Ninguna otra cosa que esperar

«Solo nos instruyen propiamente bien las palabras que Dios pronuncia expresamente para nosotros. Pues no es mediante los libros ni por la curiosa indagación de las historias como se hace uno sabio en la ciencia de Dios; esos medios no producen por sí mismos sino una ciencia vana y confusa, que hincha mucho. Lo que nos instruye es lo que nos acontece en cada momento; he ahí lo que forma en nosotros esa ciencia experimental que Jesucristo quiso adquirir antes de enseñar…

El momento presente es siempre como un embajador que declara el designio de Dios. El corazón pronuncia siempre el Sí (fiat). El alma va deslizándose así por todas estas cosas a su centro y a su término; jamás se detiene, va por todos los rumbos; todas las rutas y todas las modalidades la hacen avanzar igualmente hacia la alta mar y el infinito. Todo es para ella un medio; todo es instrumento de santidad sin diferencia alguna.

Lo único necesario se encuentra siempre para ella en el presente. No se trata ya de elegir entre oración y silencio, retiro o conversación, leer o escribir… se trata solamente, de todo aquello que cada momento trae por designio de Dios. He ahí el desprendimiento, la abnegación… para estar en todo en el designio de Dios, cifrando su único contento en llevar el momento presente como si no hubiese en el mundo ninguna otra cosa que esperar».

Tratado del Santo Abandono en la providencia divina (J.P. de Caussade SJ)

(Extractos de pags. 49, 51 y 52 de la edición del Apostolado de la oración, Bs. As. 2006)

Enlaces de hoy:

Homilía del domingo 6º de Pascua

Tres puertas a la oración

¿Quién dirige el barco?

6 Comments on “Ninguna otra cosa que esperar

  1. Amén, vivir un presente y leer cada acontecimiento, allí hay un crecimiento grande

  2. En qué momento EL está en el hondón del alma y con El soy feliz!!!! «No hay otra cosa en el mundo»

  3. …Llevar el momento presente como si no hubiera en el mundo otra cosa que esperar
    GRACIAS!!!

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