La paz del corazón
La obra principal de la hesyquía (silencio, quietud) es un estar totalmente libre de preocupaciones (amerimnía) respecto de todas las cosas razonables e irrazonables. La hesyquía es el muro que protege la quietud interior, estado sumamente frágil, que no admite pacto alguno con la serie de preocupaciones.
La quietud es total o no existe: «un pelillo de nada turba la visión del ojo; y una preocupación mínima desvanece la hesyquía». A Clímaco le gusta servirse del símbolo del ojo para calificar al monje: «el monje verdadero es un ojo interior que nada distrae… es aquél a quién una luz indefectible ilumina el ojo de su corazón».
Sin embargo, la hesyquía no es un fin en sí misma; está asociada a la oración, al recuerdo de Jesús: «Que el recuerdo de Jesús se una a tu respiración; entonces comprenderás la utilidad de la hesyquía». A su vez, la oración va vinculada estrechamente a la presencia de la muerte. El monje debe vivir como si cada día tuviera que morir. La muerte es un objeto privilegiado del despojo de la mente, requisito para la oración pura…
Fragmento de «El Hesycasmo y su contenido» en la introducción a la «Filocalía de los padres népticos» en el tomo I, página 42/43
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