Retorno a la humildad

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AFRONTAR LA REALIDAD

El primero de los seis principios benedictinos sobre la humildad es que Dios no es un objetivo que alcanzar, sino que es una presencia que hay que tener muy en cuenta. El primer grado de humildad -dice la Regla- consiste en que «tengamos siempre ante los ojos el temor de Dios y nunca lo olvidemos». Del primer grado se sigue en el segundo que «no amemos nuestra propia voluntad», sino que comprendamos que la voluntad de Dios es lo mejor para nosotros. Dejad a Dios ser Dios -enseña la Regla-;sabed que la voluntad de Dios es lo mejor para vosotros -dice la Regla.

En otras palabras, en estos dos primeros grados de humildad renunciamos al derecho a ser Dios. Se trata de un momento apasionante en la vida que da a nuestros mundos el derecho a seguir adelante sin ser controlados por nosotros. Ello significa que no podemos dar por sentado el derecho a dominar a nuestro cónyuge, ni a formar a nuestros hijos a nuestra imagen y semejanza, ni a las rabietas en el trabajo, ni a las exigencias respecto de nuestros empleados, ni la minusvaloración de los mismos. Todos ellos tienen otro dios también, y no es nuestra persona.

La humildad benedictina comienza con el simple reconocimiento de la presencia y el poder de Dios en mi simple pero diferenciada vida. En primer lugar, la enseñanza de Benito sobre la humildad implica que la presencia de Dios exige una respuesta total. Si creo verdaderamente que Dios está presente en mi vida aquí y ahora, entonces no tengo más opción que abordar esa realidad. La vida no se dilucidará para mí hasta que no lo haga. Dios, en la visión benedictina de la vida, no es un padre que espía agazapado esperando cazarnos en pecado.

Dios no es algo con lo que tratar al final de la vida, sino cada poro de la misma. Dios es la gracia, la energía, el momento creativo. Dios se convierte en la materia misma de la vida, no en un objetivo que alcanzar ni en un premio que merecer. Dios es una presencia ahora, un modo de pensar ahora, una visión del universo ahora. Dios está en mí, por eso soy una valiosísima parte del universo, pero yo (mi raza, mi país, mi familia, mi voluntad…) no soy el centro del mismo.

Súbitamente, para la persona verdaderamente humilde, el mundo entero empieza a tener un aspecto distinto. «El mundo está grávido de la grandeza de Dios», dice de él el poeta Gerard Manley Hopkins, y la persona humilde sabe que es verdad. Hay gloria, pues, en mundos que están constituidos por diferentes colores y diferentes culturas y diferentes intereses. Hay gloria en el mundo que nos rodea, y nos la perdemos si estamos centrados en nosotros mismos. Hay gloria, que estamos destruyendo y reduciendo y pasando por alto cuando no vemos más que a nosotros y nuestras necesidades y caprichos como persona, como pueblo, como país.

La humildad, por tanto, es la virtud de la liberación del yo que nos abre a la sabiduría ajena. La humildad es el fundamento de la serenidad interior. La Regla de Benito es una antigua espiritualidad que sirve para abrirnos, liberarnos de nosotros mismos y permitirnos aprender a amar y a ser amados. Se basa en el reconocimiento de la existencia de Dios de modo real y cotidiano, y en la renuncia a la necesidad de adaptar la vida a nuestros designios. La humildad es la realidad que nos proporciona una conversión involuntaria que es verdadera.

La espiritualidad benedictina es a la vez asombrosa y simple: no basta con estar sin pecado. Lo más importante es estar impregnado de la mentalidad de Dios. Es llegar a orar diariamente: «¡Oh, Dios! Tú eres mi Dios. Te anhelo todo el día».

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*Extracto de la obra de JOAN CHITTISTER
Clic en link para acceder al este capitulo en .pdf:
 DOCE PASOS HACIA LA LIBERTAD INTERIOR. RETORNO A LA HUMILDAD  2005 by Editorial Sal Terrae. Pags. 24-26

7 Comments on “Retorno a la humildad

  1. La humildad nos lleva al corazón de Dios, en línea directa, es por eso que esta virtud debemos cultivarla día a día, sólo así será posible lograr la libertad plena.

  2. ME SIRVE MUCHISIMO, GRACIAS

  3. Humildad:Virtud maravillosa y misteriosa:La única virtud que no podemos decir que tenemos.El verdaderamente humilde,nunca sabrña que lo es.El único que lo pudo decir fue el Maestro.

  4. Pa Hrna.Joan es una de la mejores teologas de nuestros tiempo Benedictina con una tradicion unica, me impulsa su escrito a decir que en la regla hay un aviso claro para el hombre de Hoy que busca Dios. Dios es amor por ello el temor a Dios es lo que nosotros hacemos para perder esa relación fraterna con El, en cambio el miedo a Dios es lo que los hombres piensan que Dios le va a hacer por sus malas obras a ese dios yo no lo conozco, ni reconozco como mi Dios, al primero si por que me invita a asumir que puedo acogerme a su gran misericordia

  5. vaciarme de mi, para q Cristo me posea.

  6. Humildad que nos ha pedido Cristo mismo: «aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón» y que en estos días nos ha recordado de tantas maneras el Papa Francisco, Dios, como dice la escritura se resiste a los soberbios…y cuántas veces lo somos…pidamos humildad..humildad….humildad…Con mi oración por la fraternidad, le envío un abrazo fraterno. P. Juan Cardona.

  7. Hno. Horacio de Jesús Crucificado F. M. V.

    Oh Señor, tu eres el único y verdadero Dios. Creo en tu existencia eterna e inmanente. Permanece siempre mi lado. Que sea capaz de verte en mis hermanos. Dame la humildad para así vivír siempre en tu divina presencia. Enséñame a ser humilde y sencillo para comprender la inmensidad de tu amor.

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