El aliento que busca a Dios

«En nuestro camino espiritual a veces nos sostiene la devoción, esa unción que nos inflama como un fuego interior, que hace fácil la oración, la conciencia de la divina presencia, la caridad fraterna…

La mayoría de las veces nos sustenta cierta unción y la fe. Aunque hay momentos en que solo nos apoyamos en la fe. La fe puede ser un buen cimiento.

Pero en algún momento de nuestra vida espiritual es posible que se nos manifieste una fe desnuda, no viene la emoción que suele acompañarla, es como una fe sin motivos, que se presenta desarraigada. En esos momentos orar cuesta, elevar la mente a Dios es difícil y la vida terrena aparece muy desconectada de lo espiritual.

Finalmente para algunos incluso, en momentos difíciles de la vida del espíritu, se presenta una ausencia de toda fe. La desesperanza invade su mirada.

Mucho daño ha hecho a la vida del alma la visión cientificista actual, que nos habla de un mero mecanicismo biológico, de una lenta evolución en donde las especies más fuertes se imponen en medio de un panorama de cruda violencia. La ciencia nos presenta una visión del universo carente de amor, abandonado el ser humano a su suerte, la vida nace y muere carente de sentido.

Creo que esta visión hace mella en todos los creyentes, al ser hoy la opinión imperante en la sociedad. Esta nos influye desde los medios, hoy más diversos que nunca y desde la misma cotidianeidad en la relación con los otros, también tomados e influidos por esta concepción.

Podríamos así creernos y a sentirnos desconectados de Dios. Para muchos Dios podría pasar a ser una mera creencia, luego una idea y finalmente su recuerdo no tendría consecuencias en nuestra conducta.

En realidad, nunca estamos desconectados de Dios, de Cristo. Nuestra vida está envuelta en Su gracia. Su presencia todo lo abarca.

A la mirada actual se le ha hecho opaco lo transparente. Damos la vida y las maravillas de la existencia por sentadas y tendemos a vagar en pos de cosas secundarias; nos preocupamos mucho por lo que no lo merece.

A veces, despertamos. Se producen en nosotros experiencias que nos muestran más claramente la unión absoluta entre nosotros y Dios. La percepción de la belleza, la experiencia del perdón, del reencuentro, la vivencia del amor filial o del matrimonio o de la amistad, la solidaridad, la cooperación… nos hacen sentir la conexión.

En esos momentos nos parece que todo tiene y ha tenido sentido y las cosas y hechos se resignifican. Pero luego este estado vuelve a ausentarse y podríamos decir como dijo el santo:

«¿Adónde te escondiste,
amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti, clamando, y eras ido.»

La naturaleza corporal es mudadiza por esencia. Sometida a numerosos humores y estímulos, se regenera de continuo en función de las necesidades biológicas de su propia impronta. Si pretendemos uniforme sensación de bienestar vamos mal encaminados, porque los ciclos y ritmos del cuerpo afectan las emociones, sentimientos y pensamientos.

Pero podemos darnos cuenta que a pesar de la variación de las circunstancias corporales y mentales (mayor o menor devoción, mayor o menor salud, mayor éxito o fracaso en los emprendimientos etc.) siempre hay algo fijo que «observa» todo ello. Ese espíritu consciente que no nos deja nunca, es el hijo de Dios que somos, el que ora de continuo e invoca Su Nombre Santo.

Practicando durante años la oración de Jesús, en lo secreto del alma, llega a percibirse la propia identidad como la de aquel instante previo a la oración misma, como «el sitio desde donde la oración brota». Uno se identifica con el clamor eterno del universo en busca del Padre, del Creador… del Hijo, del Redentor.

¿Qué hay antes de cada frase de la oración? ¿De dónde y cómo surge este aliento que busca a Dios?

