La paz del corazón
Necesito tu compañía ahora mismo,
tanto como necesité la compañía
de Pedro, Santiago y Juan
en Getsemaní.
Ellos se durmieron, es cierto, pero Yo los sabía allí,
y su sola presencia
era consuelo para mi agonizante Corazón.
Temes las distracciones, la divagación,
y los pensamientos zonzos;
estos no me ofenden,
pues no son más que moscas
zumbando en el fondo.
Yo estoy atraído por tu presencia ante Mí.
¿Te perturba que diga semejante cosa?
Es que estoy absorto por ti:
mis ojos reposan sobre ti; mi corazón es todo tuyo;
te estoy escuchando atentísimo;
y todo mi foco está concentrado en ti,
cuando vienes a buscarme.
Créeme que Yo estoy completamente fascinado por ti,
y pronto estarás tú completamente fascinado por Mí.
Te hablo aquí usando palabras humanas,
empleando el idioma de la amistad, del afecto, del amor.
Estoy presente aquí
con toda la sensibilidad y ternura de mi condición humana.
Estoy aquí ofreciéndote mi amistad,
dispuesto a pasar tanto tiempo contigo
cuanto tú estés dispuesto a pasar conmigo.
Te quiero cerca:
tan cerca como Juan lo estaba cuando, en mi última Cena,
apoyó su cabeza sobre mi pecho.
Una plegaria como ésta no puede ser calculada o medida
en términos de minutos y horas.
Es lo que es y es así en tanto permanezcas en mi presencia.
Aun cuando el tiempo de tu adoración haya terminado,
Yo permaneceré contigo.
Estoy en ti, todo atento a ti, todo amante,
listo en cada instante para entrar en conversación contigo,
para fortalecerte ante la tentación,
para confortarte en tus penas,
para ser una luz en tus tinieblas.
Requiere tan sólo un poco de fe
darse cuenta que uno nunca está solo,
y percibir mi presencia,
mi disponibilidad a comunicarte a Mí mismo sin palabras,
por una infusión de mi gracia.
Aprovecha lo que te estoy diciendo ahora
para confortar a otros que luchan en su plegaria,
a los que consideran difícil y ardua la oración,
y cosa excepcional en la vida de la gente común.
Puesto que para el hombre que busca mi Rostro
y desea descansar sobre mi pecho,
Yo hago de la oración algo muy simple:
silente, apacible, purificante, y divinamente provechoso.
Un monje benedictino irlandés
Tomado dela Página en Facebook del Monasterio del Cristo Orante
ver link arriba
Gracias Señor por Tú compañia; tengo miedo de apartarme de Tí, ¡ayudame! que no Te abandone nunca.
Quiero reposar mi cabeza como Juan en Última Cena y decirte sin palabras que te amo…siempre estás presente en mi corazón esté donde esté…y cuando voy a tu encuentro me lleno de paz,a veces sin decirte nada.
Gracias por iluminarnos el corazón con este hermoso mensaje, un abrazo, bendiciones!
Gracias mi amado y adorado Jesús por permanecer en mi corazón y en mi alma. Gracias amado Maestro por darme siempre tu santa y verdadera Palabra. Gracias oh mi alabado y glorificado Resucitado de Jerusalén por permitirme ser miembro de tu santa iglesia católica, la única y verdadera, la fundada por Ti. Señor Jesús no te apartes jamás de mi lado, y permíteme vivir siempre en tu presencia. Como los discípulos de Emaus, “quédate Señor conmigo”.
Muy bueno..¡¡…me hizo sentir la presencia de Cristo cercano y amigo,oremos para que todos puedan percibirlo de verdad en sus vidas, especialmente los que no lo conocen..Gracias..
Cuanta paz y gozo sentí al leerlo, parecía que estaba en mi ermita y comenzaba mi vida monástica y el Señor comenzó a hablarme de esa manera. «¡Gracias.a todos y Ti mi Señor por estos momentos de paz y amor. Sólo quiero estar contigo; y se que cuando me dedique a los deberes de mi estado Tu vas a seguir estando conmigo y voy a estar siempre,deseosa de que llegue la hora para reunirnos otra vez!»
mensaje hondo y luminoso para mi corazón que desea dejar de estar inquieto por el mañana… GRACIAS
JESUS ENTRA EN MI CORAZON Y EN EL DE TODOS MIS SERES QUERIDOS Y PERMANECE POR SIEMPRE, AMEN.
Gracias Muchas Gracias!!! bàlsamo para mi corazòn!
muy bueno
Solo CRÏSTO Ama de esa manera, aprovechate
¡Qué belleza!
Gracias, simplemente gracias.
Unidos en la invocación del Santo Nombre