La paz del corazón
La ciudad estaba bulliciosa, como casi siempre. Llegué a su casa cerca de las seis de la tarde el día antes del retiro. Me convidó café y masitas. Al rato llegó Pedro. Charlamos lindo los tres junto al hogar, en el estudio vidriado pero hermético. Me sentía dentro de una ermita urbana, recluido y protegido en medio del caos.
He apelado a la memoria y a breves notas para transmitirles aunque sea lo esencial de lo hablado. Sin distinguir quién dice una cosa o la otra. Creo que eso puede llevar la atención a lo hablado prescindiendo del autor específico y los condicionamientos que de eso resultarían.
En este diálogo creo que se hallan ciertas claves y que puede servir para lo cotidiano; más aún en estos momentos difíciles, cuando ya no se sabe que rumbo tomará la sociedad humana.
Diálogo:
– Todas las religiones me parecen muy valiosas. Esto me hace acordar a una frase de un cuento; “un río va adoptando diferentes nombres, utilidades y significación, según el país por el que pase, pero es el mismo río en realidad” o algo así.
– Está buena.
– Si. Cada sistema de búsqueda de la sensación de lo divino, al final creo que eso es cada religión, se adapta a diferentes necesidades. Y hoy en día, también están más mezcladas y menos organizadas, porque así están las personas. Se viaja mucho, se migra mucho y eso ha pasado también con las creencias y los rituales.
– Si, es muy interesante lo que está pasando.
– El cristianismo, mi religión de nacimiento, es muy admirable pese a cualquier desfiguración que después haya sufrido. Es la única religión que conozco que tiene como símbolo principal a la muerte, a la figura de un ser humano muerto o según qué lado de la fe se mire, a su Dios vencido, muerto también.
– Bueno, pero después resucita, triunfa.
– Claro, pero el símbolo no es el triunfo, sino el fracaso, la muerte, la derrota frente a los enemigos, la coherencia mas allá de la conveniencia. Cristo no era un pragmático, sino un ejemplo de absoluta coherencia. El que decía que había que poner la otra mejilla se deja matar aún teniendo la capacidad de evitarlo.
– Sí. es un jeroglífico para mí, desentrañar lo histórico acontecido, lo significativo, lo verdadero de lo falso, lo que se quiso decir, como se lo ha traducido… ¿Qué se yo?
– Lo que tienes que atender, me parece a mí, no es la precisión histórica, sino lo que produce en el fiel creyente, de que sirve en la evolución humana y si facilita o no en lo personal el contacto con lo sagrado. O, por lo menos, con la sensación de lo sagrado, sin entrar a discutir lo sagrado en sí mismo.
– Pero buenas macanas se han mandado también en nombre de Cristo.
– No, estamos hablando de una religión que nació, el sistema de creencias que generó y lo que esto fue produciendo. La violencia y la eliminación violenta del que se opone a los propios fines, no deriva del sistema de creencias cristiano sino que viene de antes, de mucho antes, derivado de un modo primitivo que tenemos de funcionar, casi reflejo, automático; mas o menos que lo que no podemos integrar, lo que no podemos aceptar dentro de nuestra realidad, lo eliminamos, lo matamos. Creemos que de ese modo lo que nos molesta desaparece; pero no es así.
– A ver, explicame mas que no me cierra.
– Claro. Suponte que soy un difusor de la enseñanza de Cristo. Alguien anda en mi pueblo diciendo que Cristo no existió o que su enseñanza no sirve. Ese sujeto que anda diciendo eso me molesta, porque refleja mis propias dudas. Entonces lo mato, creyendo que así se va a apaciguar la duda en mí. Por cierto que esto se hace sin esta conciencia interior. Si el creyente cree en Cristo y lo que enseñó , con fe firme, la presencia de un detractor no le hace mella, en todo caso acrecentaría su acción difusora del evangelio, rezaría mas frecuentemente, no genera una inquisición. Los inquisidores por caso, eran enamorados del poder, de su status quo, ni profundizaron lo que decía Cristo.
