La paz del corazón
Vamos a volver al Señor: él, que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él. Esforcémonos por conocer al Señor” (Os 6, 1-2)
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.» (Lc 18, 9)
¡Cuántas veces el Señor permite que lleguemos a la experiencia del límite, a saborear el sorbo amargo de nuestra debilidad, fracaso, hasta pecado, para que volvamos nuestros ojos a su misericordia y experimentemos en propia carne su compasión!
Puede parecer algo morboso el planteamiento del profeta, al afirmar que nuestras heridas las curará el mismo que las permitió. Solo los que han sido heridos saben lo que significa el dolor y la marginalidad que produce sentirse diferente. Durante mucho tiempo se puede interpretar que las heridas son infortunio y, pasado el tiempo, se llega a descubrir que gracias a las heridas se ha ensanchado el corazón, además de haber comprobado en medio del propio dolor, la generosidad y delicadeza de muchas personas.
Angel Moreno de Buenafuente del Sistal
El dolor y el sufrimiento nos lleva a Dios…
¿Cómo no creer que Cristo es el Mesías prometido que Israel aun no acepta? Es clara la voz del profeta: » Aquel que nos despedazó, nos sanará, en dos días nos sanará, y al tercero nos resucitará y viviremos delante de El». Cristo sufrió, fue crucificado y, muerto por el designio del Padre. El Padre lo sanó en el sepulcro durante dos días, y al tercero lo resucitó de entre los muertos. Hoy vive al lado del Padre y está sentado a su derecha. ¿Cómo no creer en esto? Dios permite en nosotros el sufrimiento porque este nos purifica y nos sana. Sana Señor mi espíritu. Líbrame del pecado que me aparta de ti. Sana mi alma. Perdona mis errores, faltas y pecados. Señor, hazme humilde como el publicano, y permíteme reconocer que soy un pecador. «Señor Jesús, hijo único de Dios, ten compasión de mi que soy un pecador.» Señor, te pido que asistas a tu iglesia, peregrina por el mundo, asediada por la indiferencia del mundo moderno, por la relativización de la moral, por las luchas intestinas en el manejo administrativo,y por los pecados de quienes son los encargados de pastorear a tus fieles y seguidores.
Qué hermoso comentario,y oración,Pido perdón también por mis pecados.
ESFORCEMONOS POR CONOCER A JESUS, LA CIENCIA DE SU CRUZ..
ESCANDALO PARA MUCHOS ¿Y PARA NOSOTROS?
LA PAZ CON CADA UNO HERMANOS
PAX. Justo ahora tengo una tribulación pero tengo la cerrteza de que «Donde abubdó el pecado, sobreabundará la gracia»……en otras palabras, en donde hay herida brotará la sanación para tener nueva vida y compartirla…..DEUS BENEDICITE!!
Cierto Herman@s el sufrimiento de sentirse marginado es tremendo; cuando el interlocutor Te margina como pecador, margina a tus hermanos como pecadores, trata de individualizarte, de aislarte, incluso de tus propios hermanos; solo cabe un recurso LA MISERICORDIA de DIOS, es una palabra bella, fácil de describir, fácil de recordar, fácil de pronunciar, pero ¡ay,herman@s! VIVIRLA, SENTIRLA, ACEPTARLA, es harina de otro costal.
la locura de la cruz, como dijo Pablo
PAZ Y BIEN, LA MISERICORDIA DE DIOS ES INFINITA, BENDICIONES
PAZ Y BIEN, UNO CAE Y SIEMPRE LA ESPERANZA DE VOLVERSE A LEVANTAR, BENDICIONES