Un Cristiano
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«El cristiano tiene a la Sagrada Escritura y particularmente al Nuevo Testamento como su referencia de vida. Los Evangelios, en especial, son el marco en base al cual forma su criterio y orienta sus actos.
Jesucristo, Dios hecho hombre y resucitado, y Su Madre María Santísima, son su modelo de conducta, no porque pretenda compararse o alcanzar semejante estatura, sino porque son el ideal que le muestra hacia donde tender en sus intenciones y acciones.
El cristiano hace de los sacramentos su principal alimento espiritual. En la Eucaristía ‒Jesucristo vivo‒ busca la fuerza para sostenerse en medio del mundo actual, y en la Confesión ‒el sacramento de la Reconciliación‒ con el reconocimiento de la falta, cultiva la verdadera humildad, esa que nace del conocimiento sin afeites de su propia verdad interior y que le permite retornar a la Gracia.
El cristiano busca construir en la familia un anticipo de la vida celestial. Hace de ella su primera parroquia y a sus miembros, el primer prójimo. La familia es el pequeño mundo que primero se ha de evangelizar.
El cristiano participa activamente de la vida de la Iglesia según el apostolado al que se siente llamado, e integra los posibles pecados y errores de la misma, mediante su propia acción por el mejoramiento común.
Así, la pregunta: «¿Qué haría Jesús en mi lugar, en esta situación?» puede hacerse práctica continua de búsqueda de la orientación divina.
Aunque sabe que una errónea conducta le aleja de la gracia de Dios, y que necesita de una continua conversión y esfuerzo para alcanzar la propia salvación, siente la profunda convicción de que Dios todo lo puede y no nos deja de Su mano, nos enseña amorosamente, nos muestra la verdad y, atentos a esto, nos perdona. Esta fe profunda o experiencia íntima, según sea el caso, posibilita vivir desde la confianza. Se vive un hacer resuelto y atento a las circunstancias, pero se actúa «descansando en la voluntad de Dios».
Este hacer confiado posibilita una estabilidad en el contento. La alegría es característica del cristiano, sustentada en su fe en la trascendencia. Hay recuerdo sobre la transitoriedad de la vida y se sabe que esta tiene un propósito que va más allá de los motivos humanos.
El cristiano sabe que el amor al prójimo, el servicio a los demás, es un imperativo central de su fe y que aunque esta solidaridad puede asumir muchas formas según el estado de cada uno, debe siempre ser evaluada en el propio examen de conciencia.
La caridad silenciosa y humilde, discreta, nos permite conocer los distintos rostros que Jesús asume en los que sufren. Amándolos a ellos, Lo amamos a Él.
El cristiano predica su fe con el ejemplo antes que nada y también con la palabra, pero no trata de imponerla a la fuerza. Sabe que la espiritualidad no se cultiva ni crece a partir del forzamiento, es el Espíritu Santo el que transforma los corazones. Transmitir la propia certeza, es un regalo, un acto de cariño, hacia el otro. Nunca será realizado con violencia como un modo de afirmarse a sí mismo.
También sabe que la sociedad actual, cada vez más intensamente, favorece una visión de la vida que no se adapta a su más hondo sentir, por lo que, con la ayuda de Dios, procura mantenerse interiormente fiel y perseverante.
El cristiano se sabe hijo de Dios y así se ve a sí mismo y a todos los demás, más allá del estado espiritual en que se encuentren. Esta filiación le hace valorar la vida y ponerla por encima de lo secundario.
El cristiano en medio del conflicto es mediador, en medio de la injusticia es firme denuncia no violenta. En la necesidad es socorro, es ayuda, material y moral; en la agonía es compañía y esperanza de vida eterna.
El cristiano sabe que la oración es la manifestación más clara de su unión con Dios y busca hacerla continua en las distintas actividades, realizando éstas como un ofrecimiento al Padre. A veces se ora en alta voz, otras en el corazón y muchas veces la acción se transforma en oración.
El cristiano no le huye al silencio, cuando este se presenta lo toma como una oportunidad para anclarse en la divina Presencia. Divina Presencia que se hace eco en la propia mirada que tiñe al mundo del Santo Nombre de Jesús».
Texto propio del blog
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Señor Jesús, hoy que me llamas al silencio, acompáñame y no me dejes de tu mano. Ayúdame a esperar en ti y a confiar en ti, disipa mis miedos y mis sombras de muerte, dame la gracia de tu perdón y enséñame a querer amar y desear tu santa voluntad.
El cristiano desea el Cielo, y espera en la futura venida de Cristo que dará su plenitud al universo y a la historia.
Maranathá!!! Ven!!! ✌🏻️
El cristiano sabe que el amor al prójimo, el servicio a los demás, es un imperativo central de su fe