La paz del corazón
Todas/os aquellos quienes experimentan con fuerza el llamamiento a la vida interior y necesitan hacer un discernimiento sobre el sentido de dicho llamamiento, para ver si se trata de la gracia-vocación que abre paso a la vida contemplativa en el mundo o monasterio .
Especialmente a aquellas personas que reconocen en su interior una fuerte inclinación a la oración y a una especial entrega de amor a Dios y, sin embargo, no se reconocen claramente llamados a una vocación monástica; aunque también puede resultar de utilidad a aquellos que se reconocen llamados a dar a su fe la máxima profundidad para que su vida cristiana resulte lo más plena y auténtica posible, aunque no experimenten una gracia especialmente sensible que les atraiga a la vida interior.
Comenzaremos analizando los elementos fundamentales que identifican la llamada de Dios a la vida contemplativa (secular) con el fin de aportar datos objetivos que sirvan para conocerla mejor y realizar un adecuado discernimiento de dicha vocación. En primer lugar esta el «Anhelo y búsqueda de Dios» El que ha sido llamado por Dios a la vida contemplativa experimenta un incurable anhelo de Dios que le hace sentir una insatisfacción general ante todo lo que no sea Dios; viviendo apasionadamente lo que expresaba san Agustín: «Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti». Se trata de la consecuencia natural de aquello que nos dice el Señor: «No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo» (Jn 15,19). Esto, que es común a todo cristiano, se hace dramático en el contemplativo. Hno Víctor de Getsemani
Hno Víctor de Getsemani
Mientras normalmente los llamados a la vida monástica tienen vocación contemplativa, no todos los que tienen vocación contemplativa están llamados necesariamente a la vida monástica. Es más, podemos afirmar que la vocación contemplativa es la vocación normal de todo cristiano, ya que por el bautismo hemos recibido el Espíritu Santo que nos ha hecho hijos y templos de Dios, dándonos la posibilidad real de vivir inmersos en el mismo Dios y de comunicarnos abiertamente con él. Por eso, vivir la vida de la gracia de forma permanente está al alcance de todos los cristianos, y ese modo de ser y de vivir es precisamente el modo contemplativo de vivir.
Que lindo artìculo .Muchas Gracias Emma