El miedo y el temor

Cuaresma 2020

Hermanas y hermanos en el amor a Cristo Jesús.

En estos tiempos particularmente difíciles quiero aportar el recuerdo de una conversación que tuve hace muchos años ya con mi padre espiritual. Le preguntaba sobre el miedo y el temor en un contexto muy diferente pero creo que puede servir.

Me decía que el miedo es como un reflejo físico que actúa sin mediación mental, que es como un seguro del cuerpo para salvarse del peligro y en ese sentido no veía ningún problema con ello. Si nos ataca un animal salvaje o vemos que viene hacia nosotros un coche a gran velocidad, el cuerpo reacciona evitando el peligro con toda eficacia y recién después caemos en cuenta de lo sucedido. Se ponen en marcha toda una serie de cuestiones fisiológicas, necesarias para que el cuerpo se proteja.

En cambio, me decía, el temor es de naturaleza sicológica, es fruto de la imaginación. Y, si bien cumple a veces una función previsora, en general produce una tensión y sofocamiento del alma que no sirve a ningún fin bueno. El temor surge de la anticipación imaginativa del mal. Él enfatizaba que a veces el temor sirve al miedo en su función de preservación de la vida y otras es totalmente innecesario y dañino para la persona. Por ejemplo me digo, en base a lo que recuerdo de su enseñanza: Si evito salir a la calle en estos días para disminuir las posibilidades de contagio, ese temor sería una prevención fundada que no hace mal a nadie, evito salir de casa. Si, en cambio, permito a la mente imaginar mil situaciones posibles, acerca de lo que ocurriría si me enfermo o si se enferma tal o si esto o aquello, el temor ha dejado de cumplir su función y se torna en mi enemigo. Es allí, cuando debo recordar que me he salido de la oración. Poner el Nombre de Jesús en lugar de la imaginación. Le quito la atención a las imágenes que genera el temor y pongo mi atención en el surgimiento de la oración interior.

Me decía también, que el temor tiene su raíz en el deseo. En el deseo de que no ocurra esto o aquello, de que las cosas sean como yo quiero que sean. Nos olvidamos de que toda nuestra existencia y lo que hay en ella nos ha sido dado por Dios y este olvido nos lleva a creer que la existencia misma es nuestra propiedad, que nos pertenece. Este olvido, que nos lleva a dar la vida por sentada, también nos induce a creer que está en nuestras manos lo que ocurra, como si fuéramos capaces con nuestra acción, de cambiar la voluntad de Dios y su designio. ¿No es verdad?

Volvemos al siempre recurrente tema de la libertad humana y de la acción de la providencia. Debemos actuar lo mejor posible según nuestra percepción. Nos parece que cuidando nuestra higiene y permaneciendo en casa disminuimos las probabilidades de enfermar… está muy bien, así hay que hacerlo y cumpliendo también con lo que las leyes van señalando. Pero en nuestro corazón, cuando el temor se impone, debemos recordar que todo depende de Dios. Todo es para bien y conforme a su designio; el hecho de que uno a veces no entienda para que suceden algunas cosas, no quiere decir que carezcan de significado o que son una especie de «error de Dios».

Debo actuar lo mejor posible en cada situación, sabiendo que lo que ocurra finalmente depende de una voluntad infinitamente mayor que la mía, que es la de Aquél que lo hizo todo. Miraba también hace un rato un mapa sobre cómo a raíz de esta pandemia era observable la disminución de la contaminación ambiental. ¿Será que aprenderemos algo acerca del consumismo desenfrenado en el que estamos inmersos como humanidad? También, esto de no poder salir, viene a llevarnos en cierto modo hacia adentro, al seno de nuestras familias, a estar menos volcados hacia afuera.

No deberíamos gastar el tiempo en seguir hipnotizados las noticias, en una especie de morbo que se retroalimenta de continuo. Eso hace crecer el temor y la imaginación temerosa. Recabar información una o dos veces al día bastará para estar al corriente. Volvamos nuestro rostro a Dios; es en estas situaciones donde solemos caer en cuenta, que más allá de nuestro aparente poderío como especie humana, siempre dependemos de Aquél que nos creó. De ese misterio tremendo, de ese amor sin límites que nos puso un día en esta pequeña esfera, tan bella como frágil. Y lo más misterioso resulta, que ese Ser infinito en ocasiones, nos habla en el corazón. Un saludo fraterno para todos invocando el Santo Nombre de Jesús.

