Me parece que no has mostrado fenomenológicamente, como dices, qué hay no existe diferencia entre la percepción y la representación. He aquí mi planteamiento de la situación:
Cuando yo quiero percibir un árbol, camino hacia mi ventana, hago a un lado la cortina y dirijo mi mirada hacia la izquierda. Este es más o menos el procedimiento que necesito seguir para percibir mi cedro limón cuando me encuentro en mi recámara.
En cambio, si solamente quiero obtener la representación de ese mismo árbol, el procedimiento que sigo no involucra ni caminar, ni correr ninguna cortina, ni dirigir mi mirada en ninguna dirección en particular (y puedo hacerlo aún estando a gran distancia de mi casa).
He aquí una descripción más ajustada fenomenológicamente que nos muestra algo que sabemos muy bien sin análisis: la percepción y la representación son actos diversos.
Hola Juan, mucho gusto. Revisaré lo q dije en esa clase para luego responderte bien. Sin embargo es un buen tema darse cuenta que toda percepción es representación. En corto sería: el cedro, tus movimientos, alcoba y demás, son imágenes; sean kinestesicas, cinestecicas, visuales,. etc. Lo que ha cambiado es el emplazamiento de las mismas en el espacio de representación. Aquellas que se emplazan más cerca de la «representación» llamada piel, se nos aparecen como afuera del cuerpo.
En fin, es un tema de los más difíciles de tratar porque implican la ruptura de la forma mental según la cual concebimos el mundo y todo lo demás. Eso merece más desarrollo. Veré si, más adelante, podemos hacer algo en ese sentido.
Un saludo fraterno y muchas gracias por tu compartir en estos temas.
La mayoría de las veces hago lo que no quiero, me sorprendo con actitudes
incoherentes con mi estado, advierto que no soy dueña de mí misma,
carezco de libertad y más bien obro esclava de mis pasiones; estado que al
concientizarme de ello me entristece. “¡pobre de mí, ¿quién me librará de
este cuerpo de muerte?”. En tales momentos me expreso igual que el
Apóstol.
Mi percepción del mundo, de lo que acontece, de las personas surge
condicionada por mis estados anímicos y el instante presente suelo dejarlo
marchar por mi falta de atención. Se presenta con frecuencia en mi mente
imágenes que me hacen vivir más de la ilusión que de la realidad,
atenderlas genera en mí en mayor o menor grado sufrimiento o placer.
Algunas con carga de más intensidad me afectan y crean cierta parálisis
que me impide avanzar y más aún me detienen en estériles apreciaciones
sobre todo en lo tocante a lo afectivo que me lleva más tiempo armonizarlo,
equilibrarlo, el ego buscador de su propio interés siempre está girando en
torno de sí, ordenando todo a un amor exagerado donde los demás ocupan
el segundo lugar.
Esto genera en mi interior dolor, confusión, un sufrimiento que me alerta
de mi alejamiento con mi modelo de conducta, las imágenes de copresencia
y colectoras, testigos de mis propósitos, luchas, esfuerzos me vienen a
recordar la importancia de volverme, convertirme a esa intención, a ese
amor primero. Debo procurar tener, ahorrar energía, ser consciente, atenta,
coherente, esto es, estar conectada con la fuente divina, sin esa corriente de
luz ¿cómo podría darle verdadero sentido a mi vida? Es el abandono
confiado a su acción, a su voluntad, mi total dependencia responsable a su
amor lo que me conduce a la paz y a su plan salvífico sobre mí. Es dejar de
batallar contra el pasado, presente y futuro, para vivir la entrega generosa y
simple del instante presente. Pero solo la verdad me hará libre, me dará la
luz del conocimiento de los automatismos que han oscurecido y me han
alejado de lo que verdaderamente soy.
Al parecer en algunas páginas del curso no clickamos en la opción de permitir comentarios. Corregimos ya esa opción y agregamos ahora este resumen aportado por una participante de vida consagrada. Un saludo fraterno a todos.
Discúlpame, tengo un error de redacción al comienzo de mi comentario.