– Comprendo tu punto de vista, pero no me convence del todo.
– ¡Entonces te mataré! ja, ja.
– ¡No se pueden creer las cosas que pasan!
– Pero volviendo al tema; el cristianismo pone de frente al tema de la muerte y afirma la existencia de la trascendencia, de que se puede superar. Establece al amor como la llave que abre todas las puertas, amor a Dios, a los demás como a uno mismo, a los enemigos. También dice que no hay que desvelarse por lo terrenal, que eso está dispensado por la providencia, sino que hay que trabajar por lo celestial, para liberarse de lo de aquí y conquistar el más allá. Y pone un modelo de conducta que es JesuCristo, modelo arquetípico a imitar. ¿Lo ves? Si abstraes las contingencias, es una hermosa religión.
– Pero lo ves muy parcial.
– Es lo que a mí me hace seguir sintiendo admiración por esa forma.
– Y ¿Qué haces con lo que vino después?
– Todo muy bien, el río fluye y va llegando a distintos campos. Sin Lutero el mensaje de Cristo no se hubiera difundido por ciertas regiones. Y cada nueva división adapta las cosas y por esa adaptación, fluye hacia otra gente que no hubiera aceptado la versión original. La verdad es una y no es cristiana ni nada. Esta verdad va regándose de distinta manera. Imaginate la contribución cristiana en el campo de lo solidario, de la compasión. Fijate la aportación budista en cuanto a la comprensión de lo sicológico, del mecanismo del sufrimiento y del deseo. Extraordinaria la cuestión hindú con la meditación y con el yoga y la necesidad de lo ascético. Los sufíes o el islam con el tema de la sumisión a Dios y la normativa que une lo religioso con todas las áreas posibles de la vida…es genial, me parece magistral como se van formando cosas para cada tipo de persona y situación.
– Si, la verdad que planteado así, es distinto el tema.
– Extraordinarios me parecen los sufíes con eso de la Faná que vendría a ser la aniquilación total de la personalidad en Dios.
– Bueno, ellos siempre estuvieron un poco en los bordes de la ortodoxia, siempre vistos como excéntricos por la jerarquía institucional; quizás tenga que ver con la sumisión al maestro, al sheik de cada cual…que rivalice con la autoridad del califa o el ayatollah…
– Tal vez hayan influido algo sus técnicas sicofísicas de entrenamiento del ser; cada orden con su método, parecen cobijados en el Islam pero haciendo la suya.
– ¡Son formidables! Todo un sistema de enseñanza transmitido oralmente y con cuentos y leyendas bellísimos.
– Bueno, el asunto, dicen ellos; no es lo que el cuento dice sino lo que provoca en el lector. Algo así como una modificación interior no perceptible inmediatamente.
– Ja, Ja, ¡el antecedente de los subliminal!
– No, es que parece que estas leyendas breves te mueven resortes del alma, engranajes de la mente y vos con eso irías cambiando.
– Algunas de sus danzas, si te enseñan a leerlas, muestran el funcionamiento del universo, algo así como la sinfonía de las esferas.
– Vivían en una humildad profunda y se dice que existen todavía grupos que la mantienen. ¿Vos sabés, que humildad viene de humus, que significa fértil? Esta condición de humilde ellos la llevaban al extremo, viviendo descalzos y comiendo lo mínimo, durmiendo en el piso…
– Es una cosa pariente o vinculada con toda una tendencia ascética que se manifestó en el Sinaí y en el desierto de Scete, con estos monjes cristianos del desierto; que vivían en cuevas, comiendo lo que hallaban, en total desamparo humano, entregados a su fe en la providencia divina…pese a los rigores vivían en total iluminación y gozo y hasta eran longevos.
