La paz del corazón
«Sabe el Señor que los pensamientos del hombre son insustanciales (Sal 93/94, 11)
«Sígueme». «Ven y sígueme» (Jn 21, 19)
Señor, ¿cómo me exiges, para ser discípulo, que deje todo, hasta mí mismo, si conoces que los sentimientos del corazón humano son egoístas? Tu exigencia parece sobrehumana, y si las condiciones para ser discípulo tuyo son las que dice tu evangelio, ¿quién puede seguirte?
En un ímpetu del carácter hasta puedo hacer un acto generoso y aceptar algún despojo, pero después me encuentro aferrado a una idea, un objeto, un afecto humano… Aun en el mejor de los casos, nunca me veo libre del todo de mí mismo y, aunque con los labios pronuncio deseos nobles y al hacerlo se ensancha mi interior tan sólo por imaginar que voy detrás de ti, a la hora de la verdad, constantemente se entremezclan prioridades humanas, gustos y apetencias sensibles que no son tu rostro crucificado.
Como los discípulos cuando te dijeron: «Señor, ¿quién puede salvarse?», yo te confieso que en el afán de serte fiel, siempre veo que no lo doy todo. Si debo ser coherente y hacer cálculos con mis fuerzs, la solución parece evidente: «Señor, no puedo». Y sin embargo, si soy sincero, a pesar de que siento constantemente la quiebra de mi fidelidad, nunca me ha sucedido la determinación de abandonarte. Debo reconocer que los momentos más felices de mi vida los he tenido cuando he caminado detrás de tus huellas.
No dejes que me encierre en mís mismo, ni que me confundan mis sentimientos. No te canses de pronunciar mi nombre y de decirme: «El que quiera venir detrá de mi, que tome su cruz y me siga». Quizá ésta sea la única posibilidad: no tanto la de ceerme valiente, generoso, radical, sino la de caminar detrás de ti con el peso de mi fragilidad. Tal vez sea éste el secreto: por gracia de tu Éspíritu, aunque en mi corazón se aposente la mezquindad, seguir siempre detrás de ti, de tu misericordia, andar a cuestas con mi mediocridad, con mi dualidad, mis contradicciones…, mas siempre detrás de ti. Seguir con la pesadumbre de saberme constantemente frágil, incapaz, mas detrás de ti.
No dejes, Señor, de invitarme, por más que rehuse mentalmente tu programa. Que oiga de ti, como tú sabes decirlo, «Sígueme. Ven y sígueme. Vente conmigo». Que por tu misericordia nunca me desvé de este sendero, en el que tú me precedes.
ÁGEL MORENO, de Buenafuente.
«VOZ ARRODILLADA». Relacion esencial. Narcea Ed., Madrid, 2002, pp 45-46
Señor no permitas nunca que me aparte de ti.
la paz este con ustedes. Gracias por las enseñanzas que recibo a diario. mi sueño es llegar hacer una carmelita descalza y por eso los necesito cada dia por que de estos pasajes aprendo a conocer a jesus mas intensamente .QUE DIOS LOS BENDIGA.
¡Gracias Señor por permitir incorporarme a la Iglesia de la cual Tú eres Cabeza invisible y por u mérito, mi libertad y el Amor con que me Amas siempre me das nuevas oportunidades y sé que algún día estaré junto a Ti eternamente con toda la felicidad que quepa en mi corazón y con el orgullo de la Obra de mis Hermanos, y hácia Ellos gratitud…!
¡Gracias Señor por permitir incorporarme a la Iglesia de la cual Tú eres Cabeza invisible y por Su mérito, mi libertad y el Amor con que me Amas siempre me das nuevas oportunidades y sé que algún día estaré junto a Ti eternamente con toda la felicidad que quepa en mi corazón y con el orgullo de la Obra de mis Hermanos, y hácia Ellos gratitud…!
Siempre sigo tu camino Senor.
PAZ Y BIEN, QUE BELLO COMENTARIO AL SEGUIMIENTO E INVITACION DE CRISTO NTTRO SEÑOR, BENDICIONES
LA PAZ. Muy buenos días. Por esto CREO. Porque es REAL, PRESENCIAL, TANGIBLE Jesucristo para mi.
Una visita inesperada y muy muy inmerecida de Señor en el comienzo de este Jueves 19 de Noviembre de 2015; que leo en el calendario que es San Crispín, Fausto y Matilde.
Digo esto porque DIOS se ha valido de Ángel Moreno para darme ÁNIMO, mucho ÁNIMO. Ésa que describe el texto soy yo; hasta la última tilde. ¡Qué barbaridad! ¡ Cúanta tristeza si me miro a mi misma! Perooooooo, el gran regalo de hoy para mi es que Jesús también conoce esto de mi:
Y sin embargo, si soy sincero, a pesar de que siento constantemente la quiebra de mi fidelidad, nunca me ha sucedido la determinación de abandonarte.
Gracias, gracias, muchísmas gracias.