La paz del corazón
¿Cómo es el modo de practicar el consejo de los Hesicastas de que “la Inteligencia baje al corazón”?
Estimado Heraldo, aunque los Padres usaban términos diferentes en ocasiones para referirse a similares experiencias, podemos equiparar el vocablo “inteligencia” a lo que hoy llamamos atención. Hablaban de llevar la atención al corazón.
En cuanto a este último, se referían a la parte central del hombre, a lo que podría denominarse el verdadero ser que somos, lo diferenciaban de nuestras manifestaciones periféricas, como podrían ser las del cuerpo o la mente.
Bien, pero ¿Cómo llevar la atención al corazón, hacia ese centro de si mismo?
En la práctica de la oración de Jesús sentado, cuando uno busca la quietud corporal y mental para mejor compenetrarse de la oración, puede ayudar acudir a la respiración. Este era el método más usado para “Hacer descender la inteligencia al corazón”.
Debes retener un poco el aire inspirado en el pecho, no soltarlo inmediatamente, sino que al conservarlo, debes guiar la atención hacia el órgano del corazón físico, buscando sus latidos, queriendo sentirlos sin temor.
Repite esto una y otra vez; respira suavemente, sin apresuramiento. Con la mente vas acompañando la frase de tu oración. Inspiras y mentalmente dices: Señor Jesucristo, hijo de Dios… retienes el aire en el interior de tu cuerpo mientras vuelves a decir mentalmente, la frase que usas como oración cotidiana, en la cual incluyes el Nombre de Jesús. Luego espiras el aire con tranquilidad y sigues diciendo el Santo Nombre.
Notarás que al paso de los minutos, la respiración se hace mas suave, hasta mas tenue y que tanto tu cuerpo como tu mente se aquietan. Allí se abre una desviación del camino que debes evitar, la tentación del sopor, del sueño. Es tu cuerpo relajado que aprovecha la oportunidad. Entonces aplica más atención al corazón. Usa el momento de la retención del aire para tomar contacto con el órgano.
El centro de nuestra alma se conecta de un modo misterioso con el órgano, como si allí estuvieran reunidas nuestras potencias. Escucha sus latidos y, si puedes, divide tu oración acordemente a su movimiento. Para esto claro te será de mas utilidad una frase corta. La simple repetición del Santo Nombre puede bastar y es aconsejable para llevar más fácilmente la inteligencia al corazón. En Filocalía le llaman la oración monológica.
Verás que la atención se concentra o se dispersa alternativamente. Influirán los ruidos del medio externo y las inquietudes de tu propia sicología y del momento personal en que te encuentres. Sin embargo, persiste. Separar uno o dos momentos al día para esta práctica de quietud e invocación en el corazón generará en ti el hábito saludable de permanecer en tu centro.
Si sostienes esta ascética a lo largo del tiempo, un buen día te encontrarás conque permaneces mas tiempo con tu atención recogida en el corazón durante el día y que la oración se hace con más frecuencia desde allí. Atiende a esto que digo, que “la oración se hace“, porque es un cambio en la sensación que puede sobrevenirte al practicar este modo de acercamiento a lo Divino. Uno percibe que algo reza en uno. (Rom. 8, 26-27)
Fuera de los momentos pautados de oración en quietud, acostúmbrate a detenerte unos segundos durante las actividades, buscando esta simple presencia de los latidos del corazón, reteniendo un momento la respiración, mientras invocas a Nuestro Señor. Te mantendrá alerta y mas firme en el propósito de orar evitando el divagar.
Hay que poner determinación en los comienzos, todo se allana luego de un tiempo de perseverancia. Es que nuestra voluntad o asentimiento a la acción de la gracia es imprescindible, ya que la unión con Aquel a quién amamos requiere de nuestra libertad para consumarse en plenitud.
Te mando un abrazo invocando el Santo Nombre.
Elsantonombre.org