– Si, toda una controversia con eso. Aunque lo más probable es que tanto los monjes anacoretas cristianos como los sufíes hayan tenido influencia desde la India, con los eremitas y mendicantes, que hace como cinco mil años ya practicaban los rigores ascético místicos. Se cree, que se apoyaban en antiguos escritos, como los Vedas.
– Sí, hay toda una cosa en común con esto de la prescindencia de lo superfluo, la tiene Buda que lo promueve también y luego JesuCristo que parece haber sido capacitado por los Esenios…
– ¡Ah! formidables, me encantan ellos, tan organizados y parcos. Admiro esa imagen de las túnicas blancas entonando himnos al sol del crepúsculo, en pleno desierto yermo, separados los sexos por una pared alta pero sin techo, para poder cantar en comunión.
– Bueno, se dice que esos tipos aprendieron en antiguo Egipto, que mamaron en la “prisca religio” o primera religión y que Moisés habría sido un alumno aventajado de esa escuela espiritual. Parece que luego dispersaban a los mas capacitados en distintos puntos y épocas, como parte de un plan mayor…
– Claro, como si fueran proyectos y cuestiones a largo plazo. Si, conozco esa hipótesis.
– Pero existe un buen número de historiadores, que hacen nacer todo, incluso a los sabios del antiguo Egipto, de los indoeuropeos. Es decir, que los colonizadores de la India, estos indoeuropeos, creadores del sánscrito habrían fecundado todas estas regiones con su particular sabiduría evolutiva.
– Para mi esta es la más confiable, por más sabio que haya sido Akenatón; creo que era él un venido de allá o un iniciado de estos indos tan polifacéticos. Incluso dicen los que saben, que ellos habrían creado las castas como un modo de organización social estratificado y de distribución inteligente de las funciones.
– Parecen ser la raíz de todas las lenguas importantes. Es lo que más me maravilla. No solo que sean el origen de la vía iluminativa mediante ascética prescindente de secundariedades, sino que hayan sido formadores del lenguaje. ¡Es increíble!, vos fíjate que encontrás raíces comunes en las palabras de todas estas lenguas regionales y de las lenguas europeas actuales.
– Si, cuando reviso etimologías me quedo de una pieza, por la coherencia profunda del lenguaje. Es como si el idioma fuera un manual de profundidad esotérica, donde se revelan a quién se toma la molestia de investigar, los secretos del mundo.
– Si, mucha esencialidad queda a la vista si te fijas en el significado de las palabras.
– A mi modo de ver, más que una escuela ascética, estos señores vienen a ser fundadores de lo humano; constructores de la especie propiamente. Date cuenta que crear el lenguaje es crear el pensamiento. Esos tipos nos hicieron la forma de la mente, crearon los conceptos con los que organizamos posteriormente la experiencia…son de otro mundo, de otro plano, no sé, pero es monumental lo que han hecho.
– Lenguaje y pensamiento son lo mismo.
– Y más o menos.
– Volviendo un poco… del laboratorio místico gnóstico evolutivo de los esenios sale el cristianismo, como una forma de hacer progresar al judaísmo. Divergencia planificada.
– Parece que sí. La división es en realidad un modo de reproducción, igual que la división celular, hacemos lo que somos, externalizamos la conformación interna.
– En el Judaísmo, todo un sistema inteligente de evolucionar pueblos es alimentado por un compacto grupo de kabalistas antiguos, predecesores lejanos de los Pitagóricos… tenían un método de comprensión de lo real; eso es la kábala. Una forma de ordenar la experiencia de la existencia.
– Fueron ellos los que hacían el maná que permitió al pueblo hebreo vivir en el desierto, una especie de concentrado vitamínico.
– Son los que arman los mandamientos como constitución básica para ordenar un poco la cosa que era un caos total.
– Si, lo charlamos una vez con Lorenzo, eso de que prescriben no fornicar por un tema de salubridad debido al problema que tenían con las venéreas…
– Como mentes estratégicas intentando ayudar a los asnos.