Esa mirada interior del alma que observa todos los movimientos del cuerpo y que mira, a veces abrumada, los movimientos mentales; esa luz que observa las cambiantes circunstancias del mundo y de la vida; esa es el alma en su centro, lo que somos, hijos de Dios.

En la aridez y el dolor, oremos; en la dicha y el gozo oremos; en la confusión y en la claridad oremos; con devoción o sin ella… oremos en toda situación. Convertir cada experiencia, aún la más cotidiana y sencilla en oración es posible y nos identifica con nuestra real naturaleza de Hijos de Dios.

«El Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables»  (Romanos 8, 26)

Texto propio del blog

10 Comments on “El aliento que busca a Dios

  1. «Mucho daño ha hecho a la vida del alma la visión cientificista actual, que nos habla de un mero mecanicismo biológico, de una lenta evolución en donde las especies más fuertes se imponen en medio de un panorama de cruda violencia. La ciencia nos presenta una visión del universo carente de amor, abandonado el ser humano a su suerte, la vida nace y muere carente de sentido.»

    Respecto a este tema escribí una entrada en mi blog peronal, a lo mejor es un poco largo para ponerlo aqui pero quizas le sirve a alguien:

    El nihilismo, la autodestrucción, y el ocio autodestructivo es una reacción lógica y creo que la actitud más consecuente ante el sinsentido de la vida. ¿Para que esforzarnos en nada si somos producto de la casualidad, vamos a desaparecer y no va a quedar vestigio alguno de nosotros ni de nuestras obras? Nuestra generación, salvo raras excepciones, ha nacido en medio del abismo. No hemos recibido ninguna «educación» religiosa en el sentido de que no hemos crecido con la idea de que Dios es. Incluso está viva esa tendencia que mira con menosprecio a la religiosidad calificándola de un recurso para los cobardes que no se atreven a aceptar la angustiosa realidad de nuestra condición; aunque he de decir que estoy de acuerdo con los que dicen que quien no se haya hundido en la desesperación y no haya experimentado esa condición de ser sin Dios tomando plena consciencia del vacío existencial, del sinsentido de la vida y desde ese abismo de desesperación se haya vuelto a Dios, no podrá experimentar La Verdad de Dios plenamente.

    Este hecho, el no haber sido educados con la idea de que hay un Dios, ya sea en el sentido monoteísta, Cristiano, judío o musulmán o en un sentido más oriental, pero que mantiene la trascendencia de la vida sobre la muerte física, ha supuesto la cercenación de toda concepción espiritual de la vida social e individualmente y ha influido enormemente en la psicología de las personas de occidente y creo que es la raíz de muchos trastornos de ansiedad y otros trastornos «psiquiátricos» que intentan tratarse con soluciones materiales (pastillas) o de naturaleza psicológica que, si bien pueden paliar los síntomas, no pueden solucionar el problema de raíz, ya que este es de naturaleza espiritual. No soy psicólogo pero por experiencia propia creo que la oración, el dedicar un rato a desahogarse con Dios con la esperanza de que se es escuchado, sería la mejor medicina en muchos de estos casos.

    En parte creo que esto (esta era de oscurantismo espiritual) era necesario para desligar el concepto de Dios de la institución de la iglesia (que ha cometido muchos abusos aunque con todo y con ello, en términos generales, considero que su vigencia en la historia ha sido muy positiva aunque solo sea por haber transmitido el mensaje de Cristo, y eso sin contar las miles de almas que han sacrificado sus vidas haciendo el bien bajo sus filas) en la psicología de las personas y llevarlas al verdadero conocimiento de Dios en Jesucristo. Me refiero a que considero que la institución de la Iglesia es un medio valido para cultivar la relación con Dios pero no se puede sustituir a Dios por la institución de la Iglesia, ni reducir la relación de uno con Dios a su relación con la institución de la iglesia, ni reducir la verdadera vida espiritual, que consiste en el verdadero conocimiento de Cristo en Espíritu y en Verdad y en una relación personal con Él, a cumplir una serie de rituales y a persuadirse uno a si mismo de que cree una serie de dogmas… Y lo mas importante, creo que era necesario o de alguna manera Dios se está sirviendo de ello, para que el hombre compruebe que la libertad no está en vivir sin Dios y que Dios no nos quita la libertad sino que Dios es nuestra libertad; Para destruir todos los conceptos falsos y los prejuicios que se habían formado alrededor del concepto «Dios» y redescubrir a Dios.

