La paz del corazón
Quería hacerte unas preguntas sobre el curso y lo que voy leyendo en la página. En cuanto a la contemplación: Se habla de abrir los sentidos, atender a un sentido y centrarse en él y también se habla de cerrar los sentidos para la contemplación. Pero como cerramos los sentidos? En mi meditación sedente procuro llevar mi mente al corazón y seguir la respiración acompasándola con la repetición de la plegaria. ¿Es correcto? Al cabo de un tiempo, a veces, la plegaria va disminuyendo hasta quedarme en un silencio con la atención a… ¿Como decirlo?… Un vacío que me llena de atención, amor, consuelo… ¿Presencia? Es como estar atento a un vacío donde hay mucha atención y ningún pensamiento pasa por mi mente. Me imagino que es lo que debo hacer también en activo, aunque sea más difícil.
Hola hermano. Cuando decimos de abrir los sentidos, nos referimos a los sentidos espirituales, que suelen permanecer apagados, como dormidos o cerrados; lo que nos deja sin la percepción de ciertas realidades propias de la vida espiritual, de la «vida secreta del alma» como creo que dice algún autor. Una buena forma de despertarles es haciendo las cosas más lentamente, quedándose en silencio de a ratos solo estando sin atender a nada en particular o prestando atención a la intuición antes que al razonamiento posterior a esta, que suele pasar desapercibida. La intuición es una manifestación clara de estos sentidos espirituales.
Cuando nos referimos a atender a un sentido, (en este caso sentido físico) nos referimos a un modo útil de concentrar la mente. Puede ser un paso previo a la oración de Jesús o a la contemplación silenciosa. Como puedes comprobar: si pones tu atención en un sonido lejano, los demás sentidos disminuyen en su acción, luego los sonidos cercanos se escuchan con menos intensidad y «aumenta» aquél sonido lejano. Un minuto o dos y ya se siente una mayor calma y centramiento.
Cerrar los sentidos para la contemplación, tiene que ver con desatender a lo que llega por los sentidos físicos y dirigir la atención hacia la sensación de estar consciente. Por supuesto los estímulos siguen llegando a los sentidos, incluso desde el interior mismo del cuerpo, pero se trata de ignorarlos, atendiendo a lo que tú dices muy bien: «Al cabo de un tiempo, a veces, la plegaria va disminuyendo hasta quedarme en un silencio con la atención a… ¿Cómo decirlo?… Un vacío que me llena de atención, amor…» Podríamos decir llevar la atención desde el tumulto de percepciones, sensaciones y pensamientos hacia el silencio que está en el interior y que en cierto modo clama ser escuchado. Es un silencio que puede llegar a ser fuerte y mientras más intenso el silencio más nos sentimos inundados de paz e incluso como si fuéramos parte de esa paz. Una paz viva no adormecida. Lo de acompasar la respiración a la plegaria a alguna gente le sirve y a otra no. Lo esencial es atender al fondo de silencio que siempre está en lugar de al tumulto constante de los sentidos y pensamientos.
En la vida en activo no se puede desatender del mismo modo a los sentidos y percepciones. Lo que nos puede servir es tener la oración de Jesús como fondo constante de todo lo percibido. Cuando las actividades nos requieren mucho, este fondo de oración y/o adoración, queda apenas como un murmullo de tranquilidad y cuando hay espacios de menor acción vuelve a sonar con fuerza. Incluso hay veces que no se puede orar de tanto requerimiento exterior hacia nosotros. Pero en ese caso, podemos descansar en el fondo de confianza absoluta en la voluntad divina, que hemos ido cultivando durante la oración sedente o silenciosa.
En cuanto a la atención: Quería preguntarte también por ese tipo de atención que nos contabas creo que en la clase 12 que se caracteriza por ser como una atención en la que el que mira y la mirada es lo mismo. Esa atención creo que decías «como desde atras».
Claro si, mientras más nos acostumbramos a no reaccionar automáticamente a lo que sucede, se produce en nosotros una tendencia a crear un «espacio» entre el estímulo y la reacción. Este espacio nos permite testificar lo que ocurre, es una especie de constatación sin juicio o con menos juicios ocurriendo. Si esto se fortalece mucho, fruto de la práctica frecuente, puede pasar que por instantes deje de haber un alguien que es testigo y en ese sentido decimos que el que mira y la mirada se hacen lo mismo. La observación no reactiva suele sentirse como detrás de lo que acontece, como si uno mirara desde la parte posterior de la cabeza o incluso desde más atrás de ella. Bueno hermano, muchas gracias por tus preguntas que sirven para aclararnos a nosotros mismos, al recordar lo que se nos enseñara con mucho cariño en alguna oportunidad. Cristo nos cuida y sabe lo que necesitamos.
Anexo a la 13 ° Clase de Filocalía
Dos enlaces:
Esta crisis ¿Nos hace más fuertes?
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