El arte y el espíritu

El oficio de cultivo espiritual

primera parte

Si has visto alguna vez a un zapatero experto cambiar una suela o dar brillo al cuero, o tal vez a un esmerado jardinero tratar la tierra en torno a una planta débil que intenta recuperar, sabrás de que hablo. Es que hay un modo, una actitud y un comportamiento que elevan cualquier oficio a la categoría de arte.

Y hay en aquel que ejerce un arte con pericia, una técnica precisa, un conocimiento de la materia y una experiencia que son evidentes. Pero también y sobre todo, hay una entrega, una pasión y un olvido de sí mismo que lo convierten en instrumento de una voluntad mayor. El artista de verdad se corre a un lado y deja pasar algo que no le pertenece, que lo arrebata y le atraviesa. En tal sentido, el que hace arte transparenta lo sagrado en sus obras, es decir Dios se comunica y manifiesta de modo particular en esas obras y en esas acciones.

¿Se puede vivir con arte? Algo de eso hay cuando nos referimos a esto de la ceremonia del instante o del actuar impecable, que también podría decirse en términos menos poéticos como hacer del mejor modo posible lo que toca en cada momento. Este tema es más importante de lo que parece a primera vista. Si esta forma de conducta se transforma en hábito modifica sustancialmente nuestra vida cotidiana.

En realidad si profundizamos en los pormenores de esta «forma de ponerse» ante los acontecimientos, descubrimos que tiene parentesco con el vivir en la presencia, con la oración incesante e incluye la actitud de abandono en la divina providencia. Así como se generan malas costumbres que luego cuesta mucho desarraigar, también podemos acostumbrarnos al bien hacer. Pero, ¿Qué es esto del bien hacer y cómo se relaciona con el tema de practicar un arte determinado?

Podríamos actuar centrados en el presente, con calma, precisión, armonía e integridad en todo momento, pero hace muchos años que nos movemos según nos lo ordena el temor y la inquietud. Hemos aprendido hasta los huesos aquello de pasar al momento siguiente como si se nos estuviera persiguiendo, siempre más allá del ahora, anhelantes, ansiosos, frenéticos, corriendo tras una felicidad de espejismo que se hace más esquiva mientras más afuera la ponemos.

De manera que como no podemos de un día para el otro modificar enteramente el comportamiento habitual del cuerpo y de la mente, necesitamos un punto preciso de la jornada en el cuál aplicar nuestra máxima atención al fortalecimiento del espíritu. A esto se le ha llamado «el oficio de cultivo espiritual». Una actividad a lo mejor mínima, de unos pocos minutos cada día o cada dos días, en donde utilizas algo material para desarrollar lo espiritual. Como veremos al practicarlo, uno descubre que el mundo en realidad no es material sino puro espíritu y que la materia es tan solo una de las formas en las que el espíritu se expresa.

Arte han hecho Mozart, Bach, Miguel Ángel, Leonardo, Shakespeare y el Dante, pero también lo encuentras en la pequeña tienda a la vuelta de la esquina, donde te encuentras el mismo rastro de lo divino en la cálida, colorida y minuciosa disposición de los anaqueles.

Continuará…

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6 Comments on “El arte y el espíritu

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  3. Gracias, una vez más, Mario, por tu compartir tan certero y profundo.
    Ojalá este nuevo año este pleno de esa actitud y ese hacer que nos recomiendas.
    Cristo te cuide y siga bendiciendo tanto a ti como a cada uno de los que forman parte de la Fraternidad.
    Un abrazo invocando el Nombre de Jesús

  4. Ojalá hiciésemos cada uno en cada momento lo que tenemos que hacer «como Dios manda».
    Otro «gallo nos cantaría»…
    Gracias, Mario!

  5. Muchas gracias Mario,que el Año Nuevo esté pleno de bendiciones para vos y para esta comunidad,que tanto inspira y ayuda al encuentro de ese Espíritu que es nuestra Fuente y nuestro destino,Cristo te cuide…Siempre pronunciando sin cesar el Santo Nombre de Nuestro Señor Jesucristo.

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