Conversión de vida

En este tiempo en el cual hacemos especial énfasis en la conversión de vida y en la preparación para el nuevo amanecer de la resurrección de Jesucristo en el corazón; examinemos el ayuno, la oración y la limosna viendo el reflejo de estas actitudes en el interior del alma.

Mientras adhiera con mi conducta a la generalizada creencia, de que la satisfacción depende del contacto con los diversos objetos que se ofrecen a los sentidos, el verdadero ayuno resultará difícil.

Mientras conciba a la oración como negociación con Dios, como búsqueda de beneficio, como acción especulativa en donde pretendo agradar y recibir favores a cambio, orar en espíritu y en verdad será difícil.

Mientras la limosna sea un acto de cumplimiento o mera acción exterior, mientras me vea como el dador de algo a un otro distinto o la utilice como excusa para una posterior licencia personal, la verdadera caridad me resultará esquiva.

Sin la presencia de Dios en mí, siempre saldré presuroso a buscar el contento en las cosas, las personas o las situaciones, tratando de que ellas me den la sensación de plenitud de la que carezco. Y mientras más busco afuera lo que en realidad esta dentro, más se fortalece el hábito de la exterioridad, de la apariencia, de la fuga hacia lo sensible. Quedo sumido en la cultura actual del consumo, en esa demencial búsqueda de placer que nunca sacia. Y nunca satisface porque nada exterior puede dar la plenitud a lo interior salvo por corto tiempo.

Así las cosas, mi oración solo traduce el estado en que me encuentro. Termino pidiendo cosas, beneficios, creo conocer lo que me conviene y se lo pido al Señor, como si Él ignorara lo que verdaderamente necesito. No me hago consciente de que la situación que vivo es exactamente la necesaria para unirme más a Él. No puedo aceptar que los acontecimientos que vivo y de los que quiero liberarme son precisamente creados o al menos permitidos por Dios y que son las puertas a Su reino aquí mismo.

No puedo ver que el otro es un igual a pesar de la diversidad. Juzgo, diferencio, me siento por encima y a veces, termino ayudando «desde la altura«. Mi corazón está endurecido por lo que creo mis carencias y mis problemas, que curiosamente, siempre son particularmente importantes. Me creo especial, no soy uno como los otros y la hermandad (verdadera limosna) se me aparece imposible…

– Entiendo que los placeres son fugaces y que nada exterior puede llenar la carencia espiritual, pero cuando me vuelvo hacia adentro, solo encuentro vacío o aburrimiento o más inquietud.

– Entiendo que la oración debería ser una apertura a la gracia divina, un estar ante la presencia del Señor; pero aquí también, sino me pongo discursivo y sino pido nada para el futuro o para algo lograr, aparece la aridez, el sueño o la divagación mental hacia cosas que me inquietan.

– Entiendo que la mejor caridad es aquella en donde deja de haber un «otro» y en el cual aquél es como mío propio, un hermano de verdad en comunión íntima que trasciende las aparentes diferencias. Pero me sucede que la mayoría de las personas me resultan hostiles o molestas o las critico y juzgo mentalmente sin poder impedirlo. Por lo general los que no son mis seres queridos me resultan verdaderos extraños.

– ¿Cómo hacer entonces?

Continuará en los próximos días…

Texto propio del blog

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Examen de conciencia

15 Comments on “Conversión de vida

  1. Pingback: La Cuaresma interior – El Santo Nombre

  2. «No me hago consciente de que la situación que vivo es exactamente la necesaria para unirme más a Él.» Así es, así es. Y no siempre es fácil verlo por esa cerrazón nuestra a los planes divinos, por ese querer imponer a toda costa nuestros criterios.

  3. Amigos. si Jesús vino a entregar un mensaje una filosofia de vida revolucionaria aun para nuestros tiempos porque las corrientes religiosas insisten en su adoracion cuando Jesus nunca pidio que se le adorara sino al Padre que esta en lo secreto?

    • Estimado Pedro. No todas las corrientes o movimientos religiosos enfatizan la adoración a Jesús. De todos modos, la adoración es uno de los modos en los que se manifiesta el sentimiento de amor en los seres humanos. Mucha gente se siente inclinada a manifestar su devoción a Jesús en esa particular manera, que suele conducir con el tiempo a la contemplación. Gracias por su comentario.

    • Buenos días, yo creo que lo único que se puede conocer del Padre es a Jesucristo y por lo tanto la manera de adorar al Padre es adorar al Hijo, que es el Padre manifestado.

      Además, el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha delegado en el Hijo, para que todos honren al Hijo como lo honran a él. El que se niega a honrar al Hijo no honra al Padre que lo envió. (Juan 5:22,23)
      Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: «Muéstranos al Padre? Juan 14:8-9
      El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.COLOSENSES 1:15

  4. Queridos Hnos., muchas veces he escuchado que para experimentar la presencia de Dios, es necesario una vida de acuerdo al Evangelio, pero experimento que una vida de acuerdo al Evangelio no la puedo llevar sin la experiencia de la presencia de Dios. Me encuentro así ante una paradoja si lo planteado antes en las dos afirmaciones es cierto y no es errónea alguna.
    Además, como en todos los temas de la vida espiritual siempre está el recurso a la oración, en este caso pedir la gracia de la experiencia de la presencia. Pero esa falta de experiencia tiñe de mediocridad la fe de la oración. Nuevamente el problema. ¿Cómo romper el círculo? Un saludo en el nombre de Jesús. Heraldo

    • Estimado Heraldo. Cuando abordamos los misterios de la vida espiritual con el intelecto solo, el resultado paradojal parece inevitable. No hay salida desde solo la mente, el andar en círculos interminables es su propia naturaleza. Esta magnífica herramienta da sus mejores frutos cuando la utilizamos en lo meramente funcional.

