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Muchísimas gracias por la claridad en la exposición.
Tengo alguna duda en general.
Creo que a las persona de carácter primario les es más difícil el tomar distancia en un primer momento de un arrebato de ira, por ejemplo, la teoría está clara, pero ¿cómo evitar ese «primus pime» que diríamos, condiciona nuestras acciones?
Por otro lado. en ocasiones la oración se asemeja a un decir sin corazón, y esto se me hace difícil, el darme cuenta de que sí, la digo, pero como que falta alma en lo que digo, por más que desease que fuese de otro modo. Aunque en ocasiones se dan ambas cosas.
Y por último una duda de tipo técnico, no sé si cada vez que hago un comentario debo clicar en las casillas de la izquierda. Gracias.
En el Nombre de Jesús sigamos orando. Gracias por todo.
Hola María! Si entiendo bien la pregunta diría que llevar nuestra atención a un punto en el cual permanece como «testigo» del actuar de la persona y acostumbrarnos a orar desde allí, nos va permitiendo generar un espacio entre el estímulo y la reacción al estímulo que se genera en nuestro cuerpo y nuestra mente. Este «espacio» o distancia nos da tiempo para cotejar espontáneamente, en impulso inicial con la enseñanza evangélica y en cierto modo optar por la conducta coherente a nuestra conciencia moral. En cierta manera es un entrenamiento hacia la «no reactividad impulsiva». Y es por acierto y error cuando vamos aprendiendo. Dime si te aclara o hace falta ahondar más el punto. En cuanto al segundo tema: al principio nuestra oración es muy fluctuante. Sin sentimiento, con sentimiento, atentos a ella o de repetición desatenta etc. Hacer la oración desde el dolor o angustia o inquietud del momento ayuda a alimentar el sentimiento adecuado. También si podemos encontrar el amor a Dios que hay en nosotros, orar desde allí es lo mejor. Unir la oración a nuestro omnipresente deseo de paz y felicidad, puede estabilizar esta conexión entre oración y sentimiento. En todo caso, repetir el nombre de Jesús va acercando Su sagrada presencia de manera inevitable. Perseverar es todo lo que necesitamos.
No encuentro esas casillas a las que te refieres María, de todos modos así como has hecho este comentario puedes hacer otros, se ha publicado muy bien. Cristo te cuide hermana.
Gracias, hermano Mario, creo entender, pero no lo veo fácil. Gracias a Dios El ayuda siempre, o mejor lleva la iniciativa, así que irá dando eso que precisamos para que la oración de Jesús y nuestras reacciones más primarias se vayan frenando.
Como bien dice, en el perseverar está todo.
Unidos en la invocación del Santo Nombre.
Muchísimas gracias por la claridad en la exposición.
Tengo alguna duda en general.
Creo que a las persona de carácter primario les es más difícil el tomar distancia en un primer momento de un arrebato de ira, por ejemplo, la teoría está clara, pero ¿cómo evitar ese «primus pime» que diríamos, condiciona nuestras acciones?
Por otro lado. en ocasiones la oración se asemeja a un decir sin corazón, y esto se me hace difícil, el darme cuenta de que sí, la digo, pero como que falta alma en lo que digo, por más que desease que fuese de otro modo. Aunque en ocasiones se dan ambas cosas.
Y por último una duda de tipo técnico, no sé si cada vez que hago un comentario debo clicar en las casillas de la izquierda. Gracias.
En el Nombre de Jesús sigamos orando. Gracias por todo.
Hola María! Si entiendo bien la pregunta diría que llevar nuestra atención a un punto en el cual permanece como «testigo» del actuar de la persona y acostumbrarnos a orar desde allí, nos va permitiendo generar un espacio entre el estímulo y la reacción al estímulo que se genera en nuestro cuerpo y nuestra mente. Este «espacio» o distancia nos da tiempo para cotejar espontáneamente, en impulso inicial con la enseñanza evangélica y en cierto modo optar por la conducta coherente a nuestra conciencia moral. En cierta manera es un entrenamiento hacia la «no reactividad impulsiva». Y es por acierto y error cuando vamos aprendiendo. Dime si te aclara o hace falta ahondar más el punto. En cuanto al segundo tema: al principio nuestra oración es muy fluctuante. Sin sentimiento, con sentimiento, atentos a ella o de repetición desatenta etc. Hacer la oración desde el dolor o angustia o inquietud del momento ayuda a alimentar el sentimiento adecuado. También si podemos encontrar el amor a Dios que hay en nosotros, orar desde allí es lo mejor. Unir la oración a nuestro omnipresente deseo de paz y felicidad, puede estabilizar esta conexión entre oración y sentimiento. En todo caso, repetir el nombre de Jesús va acercando Su sagrada presencia de manera inevitable. Perseverar es todo lo que necesitamos.
No encuentro esas casillas a las que te refieres María, de todos modos así como has hecho este comentario puedes hacer otros, se ha publicado muy bien. Cristo te cuide hermana.
Gracias, hermano Mario, creo entender, pero no lo veo fácil. Gracias a Dios El ayuda siempre, o mejor lleva la iniciativa, así que irá dando eso que precisamos para que la oración de Jesús y nuestras reacciones más primarias se vayan frenando.
Como bien dice, en el perseverar está todo.
Unidos en la invocación del Santo Nombre.