La paz del corazón
También puede decirse:
Si el contento, la percepción de la Presencia y la santa indiferencia fueran cuentas en un collar, La oración de Jesús sería el hilo que las une y las mantiene en su sitio.
El contento:
Cuando decimos “contento” nos referimos a una actitud de serena y suave alegría, que se asienta confiada en la providencia de Dios y en que todo sucede merced a Su designio. Este designio se sabe o intuye siempre es para bien, sea un bien inmediato o futuro que aún no se alcanza a ver.
Si todo anda bien y hay contento, agradecer.
Si hay dificultades y persisto en el contento, la fe se fortalece.
Si en graves situaciones permanezco en el contento, la fe se torna inconmovible.
La divina Presencia:
Cuando decimos que la divina Presencia es perceptible nos referimos a una experiencia a través de los sentidos y el entendimiento que puede ser fugaz o asentarse como fondo de las demás percepciones de manera habitual o permanente.
Se vivencia como un funcionamiento pleno de los sentidos y de la atención; la belleza se patentiza en la creación (objetos, criaturas y situaciones aparecen nimbadas de una cierta sacralidad) y hay claridad mental. Comprensiones espontáneas del sentido de los acontecimientos no suelen ser infrecuentes.
La divina Presencia siempre está presente (Hechos 17, 28) pero el ruido mental impide su percepción. Cuando estoy en los pensamientos no advierto a Dios en todo y todas las cosas.
La santa indiferencia:
Cuando decimos santa indiferencia, nos referimos a un estado de sana despreocupación activa y responsable.
A una conducta que realiza lo que considera su deber en cada situación, pero que permanece consciente de que los resultados de las acciones dependen solo de Dios.
Esto permite además una mayor eficacia ya que hacemos de manera funcional sin la tensión que deriva de creernos los responsables absolutos de lo que suceda.
«De fundamentos para la espiritualidad del peregrino ruso» © Texto propio del blog
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Ahora lo veo más claro: la oración de Jesus nos permite andar en el contento, en la divina presencia y en la santa indiferencia.
Revisando el blog para corregir y ordenar, vengo a encontrarte José con un comentario sin responder 🙂 ¿Cuántos habrá que se han pasado por alto? Un abrazo hermano, invocando el Santo Nombre de Jesús.
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