– Por eso te decía el otro día, que detrás de cada gran cisma religioso ha habido un aumento intencional de la superficie de contacto; aumentas el público para tu producto al diversificar la oferta.
– Claro, tenemos la versión light, la fortificada etc.
– Exacto.
– Hoy hay muchos más creyentes en Cristo y su mensaje que si esta religión nunca se hubiera dividido. Lutero, Zwinglio, Calvino, todos ayudan a difundir el mensaje básico.
– ¿Vos decís que hasta Mahoma fue un fundador planificado?
– No lo sé, pero lo parece. Posiblemente una mejora del cristianismo en esa época y lugar. Fíjate, hoy en día los musulmanes rezan cinco veces al día y masivamente. Los cristianos, una vez a la semana, con menos fervor y en menor número.
– Si pero nos fuimos de tema.
– Creo más bien que entramos en el tema.
– Lo que pasa que yo quería preguntarte como veías el tema del fundamento de lo ascético, de ese ir prescindiendo, dejando todo de lado, que parecen haber practicado todos los grupos con conocimiento. Sócrates, Pitágoras, los discípulos de Akenatón, los tibetanos, los brahmanes, los monjes sirios mas extremos…
– Si tuvieras que formular la pregunta, sintéticamente, ¿como la harías?
– Te diría…¿cómo iluminarse? Te preguntaría. Porque todas las ascesis y metodologías son para eso ¿no? Como para fincar en un estado interno que te permita darte cuenta como son las cosas. Porque es como si estuviéramos en la ilusión y hubiera que despejarla, liberarse.
– Bueno, el retiro está apuntando precisamente a eso, pero a ver: El cuerpo tiene sus intereses, porque es un hardware con cierto software instalado, cierto sistema operativo que lo hace funcionar en un sentido…
– ¿O sea?
– El cuerpo quiere sobrevivir y reproducirse, nada más. Tiene un programa residente que sirve a eso, que esta como subsidiario, en la RAM, que le indica que esto de reproducirse y sobrevivir lo haga con el menor esfuerzo posible, con el menor gasto de energía. Es como un chip de aprendizaje. Es la clave de la evolución de la especie. Esto de ir gastando cada vez menos a fin de usar el sobrante de energía para otra cosa.
– Si, entiendo.
– La mente, un delicado hardware con software desarrollado de a poco y todavía en versión beta, es sobre todo un intento del cuerpo de optimizar todo el asunto. Se trata de usar acumulación de información, memoria, anticipación de reacciones, clasificación, categorización de vivencias. Imaginá que a tu PC le creciera una placa aceleradora, se le agregara RAM…la mente es un reflejo virtual del funcionamiento orgánico y a la vez una función mejorada. Es como lo que ves en el monitor. En ningún lado de tu computadora hay carpetitas e iconos y fotos…hay impulsos eléctricos que se discontinúan y según esas discontinuidades son leídas por el procesador, te va presentando las cosas de modo gráfico, ordenadamente y vos podés operar mejor las cosas. Acordáte cuando el D.O.S, había que poner delete all o delete *.*.
Ahora agarras el documento y lo llevas a la papelera. Pero es lo mismo que el delete antiguo solo que virtualmente más operativo, funcionalizado.
– Sí, claro.
– Bueno, todo el problema del despertar y de la iluminación, es darse cuenta que uno no es el cuerpo y que no es la mente. Uno no es la CPU y tampoco lo que se ve en el monitor.
– O sea…
– Espera, sin apuro, entiende bien la cosa. Hay un físico y un físico virtual. La mente deriva, se asienta en lo físico. Sin cerebro no hay mente, pero vos no sos ni lo uno ni lo otro. Y esto, cuando lo explicas, enseguida te dicen…sí, sí, claro…pero no es tan sencillo. La mayoría de las personas vive identificada con el cuerpo o con la mente. Cuando se dice “quiero comer” es el cuerpo que quiere. No uno mismo. Cuando se dice “quiero entender” es la mente que quiere, no uno mismo.