Dice: “Me parece que no has mostrado fenomenológicamente, como dices, qué hay no existe diferencia…”
Debería decir: “ Me parece que no has mostrado fenomenológicamente, como dices, que no existe diferencia…
Saludos
No hay problema Juan, se entendía igualmente. Veré de apartar unos minutos de la clase 19 para hacer un boceto de este tema. Gracias nuevamente.
Me parece que no has mostrado fenomenológicamente, como dices, qué hay no existe diferencia entre la percepción y la representación. He aquí mi planteamiento de la situación:
Cuando yo quiero percibir un árbol, camino hacia mi ventana, hago a un lado la cortina y dirijo mi mirada hacia la izquierda. Este es más o menos el procedimiento que necesito seguir para percibir mi cedro limón cuando me encuentro en mi recámara.
En cambio, si solamente quiero obtener la representación de ese mismo árbol, el procedimiento que sigo no involucra ni caminar, ni correr ninguna cortina, ni dirigir mi mirada en ninguna dirección en particular (y puedo hacerlo aún estando a gran distancia de mi casa).
He aquí una descripción más ajustada fenomenológicamente que nos muestra algo que sabemos muy bien sin análisis: la percepción y la representación son actos diversos.
Hola Juan, mucho gusto. Revisaré lo q dije en esa clase para luego responderte bien. Sin embargo es un buen tema darse cuenta que toda percepción es representación. En corto sería: el cedro, tus movimientos, alcoba y demás, son imágenes; sean kinestesicas, cinestecicas, visuales,. etc. Lo que ha cambiado es el emplazamiento de las mismas en el espacio de representación. Aquellas que se emplazan más cerca de la «representación» llamada piel, se nos aparecen como afuera del cuerpo.
En fin, es un tema de los más difíciles de tratar porque implican la ruptura de la forma mental según la cual concebimos el mundo y todo lo demás. Eso merece más desarrollo. Veré si, más adelante, podemos hacer algo en ese sentido.
Un saludo fraterno y muchas gracias por tu compartir en estos temas.
La mayoría de las veces hago lo que no quiero, me sorprendo con actitudes
incoherentes con mi estado, advierto que no soy dueña de mí misma,
carezco de libertad y más bien obro esclava de mis pasiones; estado que al
concientizarme de ello me entristece. “¡pobre de mí, ¿quién me librará de
este cuerpo de muerte?”. En tales momentos me expreso igual que el
Apóstol.
Mi percepción del mundo, de lo que acontece, de las personas surge
condicionada por mis estados anímicos y el instante presente suelo dejarlo
marchar por mi falta de atención. Se presenta con frecuencia en mi mente
imágenes que me hacen vivir más de la ilusión que de la realidad,
atenderlas genera en mí en mayor o menor grado sufrimiento o placer.
Algunas con carga de más intensidad me afectan y crean cierta parálisis
que me impide avanzar y más aún me detienen en estériles apreciaciones
sobre todo en lo tocante a lo afectivo que me lleva más tiempo armonizarlo,
equilibrarlo, el ego buscador de su propio interés siempre está girando en
torno de sí, ordenando todo a un amor exagerado donde los demás ocupan
el segundo lugar.
Esto genera en mi interior dolor, confusión, un sufrimiento que me alerta
de mi alejamiento con mi modelo de conducta, las imágenes de copresencia
y colectoras, testigos de mis propósitos, luchas, esfuerzos me vienen a
recordar la importancia de volverme, convertirme a esa intención, a ese
amor primero. Debo procurar tener, ahorrar energía, ser consciente, atenta,
coherente, esto es, estar conectada con la fuente divina, sin esa corriente de
luz ¿cómo podría darle verdadero sentido a mi vida? Es el abandono
confiado a su acción, a su voluntad, mi total dependencia responsable a su
amor lo que me conduce a la paz y a su plan salvífico sobre mí. Es dejar de
batallar contra el pasado, presente y futuro, para vivir la entrega generosa y
simple del instante presente. Pero solo la verdad me hará libre, me dará la
luz del conocimiento de los automatismos que han oscurecido y me han
alejado de lo que verdaderamente soy.
Al parecer en algunas páginas del curso no clickamos en la opción de permitir comentarios. Corregimos ya esa opción y agregamos ahora este resumen aportado por una participante de vida consagrada. Un saludo fraterno a todos.