La paz del corazón
Síntesis de la práctica sugerida en el vídeo:
Elegir un espacio de tiempo para orar o meditar, a solas en un rincón tranquilo. Luego de relajar el cuerpo invocamos a Jesús unas cuantas veces, con nuestra frase de preferencia, hasta que la oración vaya silenciándose en la mente. Sintiendo una mayor relajación y recogimiento me dejo ir hacia ese espacio de silencio más interno en el que me agrada permanecer. Cuando aparezcan pensamientos los veo pasar mientras tomo nota mental de su temática (de aquella problemática en torno a la cual giran) y vuelvo a deslizarme hacia el silencio o la oración si fuera el caso. (Cuando suena la alarma, tomo nota en el cuadernito que tengo a mi lado y si puedo, vuelvo a iniciar otro espacio de tiempo igual al anterior).
Realizar esta práctica algunas veces suele dejarnos claro por donde las pasiones nos presionan con más fuerza en esta etapa de nuestra vida. El denominador común de todas nuestras divagaciones nos da una pista importante acerca del velo que nos opaca la mirada espiritual en el cotidiano.
me impresiono que solo podían lavar su hábito dos veces al año, seria una costumbre de esa época ?
Hola! En parte responde a las condiciones del lugar, en general los desiertos de Nitria, Scetis y del Sinaí y la escasez de agua en ese medio. Pero también tenían asociado el baño como una posibilidad de caer en la sensualidad derivada del contacto con el propio cuerpo y los impulsos que podían derivar de aquello. En el libro «Historia del monacato primitivo» de García Colombás tienes una muy buena reseña de la vida monástica y sus condiciones y costumbres en la primera época del cristianismo. Gracias, un saludo fraterno.