      En lo que hace a la vida interior, dar la prioridad al corazón es lo mejor; desde él brota entonces una luz que armoniza la mente y el cuerpo expresándose en nuestro comportamiento. Difícilmente pueda responderte en un breve comentario; sin embargo puedo decirte que en esa mirada desde la cual comentas la paradoja que observas y en el anhelo de Dios que guía esa intención unificadora, reside ya la presencia divina. Es precisamente la mente que crea la paradoja la que tiende a ocultar la compañia infaltable de Dios en nosotros. Gracias por comentar.

  5. Excelente! Este artículo describe con tanto detalle lo que pasa en mi vida interior que pareciese que me conociera de largo rato.

    • Muy de acuerdo, me siento identificado. Espero que la continuación sea tan iluminadora como este artículo.

  6. Señor, ten piedad de mí, que soy pecador! Dame tu gracia para ayunar, para hacer oración del corazón, para ayudar al hermano sin que nadie lo sepa, sólo Tú mi Amado Señor. Amén

  7. Espero la continuación de este post con verdadera curiosidad. Viví mi conversión a través de esta página, y con los libros de la oración de Jesús, pero llevo ya tiempo sin ilusión. Creo que no es para mi, que no funciona.

    Los monjes que escribían antes -no sé si son los mismos, el estilo me parece diferente- prometían la paz interior al que practicara la oración de Jesús. Yo nunca la he tenido, siempre la he anhelado, y ya no creo que vaya a lograrla nunca.

    Supongo que hay un montón de razones -la falta de perseverancia, Dios sabe más, no sé-, pero no puedo evitar sentir que son meras excusas.

    Lo que yo le pido a Dios es la paz del corazón. Vivo en un entorno totalmente hostil al catolicismo, cada vez soporto menos a la gente con la que tengo que relacionarme, especialmente por los ataques constantes a nuestra fe, que acaban por hartar a cualquiera. Supongo que me ha tocado estar en este ambiente, como a otros les ha tocado otra cosa, lo único que pido a Dios es que no me afecte.

    Al final, sufro retraimiento social por ser cristiano, y para lo único que me sirve es para acabar amargado, cada vez con más rencor. O Dios me quita a los cretinos de encima, y o me da esa capacidad de seguir alegre y tranquilo en medio de ellos, pienso.

    Pues no, ni una cosa ni la otra.

    ¿Es cierto algo de lo que nos han prometido? ¿Nos da Dios algo de lo que le pedimos, o solo lo que El quiere darnos? ¿la práctica de la oración de Jesús da la paz del corazón? ¿en cuánto tiempo?

    Si pueden darme alguna razón para seguir confiando, gracias, y si no, les pido sus oraciones, y perdón por el desahogo.

    • Estimado hermano, la paz del corazón aparece es decir, se nos hace evidente, apenas se silencia nuestro ruido mental. Esta experiencia (la ausencia de pensamiento) se ve facilitada cuando la oración de Jesús se hace continua y ella se transforma en el único «sonido» mental.

      Para que la oración se haga continua es preciso comprender la inutilidad de nuestro habitual pensamiento discursivo, comparativo, divagatorio y ensoñativo. Convencidos de que este «diálogo interior» no es necesario ni útil, nos acostumbramos a desechar todo este barullo apenas se inicia, retomando la oración de inmediato, apenas advertimos su ausencia.

      Esta ejercicio empieza a mostrarnos que la mayoría de los pensamientos nos suceden, acontecen sin nuestra voluntad y por ello aprendemos a desapegarnos, a no creer que la voz de ellos es nuestra voz.

      Al dejar de confundir lo que somos con este ruido mental, nos damos cuenta que nuestra identidad más profunda es el deseo de Dios; deseo que se manifiesta precisamente en el instante previo a cada repetición de la oración de Jesús. En ese momento sagrado, hay silencio verdadero, descanso del yo y se descubre que Dios vive siempre en nosotros, que esa paz que buscamos es lo mismo que ya somos.

      Esperamos que la continuación del post brinde alguna respuesta a sus inquietudes. De todos modos, trataremos de aportar algo respecto de sus planteos específicos también en sucesivos artículos. Son temas importantes para la vida espiritual actual.

      Le agradecemos el comentario que suscita la posibilidad de abordar estar problemáticas.

    • No estas pérdido de ningun modo, la perseverancia siempre algo obtiene.
      No das detalles sobre tu oración, tienes que asegurarte la recta intención y la falta de apegos (entre otras cosas) para poder recibir. ¿Recurres a los sacramentos?
      Sobretodo ahora: ¡a Jesus por Maria!

  8. Nuestro Señor muere por amor. Nuestro Señor resucita por amor.

    «¿Quién es el que te quita el frío?
    Te vas conmigo y rumbeamos; con él lloras casi un río.
    Tal vez te da dinero y tiene poderío, pero no te llena; tu corazón sigue vacío.

    Pero CONMIGO, rompe la carretera!
    Bandolera, si en tu vida hay algo que no sirve, sácalo pa fuera!
    A ti nadie te frena, la superguerrera.
    Yo sé que tú eres una fiera.
    Dale! Sácalo pa fuera!»

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