La paz del corazón
De la oración pueden decirse muchas cosas y muy válidas, según la experiencia de cada cual y el momento que se atraviesa. Mi maestro me decía que era ante todo un punto de encuentro con el sí mismo profundo, es decir con ese lugar interior donde habita Dios y su gracia siempre abundante. Me decía que así como el cuerpo necesita cada día la comida y la bebida y la mente del descanso para mantenerse funcional; nuestro espíritu necesita del acto de oración.
Este acto de oración es supremamente útil. No importa el estado del ánimo, que es algo propio de los vaivenes de la mente; ni las ganas que tenga el cuerpo de quedarse quieto; lo que importa es la paciente repetición de la conducta orante. Sea que realices una oración más discursiva o una jaculatoria como la Oración de Jesús o que vayas hacia el silencio en oraciones muy quedas; te dispones al vínculo con lo sagrado, a elevar tu intención hacia aquel que nos lo ha dado todo. Es un abrirse al máximo de los misterios.
Sicológicamente es un poderoso anclaje que reinicia el ciclo de la atención y eleva nuestro nivel de consciencia. Es como el sol, que más allá de como haya sido el día y de todas las tormentas, en cada nuevo amanecer vuelve a iluminar la región donde vivo. Puede que uno lo vea o que esté oculto por las nubes pero cada día manda su luz desde el cielo. Luz invaluable para mantener el calor y alimentar la vida. La oración es igual.
Por eso dejamos que se expandan cada vez más los momentos de oración en la Fraternidad, para que poco a poco toda la jornada se vea atravesada por momentos de oración. Y entonces cada uno irá adentrándose en aquellos que más se le acomodan; a sus tareas cotidianas, a su disponibilidad y a lo que se siente adecuado para el momento del proceso espiritual. Lo importante es darnos cuenta de cuanto necesitamos ponernos en frecuencia orante, de que el verdadero alimento es invisible y que realmente lo necesitamos.
Momentos actuales de oración en la Fraternidad
Taller con María Toscano en Madrid este lunes
La imagen que ilustra el post fue extraída de Franciscanos.cl
Gracias Mario. Me has cambiado la vida y doy gracias infinitas a Dios por haberme guiado hasta aquí. Cuánta gracia de Dios hay en vos… sigo leyendo la oración del corazón🙏🏼