    Nietzsche vio este estado de cosas y escribió «Dios ha muerto». Y ante este abismo en que nos encontramos y ante el nihilismo ofreció el concepto de «superhombre», que según entiendo es el hombre que, de su propia voluntad, construye sus propios valores haciéndose Dios de si mismo en contraposición al Cristiano «esclavo» que vivía en una especie de temor de Dios insano y vivía obedeciendo preceptos, no porque creyese en ellos, sino por temor al castigo de Dios. Paradójicamente este concepto de «superhombre» bien puede estar inspirado en Jesucristo, a quien Nietzsche admiraba y de quien decía que había sido el único Cristiano.

    Cristo es el paradigma de los cristianos y los cristianos, los que tienen el Espíritu de Cristo, están llamados a reproducir su imagen. Están llamados a ser libres, a ser Cristos, a caminar en unión con Él así como Él, hecho hombre, anduvo unido a su propia divinidad. Están llamados a seguir los pasos de Cristo hasta la cruz y hasta el trono de Dios Ap3:21. Cristo no nos ha llamado a ese estado de temor de Dios insano y neurótico. No nos ha llamado para hacernos esclavos de un Dios que nos impone unos valores externos ajenos a nosotros mismos sino que ha venido para liberarnos de todo lo que no somos y regalarnos de nuevo nuestra verdadera identidad, el conocimiento verdadero de nosotros mismos, nuestro verdadero nombre. Dios es la fuente de nuestro ser y nuestra condición en este mundo es la de estar separados de Dios. Cristo, Dios-Hombre ha cubierto ese abismo de separación para volvernos a unir a Si y que podamos ser nosotros mismos y no una sombra de lo que realmente somos separados de la fuente de nuestro ser, Dios. Cristo nos ha llamado para hacernos Reyes y libres, no esclavos. El Cristiano que camina en el Espíritu no obedece normas externas en las que no cree movido por el temor sino que, unido a Dios, recibe su ser de Dios y este Ser que recibe es su propia ley. A esto se refiere San Juan de la Cruz cuando en su esquema de «la subida al monte Sion», describiendo el final del camino, el estado místico de unión con Dios escribe: «Ya por aquí no hay camino porque para el justo no hay ley; él para sí se es ley». Esta es la libertad de los Hijos de Dios, ni más ni menos que ser quien realmente son por estar unidos a la fuente de su ser, Dios.

    Esto es diametralmente opuesto al superhombre de Nietzsche en cuanto a que el superhombre de Nietzsche se crea a sí mismo, es su propio Dios, mientras que el Cristiano recibe su Ser de Dios pero similar en cuanto a que tanto el Superhombre de Nietzsche como el Cristiano son ley para sí mismos. La diferencia es que El superhombre de Nietzsche es la fuente de sí mismo mientras que el Cristiano todo lo recibe de Dios.

    Ahora bien, este camino de conocimiento de Dios y de uno mismo pasa por la muerte en nosotros de todo lo que no somos, de nuestro falso yo egoísta contrario a Dios, del que Cristo nos ha de liberar, del cual brotan todas las tendencias humanas pecaminosas y egoístas contrarias a Dios: el orgullo, la codicia, la envidia, la maldad… que nos esclavizan y nos separan de Dios haciéndonos infelices. En este sentido la vida del Cristiano es una vida de lucha permanente contra uno mismo, contra su falso yo, hasta que haya vencido a los enemigos de Dios en sí mismo y Cristo haya destronado al anticristo, el falso yo egoísta «que se sienta en el trono de Dios haciéndose pasar por Dios» 2 tes 2:4, «haya puesto a todos sus enemigos (en nosotros) por estrado de sus pies» 1 cor 15:25 y reine sobre toda la tierra de nuestro ser. Esta es la victoria interior que después se ha de hacer manifiesta en lo exterior. La redención de toda la creación. Cristo jamás nos prometió una vida fácil sino una vida plena de sentido.

