La paz del corazón
Todo lo que vemos es un proceso espiritual, es un desplegarse hacia la divinización. Claro que cuesta verlo al principio, estamos muy mal educados en ese sentido. Por lo general concebimos las cosas al revés. La vida se nos ha presentado como un lento proceso de decadencia y esa mirada nos va consumiendo la alegría sin que nos demos cuenta. Atribuimos la amargura a otras razones, pero la tristeza se asienta al final, en esta visión de la vida.
Conversamos mucho sobre este tema que me importaba desde que era niño y a él también. Insistía en que yo tenía que difundir esta mirada sobre las cosas, que era algo que se había perdido casi, aunque antiguamente era normal. «Hemos olvidado que lo material es una manifestación de lo espiritual; todo se asienta en el espíritu que es la fuente de la vida. Cada persona y cada cosa tiene un algo invisible que articula lo que es visible».
Esto último se muestra mucho en lo que la ciencia ha ido descubriendo respecto al patrón geométrico y armonioso que nos revela la observación delicada y minuciosa, microscópica de las cosas. Hemos visto en el átomo la misma armonía y belleza que en el diseño de las galaxias o en los colores y el dibujo del iris en el ojo humano. Quiero decir, lo que vamos viviendo es mucho más de lo que nos parece en la forma ordinaria de interpretar los hechos.
¿Y por donde tirar? ¿Por donde encontrar la punta del ovillo del significado entonces? Hay que tener en cuenta esto de que yo y los demás y todas las situaciones son el desenvolverse de un proceso espiritual. Esta aparente simpleza permite un cambio importante en la relación con todo. Esa persona con la que te llevas mal en el cotidiano, no es solo tal o cual; es una alegoría, tiene una carga especial para ti, es un significado con el que te relacionas. Abordar el trato con esa apertura revela un sentido nuevo.
Y es lo mismo con las situaciones que atraviesas. Antes de acometer la apresurada resolución del conflicto, hay que abrirse al mensaje que viene trayendo la circunstancia. En definitiva, de lo que se trata, es de si nos dejaremos arrastrar por la mirada profana, esa que proclama al azar como el regente de lo que ocurre; o de si viviremos aceptando la sacralidad de la existencia, y por lo tanto, haciendo de nuestras acciones una liturgia cotidiana.
Enlaces de hoy:
Este domingo en el blog del padre José Antonio
Una explicación sobre la Misa y sus partes (Padre Juan Puigbó)
Pensemos que somos los ojos del Padre, nuestra manifestación es instrumental. Es El quien nos habita, nosotros solo somos un vehículo para que El sea en nosotros y continúe con su creación a través nuestro. Somos meros instrumentos para que el señor se manifieste.