La paz del corazón
¡Qué lindo es ir de retiro espiritual! El tiempo; todo íntegro dedicado a la oración, la meditación, el compartir fraterno, el descanso en Dios. El espacio; más amplio, silencioso, novedoso respecto de nuestro cotidiano; las capillas, la naturaleza, el aire de comunidad que se respira… ¡Cuán agradable y nutritiva actividad humano/divina esta de retirarse buscando el «solo Dios».
Ah… pero claro, al regreso… aquellas mismas cosas vuelven a estar presentes. Todo eso que rechazo, que me disgusta, la actitud habitual que parece reclamar su lugar de primacía… ¿qué pasó? ¿Y la actitud orante? ¿Dónde está ese centro que parecía libre de divagación? O, ¿Dónde está aquel que miraba los pensamientos pasar sin identificarse con ellos? ¿Qué ha sido del que observando no se identificaba, del que paciente volvía una y otra vez a la efusión del Nombre?
Cualquier universitario a poco de graduarse nos dirá que una cosa es el estudio y otra el ejercicio de la profesión. Que la preparación real se hace al sumergirse en la actividad precisa y que la teoría sirve y también las prácticas académicas; pero nada como el acontecimiento vivo, como ese presente que se aparece como la fáctica contundencia que nos pide responder, discernir, entregar lo que somos en la acción que se necesita.
¡Que bien nos hace una sentada en silencio, repitiendo el Nombre, asintiendo, aceptando, volviendo una y otra vez a la paz reinante allí, en lo profundo! Sí. ¡Pero cuanto bien nos hace permanecer sentados en el trono del corazón, en medio de las actividades..! Vemos como en cada instante los impactos nos llevan hacia la pérdida de referencias, hacia la agitación y el ansia interminable. Los afanes se mezclan con las preocupaciones y son como cachetazos en las mejillas que enrojecen nuestro rostro.
¡Y ese es el ruedo! Para eso nos hemos preparado. Nuestro espíritu se fortalece en la debilidad y aprendemos sin reproches a volver, una vez y otra regresamos, retomamos la dirección altiva, nos dejamos guiar por la silente luz que brilla en el sagrario del corazón. ¡Oh hermosa providencia que diestramente dibujas los escenarios que atravieso! ¡Tú sabes que te quiero Señor! Oh sí, Tu lo sabes.
Queridos amigos de la Fraternidad, este próximo miércoles 17 de julio, a las 14 hs. de Argentina / 19 hs. de España y equivalentes, estamos invitados a una nueva clase del curso de mística cristiana. El tema: «Carlos de Foucauld, místico y hermano de todos». Exposición que nos brindarán las hermanitas Elena Celia y Felisa. El encuentro será en el enlace de siempre: https://us02web.zoom.us/j/88619724529
Tal cual. Así es la vida.
Pero lo vivido enriquece y ayuda.
Poco a poco, muy lentamente, algo parece cambiar, aunque sólo sea el saber que Jesús está en nuestro corazón y nosotros apredemos decirle nuestro amor.
Un abrazo invocando su Santo Nombre.
«… Oh, sí, Tú lo sabes.».
Hermosa reflexión. Gracias 🙏