Un criterio para discernir

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«… _ Esta experiencia que acabo de pasar me ha enseñado – dijo Rufino – qué fácil es hacerse ilusión sobre uno mismo. Y cómo se puede, sin ninguna vergüenza, tomar por inspiración del Señor lo que no es más que un impulso de nuestra naturaleza.

_ Sí, la ilusión es muy fácil – dijo Francisco – Por eso es tan frecuente. Hay, sin embargo, una señal que permite desenmascararla con toda seguridad.

_ ¿Cuál? – preguntó Rufino.

_ La turbación del alma – respondió Francisco -. Cuando un agua se pone turbia, es claro que no es muy pura. Pasa lo mismo en el hombre. Un hombre a quién invade la turbación deja ver que la fuente de inspiración de sus actos no es pura, esta mezclada. Este hombre está empujado por algo distinto del espíritu del Señor. Mientras que un hombre tiene todo lo que desea, no puede saber si es verdaderamente el espíritu de Dios el que lo conduce.

Es tan fácil elevar sus vicios a la altura de virtudes, y buscarse a sí mismo bajo apariencia de fines nobles y desinteresados. Y eso con la mayor inconsciencia. Pero cuando llega la ocasión en que el hombre que así se miente a sí mismo se ve contradicho y contrariado, entonces cae la máscara. Se turba y se irrita. Detrás del hombre «espiritual», que no era más que un personaje prestado, aparece el hombre «carnal». Vivo, con todas sus uñas, defendiéndose. Esa turbación y agresividad revelan que el hombre es llevado por otras fuerzas que no son las del espíritu del Señor».

Del libro «Sabiduría de un pobre» de Éloi Leclerc – Extraído de Pag 80/81 de la edición de «Encuentro» en Madrid 2018

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One Comment on “Un criterio para discernir

  1. amén, vida ascendente y no temor

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