La homilía del Padre José

Comunidad de oración a raíz de la Pandemia de Corona virus

9 Comments on “El miedo y el temor

  1. Gracias por sus palabras.
    “Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes. 1 Corintios 16:13”

  2. Un saludo en Cristo hermano! Gracias por participar. Te mando un abrazo grande de alguien a quién ambos queremos mucho y que está aquí conmigo ahora acompañando la labor. Cristo te cuide!

  3. La primera lectura de la Eucaristía de hoy termina con esta pregunta: «¿Está el Señor entre nosotros o no?»
    La respuesta de un creyente es clara: sí, pero tal vez no del modo que pensamos o nos gustaría.
    También en esta ocasión, como en tantas otras, hacemos lo de la samaritana, vamos al pozo a sacar agua, vamos a Dios a pedir y pedir, a sacar esa agua que necesitamos, deseo lícito, y sin embargo, este Dios que está con y entre nosotros nos desconcierta una vez más y nos dice “dame de beber”. Sí, Dios nos pide a nosotros ¿sabremos escuchar Su necesidad en este momento?
    Ojalá que todo lo que está sucediendo nos ponga en contacto directo con Jesús, y sepamos escuchar Su sed en tantas necesidades actuales, que acudamos al pozo y a la vez escuchemos Su necesidad.

    • Muchas gracias María. Esa es la pregunta ¿Está entre nosotros o no? Claro que sí, pero ¿cómo percibir Su inefable presencia? Tal vez buscando el silencio, atendiendo al espacio entre los pensamientos interminables, buscando la calidez del corazón en medio del frío y la separación que genera el miedo. «Está entre nosotros, pero tal vez no del modo en que pensamos o nos gustaría». Buen tema para profundizar. Gracias por tu participación hermana.

  4. Queridos herman@s; una vez me preguntaron cual era el opuesto de la palabra Amor. Respondí muy segura “Odio”. La persona que me hizo la pregunta contestó que la respuesta no era acertada. Muy pausadamente y mirándome tiernamente a los ojos susurró….Si Dios es Amor….Su opuesto es el Miedo.
    Es hermoso comprobar que debajo de situaciones como la que estamos viviendo, siempre se oculte un fondo amoroso. Un fondo en el cual mejoran otras cosas. Mejora la salud de nuestro planeta, mejoran los niños que por fin pueden disfrutar de sus padres, disminuyen los ruidos… se escuchan los pájaros. …. Y bien Dios mío, ¿que me hace pensar a mi que yo soy más importante que todo lo que está mejorando?…
    Brindo mi oración al discernimiento, brindo mi oración a la voluntad de Dios…a la voluntad del Amor…brindo todo mi Ser al Abandono de la Fuente de donde todo emana…
    Gracias Señor Jesús por la semilla que tienes en mi corazón y en la que permites que vaya descendiendo la Sabiduría del Padre.
    Bendiciones para tod@s.

    • Gracias hermana/o por comentar. Creo que tu pregunta «Y bien Dios mío, ¿que me hace pensar a mi que yo soy más importante que todo lo que está mejorando?» interpela mucho. Nos pone en situación. Lo que sé de seguro, es que con la mente no podemos conocer el significado y sentido de la voluntad de Dios. A veces nos parece que lo intuimos… y es allí en el corazón donde a veces nos viene alguna certidumbre no mental y ella por cierto es inexpresable. Un saludo fraterno en Cristo.

  5. «el hecho de que uno a veces no entienda para que suceden algunas cosas, no quiere decir que carezcan de significado o que son una especie de “error de Dios”».
    Creo que esta es una de las claves: si yo no entiendo, eso no quiere decir que no tenga sentido. Si lo entiendo siempre será mejor y deberé de intentarlo, pero si no llego a entenderlo, tengo que dejar un margen de confianza. DIos sabe. El es el que sabe y yo me pongo en sus manos a la espera de poder entenderlo o sea, de que él quiera hacerme partícipe de su sabiduría. Mientras tanto quedo en oración, quedo en paz.

    • Exacto José. Me ha gustado mucho eso de que Él nos haga partícipes de su sabiduría. Como decía en el comentario anterior, con la mente es imposible comprender y abarcar los hechos y su sentido en el plan divino. Pero si silenciamos un poco todo y vamos a buscar la oración del corazón, uno algo intuye, es como si la gracia nos hablara muy despacio y nos dejara una huella leve, que de todos modos no se puede conceptualizar. Un abrazo fraterno en Cristo hermano.

  6. Queridos hermanos en Cristo Jesús
    Muchas gracias por esta enseñanza. Que el temor no nos afecte si no más bien confiemos ciegamente en nuestro Padre.
    Dios les bendiga
    Oraciones

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