La paz del corazón
«¿Cómo puedo preguntar al Señor cosas? ¿Cómo puedo escuchar al Señor sobre qué debo hacer, como obrar…?»
La respuesta a tu pregunta está muy asociada a la sensación interna de paz que pueda hallarse en el corazón. El bien obrar, la acción correcta, siempre nos deja paz en el alma.
Es fundamental tener clara la pregunta, contar con mucha claridad respecto de que es aquello que se necesita saber. En mi experiencia, antes de preguntar al Señor, es necesario haber intentado por sí mismo responderla, con los medios que nos han sido dados, es decir, la mente y el corazón, que por supuesto deben trabajar aunados, en acuerdo.
Imaginarnos antes llevando adelante tal o cual acción y atender a lo que nos produce ese imaginar, es una forma útil de “anticiparnos”, a fin de tener una pista sobre lo que sería mejor hacer.
Las circunstancias varían, hay situaciones complicadas por las que puede atravesar una persona; es muy bueno poner atención antes de actuar, tomar una distancia y evitar la reacción inmediata.
Si reaccionamos, es decir, si actuamos con precipitación, es casi seguro que el orgullo o el temor, la vanidad o el egoísmo estarán motivando el movimiento. Lo primero es lo periférico de nosotros, no lo profundo. La voz del Señor que se escucha en el corazón habla en el silencio de la pausa, en medio del recogimiento. Hay que ponerse a escuchar.
El mensaje evangélico de Jesús es muy claro y se sintetiza en la regla de oro. “Tratar a los demás como queremos que nos traten”. (Mateo 7,12), (Lucas 6,31) Poner en práctica dicha enseñanza necesita de la atención, a fin de situarnos en el lugar del otro y encontrar así lo que más podría servirle.
Profundizando un poco en tu pregunta: Cuando uno tiene una duda se pone de manifiesto un conflicto interno. Una oposición de fuerzas. ¿Qué debo hacer, esto o lo otro? Pero la duda muestra que ninguna de las acciones esta lista para su ejecución. La duda es indicador de inconveniencia.
Puede ser que haya algo que ajustar o corregir antes de actuar. En la mayoría de los casos, uno se está apresurando como fruto de la ansiedad y quiere actuar cuando las condiciones no son todavía las necesarias. La duda vendría a poner esto de manifiesto.
Teniendo en cuenta lo anterior, te comento tres costumbres que creo imprescindibles:
– Nunca decidir cosas de importancia o actuar sin hacer un rato de oración antes. En este espacio de oración, mejor si ante el Santísimo, poner el tema ante la mirada del Señor y pedirle su inspiración, su ayuda y participación en la resolución del asunto.
– Considerar con detenimiento como la decisión o acción influirá en los demás, en los involucrados, directos o indirectos. Una decisión de acorde a la enseñanza del Salvador, nunca puede perjudicar a nadie.
– Invocar el Nombre de Jesús antes, durante y después de la ejecución de aquella acción en la que me he aplicado.
Aún cuando a veces tomemos decisiones equivocadas, La oración de Jesús puede corregir nuestro rumbo, puede hacer que lo torcido se enderece o que el resultado sea mejor que lo que hubiera correspondido a la cualidad de nuestros actos. Este invocar, es un “poner en Sus manos” el resultado de lo que hacemos, concentrados solo en hacer lo mejor posible.
En suma, actuar y decidir atendiendo a la presencia de Dios… tener en cuenta que todo lo que hacemos es para Él, que debe ser en Su servicio, recordar que podemos ser instrumentos de su bondad.
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