Pura fe

 

Eucaristía

La adoración de la Eucaristía

‘Un sacerdote celebra la santa misa, y después se marcha, dejando en la gruta, sobre un altar de piedras, la Eucaristía. Así durante una semana, quedaremos solos con la Eucaristía expuesta día y noche.

Silencio en el desierto, silencio en la gruta, silencio en la Eucaristía. No hay oración tan difícil como la adoración de la Eucaristía. En ella la naturaleza se rebela con todas sus fuerzas.
El Hombre preferiría transportar piedras bajo el sol.

La sensibilidad, la memoria, la imaginación, todo es mortificado. Sólo triunfa la fe; y la fe es dura, oscura, desnuda. Ponerse ante lo que tiene el aspecto de pan y decir “Ahí está Cristo vivo y verdadero”, es pura fe.

Pero nada alimenta más que la fe pura; y la oración de la fe es la verdadera oración.
“No se siente gusto en adorar la Eucaristía”, me decía un novicio. Pero es precisamente esta mortificación del gusto lo que hace sólida y verdadera la oración.
Es el encuentro con Dios más allá de la sensibilidad, más allá de la fantasía, más allá de la naturaleza.

Y es este el primer aspecto del despojamiento. Mientras que mi oración permanezca anclada en el gusto, serán fáciles los altibajos; las depresiones seguirán a los entusiasmos efímeros. Será suficiente un dolor de muelas para liquidar todo el fervor religioso debido a un poco de esteticismo o a una emoción sentimental.

“Tienes que despojar tu oración”, me dijo el maestro de novicios. “Tienes que simplificar, desintelectualizar. Ponte ante Jesús como un pobre: sin ideas, pero con fe viva. Permanece inmóvil en un acto de amor delante del Padre. No trates de alcanzar a Dios con la inteligencia: no lo conseguirás nunca. Alcánzalo con el amor: esto es posible”.

La batalla no es fácil, porque la naturaleza quiere su revancha, quiere su ración de goce, y la unión con Jesús crucificado es algo completamente distinto.

Después de algunas horas –o de algunos días- de esta gimnasia, el cuerpo se calma. Al ver que la voluntad le rehúsa el placer sensible, ya no lo busca; se hace pasivo. Los sentidos se adormecen. El comer poco, el velar mucho y el orar con humilde insistencia hacen de la casa del alma una morada silenciosa, pacificada.

Los sentidos duermen. Mejor, como dice san Juan de la Cruz, es “la noche de los sentidos”, que empieza. Entonces la oración se convierte en algo serio, aunque doloroso y árido. Tan serio que ya no se puede pasar sin ella. El alma entra en el trabajo redentor de Jesús.’

(C. CARRETTO, Cartas del desierto. San Pablo, Madrid 1997, 34-36)
Tomado de José Luis Vázquez Borau en: Vivir Nazaret. Un mes con Carlos de Foucauld, San Pablo, Madrid, 2008, 131-132.

5 Comments on “Pura fe

  1. Muy bueno el texto Hno. Gabriel, es muy simple y profundo, creo que dice gran verdad. Muchas gracias por el aporte. Lo saludo en Cristo.

  2. Estupendo libro del P. Carreto. De lo mejor que leído. Es para leer, releer, y meditar; siempre se encuentra algo nuevo en él.

  3. Nicole de la Agonía de Nuestro Señor

    No hay nada que decir, más que sentir hay que amar y dejarse amar.
    ¿Qué se hace frente al tabernáculo en la adoración eucarística? Pues yo lo miro y el me mira.

    Ese novicio debería leer a San Antonio María Claret o San Alfonso.
    San Alfonso – Preparación para la Muerte , Consideración 34 De la Sagrada Comunión

    Totus Tuus ego sum Maria

  4. PAX
    en la congregacion benedictina donde estuve, su carísma especial es la adoración perpetua de la Eucaristía, por lo que en el día son ciclos de media hora y en la noche de hora y media, durante los cuales, sólo se «acompaña» al Señor, al principio permanecer de rodillas es difícil, luego ya ni se siente el dolor en las rodillas y cada vez se hace como una necesidad y se convierte en deseo ansioso el momento en que debo ir a la Adoración. muchas personas me preguntaban que si no se hacía monótona esa visita y que si no se le perdía respeto al Cuerpo y Sangre de Cristo; en mi experiencia, cada vez era diferente, nunca tuve esa sensación de «otra vez» para el Santísimo y ahora desde mi hogar materno añoro y extraño mucho esa cercanía con El…contemplarlo en el sacramento de la Eucaristía es para mí el regalo más grande que Dios nos da.
    PAX

    • Es raro que las personas puedan pensar que se pierde el respecto al Cuerpo y Sangre de Cristo. En mí casa, personalmente, gustaría de poder adorar el Santísimo Sacramento mas no es posible.

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