Día 26 – La llave de la oración

Texto del día

«Obedeciendo a esta regla, pasé todo el verano repitiendo sin cesar la oración de Jesús, y sentí una gran tranquilidad. Mientras dormía, soñaba a veces que estaba rezando la oración. Y durante el día, cuando me ocurría encontrarme algunas personas, me parecían tan amables como si hubieran sido de mi familia.

Los pensamientos se habían calmado y sólo vivía en oración; comencé ya a inclinar mi espíritu a escucharla, y a veces mi corazón sentía como un gran ardor y una gran alegría. Cuando entraba en la iglesia, el largo servicio litúrgico me parecía corto y no me cansaba como antes…. ya no estaba en la indigencia, como antes; la invocación del nombre de Jesucristo me alegraba a todo lo largo del camino y todo el mundo me trataba con bondad; parecía como si todos se hubieran propuesto quererme».

de El Peregrino Ruso

Práctica sugerida

El ejercicio sugerido para hoy consiste en repetir la frase elegida de la Oración de Jesús, cada vez que inicio una actividad y cada vez que la termino. Por supuesto, que se trata de que intentemos llevarla con nosotros durante toda la jornada, pero hoy ponemos el énfasis en esto de utilizarla como «llave» que abre y que cierra los distintos actos que vamos desplegando.

Esto de orar antes de la acción y como cierre de ella, ayuda mucho a efectuar las acciones como si de una liturgia se tratara, con reverencia y atención suma.  Esas dos frases, la que abre y la que cierra la actividad, las deberíamos repetir lentamente y con el mayor de los afectos, al tiempo que pedimos ayuda interiormente para santificar eso que vamos a hacer.

Texto recomendado: ¿POR QUÉ SOY TODAVÍA CRISTIANO?

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