    En definitiva, en esta era vacía de sentido en que la iglesia ha perdido su vigencia y en que las juventudes vagan sin rumbo buscando respuestas donde no las hay y saciarse en lo que no sacia animo a las personas a acercarse a Jesucristo, el único que puede dar pleno sentido a sus existencias y conducirles a la verdadera felicidad y a la verdadera libertad: la unión con Dios. A todos aquellos que arrastran cargas pesadas de remordimientos decirles que Jesucristo no os va a echar nada en cara. El desea que vayáis a Él para liberaros de vuestras culpas y de todo lo que os pesa más que vosotros mismos.. y a todos los que sufren, que al fin y al cabo somos todos, porque no se puede ser feliz sin Dios, puesto que estamos hechos para Él y nuestra condición natural es estar unidos a Él. Decirles que Jesucristo es, que está ahí y que ayuda a quien se lo pide, y que muchos hemos experimentado su ayuda, nos ha rescatado de abismos profundos y ha dado sentido a nuestras existencias. Deciros que no estamos dejados de la mano de Dios, que no somos producto de la casualidad, que hay un sentido para todo.. Y animaros a todos a que os dirijáis a Jesucristo y os desahoguéis con Él, le pidáis ayuda, explicaciones, o lo que sea que os salga…Él está ahí y os escucha.

  2. En esta confusión en que me encuentro,en la provocación y aridez de este mundo, solo encuentro mi paz y alegría en esos instantes breves pero maravillosos en que siento el amor de Jesús en esta pobre criatura.

  3. Cuando veo a cualquier padre con su hija (bebé, o muy niña, o muy joven) en momentos de gran complicidad y cariño, encuentro el débil pero brillante reflejo del amor paternal de Dios y de la relación con Él para la que hemos sido llamados a la vida: confianza sin fisuras, ojos que miran con admiración, risas, bromas y juegos, unión, la pequeña mano en su mano, espontaneidad, el alma deseosa de aprender, el cuerpecito que descansa o se refugia en sus brazos.
    Dios Padre, papá Dios.

  4. Gracias . Me ayudan mucho estas palabras.
    Estoy pasando por un tiempo de mucha confusión. Quiero encontrar un rincón en mi casa para rezar. Convivo con mi hermana y sus dos hijos. Y no encuentro el lugar donde hacer mi oración.

  5. al final ese deseo profundo de orar en todo momento, en toda ocasión y en toda circunstancia parece ser que es lo único que hemos de mantener y que nos puede mantener. Todo lo demás es bastante difuso. Si ese pequeño o gran fuego, dependerá de momentos y circunstancias, no se apaga, yo creo que nada nos podrá destruir o dicho de otro modo , nada nos podrá separar del amor de Dios.
    Gracias por la aportación.

  6. O mio Gesù.Oremus
    Oggi martedì offro il tuo Volto Santo per il mondo intero e tutti i sacerdoti del mondo..
    Vorrei consolare te e la tua Santa Madre che pianse il tuo Santo Volto e dirvi Grazie.
    Lo Spirito procede con gemiti ineffabili per noi…
    Almeno ringraziamo e Preghiamo!!!
    Uniamo le nostre umili voci.
    L Amore.Gesù è sempre con noi.
    Alleluia,Amen.

  7. Señor Jesucristo, hijo de Dios, gracias por estos textos que nos ayuda tanto.

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