La paz del corazón
Un hermano preguntó al patriarca Agatón acerca de la fornicación. Éste le dijo: «Ve, arroja tu incapacidad ante Dios y encontrarás descanso».
– Apo 103 [Alf, Agatón 21]
También los monjes del desierto percibían su sexualidad. Pero no estaban influidos por la temerosa moral sexual que ha caracterizado a muchos cristianos hasta tiempos recientes. No estaban obsesionados por su sexualidad, no la suprimían ni la reprimían. Sabían que los institos sexuales se despiertan una y otra vez, y también que corremos el riesgo de estar condicionados por ellos.
Nuestra fantasía imagina aventuras sexuales. En ellas cometemos continuamente adulterios y deseamos tener compañeros o compañeras más atractivos. Muchos cristianos se sienten aterrorizados por tales fantasías y se forman de inmediato una pésima opinión de sí mismos. Tratan de reprimir su sexualidad. Pero esto les lleva a pensar de continuo en sí mismos y a obsesionarse con ello. Como consecuencia, después quieren husmear en las debilidades sexuales de los demás.
El patriarca Agatón nos indica otro camino. Sencillamente, tenemos que arrojar ante Dios nuestra incapacidad de mantener bajo control los impulsos sexuales. De este modo no seremos dominados por ellos. No debemos, por tanto, reprocharnos el hecho de no ser capaces de controlar nuestra sexualidad. No debemos apretar los dientes y creer que debemos dominarla por completo. Ella es parte de nosotros y volverá a despertarse una y otra vez. Hemos de tenerlo en cuenta. Pero no debemos dramatizar, sino aceptar este hecho y ofrecer a Dios nuestra incapacidad. Esto nos proporcionará quietud, una quietud que puede consistir en mantener calma cuando nos vemos sometidos a tentaciones sexuales, porque no las observamos con angustia, sino que sencillamente las aceptamos ante Dios como parte de nuestra existencia. También es posible que la sexualidad se sosiegue. Si no luchamos continuamente contra ella, se apaciguará sola. Éste es un camino de liberación y nos ofrece mayor amplitud y libertad que de las sendas que nos indicaban las obras edificantes de principios de siglo XX.
Anselm Grün
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A mí si que me gusta Anselm Grün,no quiero tratar de defenderle pero creo que el tema de la sexualidad y de la afectividad está muy influido por la psicología,y debemos hacer uso de ella para abordar estos temas.
Creo que es necesario normalizar las cuestiones de la «carne»,no debemos verlo como un tema «tabu».Yo soy célibe y tengo tentaciones como todo el mundo,no las niego porque forman parte de mi realidad animal,pero como también tengo una realidad espiritual y soy consciente de la vocación a la que el Señor me ha llamado;cuando me sobrevienen estos pensamientos no me escandalizo ni me rechazo a mí mismo,simplemente no me regocijo en ellos dejándolos pasar.
Es cierto que en los momentos de tentación debe adquirir importancia el plano de la humildad,y pedir siempre a Dios la Gracia de mantenernos fieles a nuestros ideales vocacionales,para no sucumbir a la materialidad de la concupiscencia.
Dios os bendiga
No estoy de acuerdo en parte con el texto. Creo que los deseos de la carne se mitigan ante todo con profunda humildad ante Dios pidiéndole la gracia de la castidad según nuestro estado, y la confiada oración a la Virgen María, y en lo que a nuestra parte respecta, debemos procurar los medios necesarios para la castidad a través de una ascesis diaria traducida en pequeñas acciones tales como cuidado de la vista, huir de la ocasión próxima, evitar familiaridades, conversaciones, cuidar la sensualidad, etc., creo que ésto es lo que nos enseñan los Santos como por Ej. Santo Tomás, San Francisco de Sales, San Alfonso María Ligorio, San Bernardo, entre otros
Solo sé que El me Ama y siempre me Amó y yo me siento Amado así como soy , lo mismo a mi esposa e hijos , me pide coherencia y como dice el texto , pongo mi confianza en mi Redentor , llevado de la mano de María y si alguna vez cayere Ella me lleva al confesionario de donde salgo mas fortalecido , sobre todo en la humildad y reconocimiento de mi nada .
Entiendo un poco mejor porque no me gustan los textos de Anselm Grün tan poco espirituales y tan llenos de psicología, de la que se vende muy bien.
Que me ha dicho este texto? Nada. Mi vida no tiene nada que ver con este comentario. Lo que he descubierto en mi vida: una mirada limpia sobre mí misma y sobre los otros porque todos somos imagen y semejanza de Dios. La sexualidad como don que hace de mí una mujer con la capacidad de ser esposa y de ser madre y que ha hecho de mí una hermana universal, viviendo de la exclusividad de Dios. La castidad, armonía, equilibrio don de Dios en todos estados de vida: matrimonio, celibato, viudez.
Somos criaturas, y por tanto estamos supeditados a la carne, somos seres débiles y vulnerables a las tentaciones, los malos pensamientos e incluso el pecado mismo; lo importante es tener presente que también somos seres que procedemos de la Divinidad, esto es, de Dios, y como tales gozamos de gracia, amor y compañía, simplemente nos resta reconocernos pobres y necesitados ante ese maravilloso Dios. Tratemos de ayudarnos con buenos hábitos de vida, oración y ayuno…