La paz del corazón
¿Por qué ocurren las caídas en el camino espiritual?
Porque el camino espiritual es como cualquier camino o sendero en la tierra, si uno no presta atención se tropieza. Si te distraes mucho terminas todo golpeado y si andas caminando cerca de los abismos… el tropezón puede ser muy doloroso. Así que lo necesario es caminar despacio, contemplando la senda y el paisaje que la acompaña, reposando en una atención viva y cálida.
Estoy cansado de caer, de perder el entusiasmo, de creer para después solo decaer. ¿Hay algo que pueda hacer de modo definitivo?
Es importante descubrir el sentido de las caídas. Habitualmente, si las tomamos bien, nos muestran el verdadero estado interior en lugar de lo que inventa la mente con algún relato justificante. Si tu destino es Bogotá y descubres que estás viajando hacia Santiago, podrá dolerte la caída en cuenta, pero no puedes negar que haberlo descubierto es un gran bien. También comprender de raíz lo que genera la desatención en nosotros resulta fundamental. A cada uno el zapato le aprieta en un lugar diferente. Hay que saberlo, asumirlo con humildad y establecer el remedio adecuado.
No es bueno ponerse muy alta la vara, eso suele ser una trampa del adversario, también llamado orgullo espiritual. Hay que pretender poco pero cierto y permanente. Aspirar a la presencia en el día a día, a que la oración vaya haciéndose frecuente, a vivir en una serena alegría confiada a la providencia… ¡no es poca cosa! No se necesita más. Por supuesto, cada uno tiene sus circunstancias en las cuales adecuar los intentos personales en esa dirección.
Mi maestro me decía que había que tener una aspiración máxima y una de mínima. Y que con la mínima bastaba, lo demás estaba en manos del Señor especialmente. Yo le decía que mi aspiración máxima era construir un Athos dentro del cristianismo occidental, un reverdecer de la fe, que la oración de Jesús resonara por todas partes… que era lo mismo que él quiso hacer en su vida cuando más joven. Y él me decía: «Está muy bien, pero te basta con no ser mala persona y no volver al alcoholismo».
Existe una gran diferencia entre la mente y el corazón. El espíritu vive ahí, en el templo interior y es el que da calor al corazón. Déjate guiar por él. La mente es engreída, juzgadora, especulativa, sin el espíritu al mando es una molestia constante y no sirve como herramienta. Cada vez que nos descubrimos siguiendo el hilo de las divagaciones, volvamos al instante presente que es lo único que hay y donde Dios está manifiesto. Atiende en silencio a la percepción que toca haciendo un pequeño alto en tus movimientos. Deja entonces que brote en ti el Santo Nombre de Jesús.
Tres vídeos breves : «Las caídas» – «El aburrimiento» – «El deseo»
Aquí abajo la Homilía dominical del Padre José Antonio OP
Gracias Mario por esta «vacuna» que es remedio. Me sumo además a los comentarios precedentes. Es cierto también que nuestra mente es hábil jugadora en el juego de espejos que resulta muchas veces nuestra vida. Me causó muchas veces aflicción la falta de verdad, no tanto por esquivar caídas o errores, si no por el poder de argumentos que me auto-justifican. Creo que también hay tiempo para la verdad, para encontrarla sin rodeos, de frente y descarnada. Mientras llega ese momento, me ha consolado siempre saber que Él lo sabe todo y en el fondo encontrar en la oscuridad, esa tenue llamita de amor. Cobra fuerza alli la respuesta de Pedro a la triple investidura de Jesús: Señor, Tu lo sabes todo, Tú sabes que te amo.
Gracias Mario por el comentario! Y sobre todo ese: «Tu sabes que te amo..!» Un abrazo hermano, Cristo te cuide.
sencillamente me encantó, y creo que el Señor está realizando tu deseo el Athos occidental a traves de esta fraternidad…cada uno desde su humilde lugar quiere vivir en el santo Nombre
Que bueno que te haya gustado el texto. Te mando un abrazo, invocando el Santo Nombre de Jesús.
Muchas gracias. » La Verdad es el Remedio «, me ha hecho percatarme de eso, si somos sinceros con nosotros mismos y observamos nuestro diario proceder, será más fácil saber qué es aquello que nos distrae, qué es lo que nos roba tiempo, saber porqué nos alejamos o porqué nos olvidamos.
Además, curiosamente, Dios eternamente sabio, sabe sutilmente eviarnos uno que otro recordatorio de su presencia y de su infinito amor.
Un fuerte abrazo desde Monterrey, México.
Paz y bien.
Gracias Claudia por tu compartir! Bien lo dices, nos llegan recordatorios providenciales cuando los necesitamos. Un abrazo fraterno en Cristo.
Es cierto, frecuentemente nos despistamos, nos dormimos, perdemos consciencia y conexión con el espíritu, con nuestro corazón. Nosotros, el buque , se escora hacia la razón. Nos volvemos racionales, expertos en estar en el mundo. Expertos en sobrevivencia y olvidamos que la vida tiene más de corazón que de razón. Dicho esto, también creo que muchas de nuestras caídas, quizás no lo son. Por ejemplo, si me propongo hacer ayuno y fracaso, ¿es este “fracaso” realmente una caída? Por otra parte, creo que en oportunidades somos victimas de nuestro proceso “formativo”, donde se nos inculcó un rigor superior a nuestra capacidad. Muchas de nuestras luchas y “caídas” no son menoscabos hacia el Señor, son simplemente “caídas” respecto a nuestro amor propio, a nuestro ego. El ego nos reta a duelo y perdemos, luego el ego nos hace sentir podridos. El Señor no tiene nada que ver en este juego. Saludos y ánimo arriba.
Gracias Martín! Muy bueno el aporte desde el punto de vista que lo abordas, Hay mucha materia para comentar en ello, quizá podamos en el curso de Fenomenología. Te mando un abrazo fraterno invocando el Santo Nombre de Jesús.