La paz del corazón
“Señor, mi roca y mi baluarte,
mi liberador, Dios mío;
peña mía, refugio mío,
mi escudo y mi fuerza salvadora,
mi ciudadela y mi refugio.
Invoco al Señor, es digno de alabanza,
y quedo a salvo de mis enemigos”. (Sal 18, 2-4)
“Preocupaos únicamente de guardar el mandato y la Ley que os dio Moisés, siervo del Señor: que améis al Señor vuestro Dios, que sigáis siempre sus caminos, que guardéis sus mandamientos y os mantengáis unidos a él y le sirváis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma» (Jos 22, 5).
Espíritu Santo, ¿cómo saber si te dejamos amar en nosotros y ser la relación íntima con la presencia divina que nos hace ser habitados por Dios? Muchas veces nos consolamos y nos justificamos con gestos piadosos externos, mas nuestra conducta sigue un tanto incoherente. ¡Ven, Espíritu Santo, y transforma nuestra actitud religiosa en opción creyente y comprometida!
Espíritus Santo, conoces que somos sensibles a expresiones estéticas y que acudimos a mediaciones sagradas en la medida en que nos reportan gusto y complacencia espiritual. Tú eres recio y sensible, inundas con gracias a tus fieles y permaneces discreto, eres quien regala inspiración artística y deja a los autores que se sientan protagonistas. ¡Ven, Espíritu Santo, haznos piadosos y coherentes, conscientes de tus dones y generosos, fieles y agradecidos!
Espíritu de Piedad, Tú eres testigo de la violencia, acritud, exasperación que se ciernen sobre la comunidad humana, y cómo, tantas veces, se rompe la convivencia y así pierden los más pequeños, los humildes y los pobres. Despierta en nosotros el don de Piedad, que no falten nunca las manos que se alzan en alabanza ni las que se alargan, samaritanas. ¡Ven, Espíritu Santo, derrama copiosamente tu don de Piedad!
“Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito” (Secuenccia).
MISERICORDIA SEÑOR MISERICORDIA CON MI ROSTRO EN TIERRA TE PIDO PERDON Y MUY AVERGONZADO DE TODOS MIS PECADOS