La paz del corazón
Peregrino orante: No tengas miedo al desierto. Plenamente solo con el Solo. Cara a cara frente a Él, a rostro descubierto ante El. Tú solo con Él, sin miedo, descalzo, con un corazón de discípulo, dispuesto a todo, abandonado en las manos del Padre, en plena comunión con todo hombre hermano.
Cuando inicias una ruta de silencio, pronto percibes que estás entrando en una escuela de contemplación. En ella aprendes las actitudes esenciales del orante y pronto percibes que Dios es… como un gran silencio. Por eso fuiste peregrino del silencio.
Desde la venida de Cristo conocimos a Dios como Palabra. Cristo es Dios-Palabra, la Palabra que da sentido a todas nuestras palabras. Sólo te encontrarás con Dios- . Palabra desde el silencio Mira tus palabras: ¿acaso te cuesta ver que son, tantas veces, vacías? No pienses que pretendo hacer un juego con mis palabras. Piensa y verás: si tu palabra no ha sido madurada en el silencio, está vacía. Si tus oraciones no han sido maceradas por el silencio, son huecas, tan huecas que pueden no ser verdad. Serían como un sorbo de aire de tus pulmones que suena en tu voz.
Aprendiste a orar en la vida, pero para entrar en el corazón del misterio de Dios, has de amar el silencio. Por esto, peregrino orante, te repito: no tengas miedo al desierto. Jesús te invita a entrar. No tengas miedo al desierto aunque te parezca excesivamente silencioso. A lo mejor te sientes, incluso, solo. Aún no te has acostumbrado. No pasará mucho tiempo sin que puedas comprobar tú mismo que es el lugar de la presencia del Dios vivo.
María, Virgen Madre del camino, vivió en la pureza luminosa y blanca del silencio su preparación para decir el sí que la convirtió en Madre, la Madre de Cristo. Cuando aún no tenía al Hijo en sus manos de Madre, cuando el Ángel ya se había retirado y la había dejado sola, comenzó a amarlo en su corazón lleno de silencio.
El desierto, peregrino orante, es un camino de silencio, y en el silencio comienzas a orar en verdad. Tu ruta de silencio se convirtió en escuela de oración. El desierto es el lugar de la soledad. Allí encuentras al Señor que, en la intimidad de tu corazón, te ama y te espera. Pronto verás la necesidad de reconstruir la tienda que acoge tu propia oración. Es el oráculo del Señor, que nos llega a través del profeta Amós: Aquel día levantaré la tienda caída de David, repararé los destrozos, la apartaré de las ruinas y la reconstruiré tal como estaba en otro tiempo, oráculo del Señor. Él hará esto.
El desierto no es solo un lugar. Es también un tiempo, es la ocasión de experimentar que Dios es el Padre, siempre cercano. No gusta del ruido. Es necesario que lo sientas en el silencio. Con el oído del corazón descubres su bondad. Verás que su amor por ti no tiene límites. Cuando experimentes su amor comenzarás a orar de otra manera. Tus ojos quedarán iluminados con su presencia. Cristo Jesús, su palabra, resonará en tu vida, peregrino orante, de otra manera. Lo experimentarás cuando liberes tu alma del remolino ensordecedor de las palabras.
Cuando oras entras en el misterio de Dios, descubres que Dios es un gran silencio y que su misterio es designio de amor para ti. Cuando contemplas, acoges ese designio de amor y aceptas el misterio de su voluntad en tu vida. Es necesario que leas y escuches la Palabras. La Palabra es Cristo. Escucha a Cristo, escúchalo en el silencio de tu corazón orante. Atiende su voz cuando te habla a través de tus hermanos.
En el desierto vives en una total dependencia de Dios. No busques palabras que distraigan tu soledad, ni te entretengas con libros más o menos piadosos. Él, el Padre, por Cristo amigo y amado, ha de ser tu único Camino. Él te dice, sin cesar, su Palabra. Reencuéntrate contigo mismo solo, plenamente solo, con el Amor. Después nunca más te perderás.
Dice un ermitaño poeta «Te he reencontrado en el desierto, Señor. Me rodean piedras y montañas, pero se conmueven mis entrañas porque, quien te encuentra, ya no se pierde».
Cuando completamente desnudo de palabras, encuentras a Dios en el camino del silencio y ves que te ama y desea establecer su morada en tu corazón, ya no lo puedes perder ni te puedes perder. Encontraste el tesoro escondido de que habla Jesús. Es el Dios- Amor que vive en ti.
Gracias hermanos…llegue a esta pagina de casualidad…aunque pareciera que no.Cada día mi alma se nutre mas de Dios, a través de todos los blogs y enseñanzas diversas de los hermanos monasticos. Mucha Gracias.
Tantas formas asume el desierto en nuestra vida ! Cuando no lo buscamos viene a nuestro encuentro… es que es Dios que nos busca y su presencia es silencio y ausencia de estímulos múltiples, es una nada muy llena, que por lo general nos asusta. Gracias Gabriel por el texto. Un saludo invocando a Cristo.
Gracias Señor por llenarme de silencio, guíame por favor a encontrarte en esta soledad que me regalas.
Amo el silencio, porque allí está Su Presencia, Su Providencia, Su Amor! Y allí está María guardando todo en su corazón. Allí estoy disponible, entregada, confiando totalmente!!!
QUE HERMOSO! SIEMPRE AGRADECIDA A LA PROVIDENCIA Y A
USTEDES HERMANOS.
UN SALUDO EN CRISTO
» La Comunion de los Santos» es la mejor, mas eficad contribucion que puedo realizar a la Obra dee Nuestro Señor. Ahora bien para ello necesito La Soledad, El Silencio que son interrumpidos a veces por las criaturass, sobretodo por los hombres y aceptada por mi unas veces por Caridad, otras por vanagloria. Señor ten piedad de mi.
Es muy importante la meditacion, reglada, de La Biblia, Liturgia de las horas, Lectio Divina; aunque al meditar La Palabra de Dios puede ocurrirte que entrando en Contemplacion no pases de un parrafo en varios dias. Que Dios Bendiga y Te de Gracia en La Contemplación
«La calidad de tus palabras, denota la calidad de tus silencios»….DEUS BENEDICITE!