La paz del corazón
Los Padres sinodales de las Iglesias católicas orientales y los representantes de las otras Iglesias de Oriente han señalado en sus intervenciones «los valores evangélicos de la vida monástica», surgida ya desde los inicios del cristianismo y floreciente todavía en sus territorios, especialmente en las Iglesias ortodoxas.
Desde los primeros siglos de la Iglesia ha habido hombres y mujeres que se han sentido llamados a imitar la condición de siervo del Verbo encarnado y han seguido sus huellas viviendo de modo específico y radical, en la profesión monástica, las exigencias derivadas de la participación bautismal en el misterio pascual de su muerte y resurrección. De este modo, haciéndose portadores de la Cruz («staurophóroi»), se han comprometido a ser portadores del Espíritu («pneumatophóroi»), hombres y mujeres auténticamente espirituales, capaces de fecundar secretamente la historia con la alabanza y la intercesión contínua, con los consejos ascéticos y las obras de caridad.
Con el propósito de transfigurar el mundo y la vida en espera de la definitiva visión del rostro de Dios, el monacato oriental da la prioridad a la conversión, la renuncia de sí mismo y la compunción del corazón, a la búsqueda de la «esichía», es decir, de la paz interior, y a la oración incesante, al ayuno y las vigilias, al combate espiritual y al silencio, a la alegría pascual por la presencia del Señor y por la espera de su venida definitiva, al ofrecimiento de sí mismo y de los propios bienes, vivido en la santa comunión del cenobio o en la soledad eremítica.
Occidente ha practicado también desde los primeros siglos de la Iglesia la vida monástica y ha conocido su gran variedad de expresiones tanto en el ámbito cenobítico como en el eremítico. En su forma actual, inspirada principalmente en san Benito, el monacato occidental es heredero de tantos hombres y mujeres que, dejando la vida según el mundo, buscaron a Dios y se dedicaron a El, «no anteponiendo nada al amor de Cristo» (RB 72). Los monjes de hoy también se esfuerzan en conciliar «armónicamente la vida interior y el trabajo» en el compromiso evangélico por la conversión de las costumbres, la obediencia, la estabilidad y la asidua dedicación a la meditación de la Palabra («lectio divina»), la celebración de la liturgia y la oración. Los monasterios han sido y siguen siendo, en el corazón de la Iglesia y del mundo, un signo elocuente de comunión, un lugar acogedor para quienes buscan a Dios y las cosas del espíritu, escuelas de fe y verdaderos laboratorios de estudio, de diálogo y de cultura para la edificación de la vida eclesial y de la misma ciudad terrena, en espera de aquella celestial.
Exhortación apostólica
«Vita consecrata»
de Juan Pablo II, papa
PAX
gracias por este resumen tan claro y enriquecedor.
PAX
En la vida monástica que yo he vivido , es sobre todo una vida sencilla de trabajo y oración . La vocación para S. Benito es una búsqueda de Dios en todo
Quisiera contestar un poco a Ricardo, de lo que se trata con el ayuno o cualquier PRÁCTICA ASCÉTICA ES SIMPLEMENTE llevar una vida sobria, es decir una vida no dominada por las apetencias del cuerpo que pueden convertisrse en verdaderas tiranas de nuestras personas. La templanza es una virtud que debe dominar en todos las aspectos, también en el comer y dormir, por ejemplo. Además de q
El ayuno, la disciplina en el dormir mucho, una vida más sencilla nos ayuda a que estemos más dispuestos a Dios.
Con menos distracciones más atentos estaremos a la escucha de Dios.
NO RECUERDO EN DONDE LEÍ O ESCUCHE QUE LOS MONASTERIOS, PROPIAMENTE DICHO LOS MONJES SON LOS PULMONES DE LA IGLESIA.
QUE DIOS LOS BENDIGA POR ESTE SITIO Y POR TODA LA AYUDA ESPIRITUAL
QUE HE RECIBIDO.
Es verdad la funcion mediadora siempre q puedo me encomiendo a sus oraciones porque estan constantemente con el mas bello de todos los hombres con el mejor rey y Señor
Este texto ,me aclara muchas de mis dudas. Lo que importa es buscar a Dios y servirle , aunque el mundo ,diga completamente ,lo contrario y sea uno incomprendido .
Otra cosa ,me mantiene en la ignorancia ,es que en el tiempo de la conquista el al rey de entonces ,no dejo venir monjes a Latinoamérica ,mando Franciscanos ,por eso hasta ahora comienzan los monasterios.
Lo que no entiendo es lo de lo acético , ayuno, no dormir ,etc ,no veo para que.
Perdón por este comentario , me cuesta entenderlo a mi.
Yo ayuno cada viernes. Viernes es cuando me entrego más a la oración, a la lectura espiritual, a la soledad. En ese día no hay net, mail, teléfono solamente si es algo muy urgente. Es un día de abandono a Dios y de encuentro con Dios. El ayuno me libera y me equilibra. Exprime mi hambre mi deseo de Dios.
Es verdad que tengo un horario, para despertar, para dormir… Es hacer del tiempo que es don de Dios un tiempo sagrado.
Ascesis para mí es la búsqueda del equilibrio, de la serenidad, hacer de la vida don buscando la harmonía. Hace parte de mi fidelidad.
Es un buen resúmen del significado de la vida monástica y de los aspectos centrales de esta forma de vida… Y recordar a su santidad Juan Pablo II siempre es mirar y contemplar lo que fue su vida; además, nos anima hoy con un renovado fervor a hacer carne su mensaje… fue un hombre contemplativo en la acción… Demos gracias a Dios por su vida y testimonio, y animémonos a ser hoy, signos sencillos de su amor.