Dios permite.

Sí, lo veo. ¿Cómo salir de esto? Parece imposible.

Práctica sugerida:

Antes de iniciar las actividades, pon tu mejor disposición para atender durante todo el día, esta cuestión del juzgar o etiquetar automático que nos ocurre. Hay tres modos que son muy útiles para irse acostumbrando a desatender los pensamientos innecesarios. Lo primero, al descubrirte divagando, vete a la repetición de La oración de Jesús. Pide con fervor la gracia del silencio interior, eso que nos permite vivir en Su presencia. Otra forma que complementa la anterior, es abocarte a realizar impecablemente lo que tengas entre manos, transformando lo que haces en liturgia, en ceremonia de íntima invocación.

A este rezar con la conducta u oración implícita, lo puedes ayudar llevando la atención hacia la percepción misma, a través de los sentidos que te sean más afines en la situación. ¿Escuchas el pajarito y su canto? ¿Sientes el agua cálida en tus manos mientras lavas? ¿Ves los matices que la luz del sol pinta en aquel árbol? ¿Sientes el latir de la vida en el cuerpo mientras esperas en la cola del mercado? Estas tres vías, en diferentes grados, nos dejan en el atrio del templo interior.

elsantonombre.org

Aquí el texto y práctica en Youtube y Aquí en MP3

Aquí abajo un audio complementario:

Aquí «Las tinieblas que cubren el rostro de Dios» Primera parte en MP3

6 Comments on “A las puertas del templo

  1. El encuentro de hoy, el aporte de Javier M., confirmo con nitidez el camino que propone este blog. El santo nombre ¡gracias! Mario y Javier por compartir y acompañar con generosidad la gracia recibida

  2. La reunion de hoy y el encuentro con Javier Melloni…..simplemente Divino! Eternamente agradecido Mario.

    • Gracias a ti Juan Francisco por tu presencia y compartir durante los ejercicios. Estamos muy agradecidos también, a esa gracia que está presente en todo y en todos. Un abrazo en Cristo Jesús.

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