La lectio, desde hace siglos, propicia la amistad con Jesús. Nuestra tradición ha utilizado este singular método que ha ido evolucionado con el paso de los años para forjar un conocimiento de las escrituras pleno y por ende establecer un dialogo con lo divino.
No buscamos teologizar, para eso tenemos otros sitios y personas a las que recurrir. El principal propósito es buscar el binomio palabra-vida. Lo que interesa, durante la lectio, es estar con Dios, con Jesús, escuchar su voz a través del texto para luego plasmar en la vida, en lo que nos acontece.
Lectio silenciosa
En la Fraternidad ofrecemos dos formas de abordaje, dos maneras distintas de conectar palabra y grupo en común-unión. Con estas propuestas es donde pasamos de lo individual, de lo particular a lo grupal, siempre tan necesario y esencial en nuestro camino espiritual. Por un lado, contamos con la lectio silenciosa que es la forma de acometer la Palabra mediante grupos de Whatsapp reducidos (3-5 personas). Con una cadencia semanal y donde cada miembro aporta su acople particular de las Escrituras. Nos enriquecemos, guiamos y ayudamos en este maravilloso camino de dialogo con Jesús.
La otra forma de manifestación es a través de la lectio fraternus. Realizar una lectio comunitaria hace que nos asistimos unos a otros con nuestros diálogos y conexiones individuales. El grupo es un ámbito propicio para la comunicación con el Paráclito, como si de un Pentecostés se tratara. Sin la comunidad, sin el grupo, nuestro caminar se hace más duro y corremos el riesgo de dispersarnos, perdernos… Caminando juntos nos es más llevadera la marcha, más fructífera y unos a otros nos conducimos al umbral de Misterio.
Ya desde los primeros tiempos, el Espíritu se trasmitía en los grupos. El Evangelio da muestra de estos episodios tan trascendentales para la comunidad y que con tanto aporte nos da al alma para afrontar nuestra travesía, para nuestro camino particular.
La distribución de los tiempos es semejante a la lectio planteada en los grupos. Para la lectio fraternus. (visto como: reunión, junta, unión, encuentro…), después de la aproximación a los textos sagrados (lectio y meditativo) incorporamos en la parte central la collatio. Es aquí donde hacemos publica la conexión que las palabras, que el dialogo divino han tenido en nuestro interior.
La collatio es la síntesis personal de la Escritura, tamizada por nuestra experiencia, por nuestro momento presente y por el dialogo con Dios. Siempre teniendo presente las tres miradas o planos que hablamos en fenomenología: una mirada a mi presente, una mirada a mi etapa vital actual y la mirada sin tiempo que no es otra que la mirada de Dios, mirada eterna.
Nos reunimos con la intención de entablar un dialogo con Jesús, para crear un vínculo de amistad eterno. Este apego, cultivado en el tiempo, hará que nos acerquemos al umbral de la puerta que da acceso al Misterio y podamos ingresar a ese lugar donde la conexión es más intensa. Una vez en el nuevo habitáculo entraremos y saldremos al mundo, como nos anticipa Jesús, pero esta salida ya será con unos nuevos ojos. Con una mirada que antes no hemos tenido, con ella interpretaremos el mundo y sus avatares de una manera más consciente y plena.