– Lo que pasa es que si no soy eso, no me encuentro, no tengo sensación que no sea mental o física.
– Ahí está el tema, sentir lo que uno es. Ser. ¿Quién soy? Cuando preguntas quién, es una abstracción de lo mental, estas en la misma situación. Hay un modo de estar que se puede vivenciar, una manera de mirar te diría.
– ¿Dices que soy el operador de la computadora? ¿No soy el hardware ni el software sino el que esta tecleando sentado?
– ¡En absoluto! ¡De ninguna manera! Fíjate que no manejas tu cuerpo y que al divagar de continuo, no manejas tu mente.
– Bueno, pero vendría a ser un operador de PC medio dormido o vago. Pese a todo, en alguna ocasión, organizo el pensar y a veces, le hago hacer cosas al cuerpo, coordinadas, como cuando juego tenis por ejemplo.
– ¡No eres el operador!, aún cuando organices pensamientos o coordines movimientos.
– Entonces…
– Es despacio que te vas a avivar y no con ansiedad. A lo que vos le llamas el operador, es otra virtualidad, lo que sería la noción del yo…ilusoria. Es como si la PC dijera: “Soy una PC”. No hay nada de eso. Hay unas latas, unos cables, componentes ensamblados, silicio, lo de “PC” es un armado mental, no hay tal cosa. El yo tan famoso, es lo mismo. Ensamble de funciones y componentes, tejidos diversos; pero no hay entidad real.
– ¿Y entonces…?
– Es un poco largo el tema.
– Yo tengo tiempo.
– Ahí tenés, el tiempo. ¡Otra ilusión! No hay nada que sea el tiempo. Es el modo en que vivenciamos el proceso de existir mientras nos identificamos con el cuerpo-mente. El tiempo es el movimiento de la mente. Cuando la mente se aquieta se produce una experiencia diferente, que no involucra la sensación de transcurrir el tiempo. O cambia notablemente esa sensación. En situaciones determinadas, puedes vivir una hora en dos minutos. Percibes de otro modo.
– Lo comprendo pero no lo he vivido.
– Claro, es que no es cosa sencilla tener esa experiencia, debido a que la mente traduce los movimientos orgánicos en imágenes y pensamientos y recuerdos. Segrega una sustancia tal glándula y se te aparece una imagen correspondiente al nivel cortical de la sustancia. Pero no la asocias con eso, no te das cuenta.
– Ajá. O sea que a cada movimiento del cuerpo le corresponden movimientos mentales.
– Así es. Estamos inmersos en un medio, los sentidos reciben información y eso mueve acciones de la mente, porque es traductora y transformadora de impulsos. Por lo cual, mientras tenga vida el cuerpo, la mente se moverá haciendo alguna correlación entre ambos. No se puede realmente aquietar la mente; puede uno apartarse de ese ruido, alejarse uno del movimiento de la mente. Porque y te lo recuerdo “Benito”, uno no es la mente y menos aún sus movimientos. Si no puedes calmar la gente, que hace ruido en tu casa, vete de la casa.
– ¡Ja!, ¿cómo hacer semejante cosa?
– Bueno, ahí enganchamos con el tema de la ascesis y con el tema de algo que tienen en común muchos grupos históricos de esos que hablábamos recién. Esenios, cabalistas, monjes cristianos del desierto, sufíes, anacoretas hindúes, budistas de la primera hora, discípulos de Akenatón, pitagóricos… tibetanos, chamanes de Siberia, todos tienen algo en común. Todos tienen una vía ascética, con diferencias importantes, pero ascesis al fin y todos tienen una forma de aquietar la mente y conectarse con la sensación de una presencia mayor, divina te diría, mediante oración continua o ciertas técnicas precisas.
– La oración continua.
– Un camino, un método que favorece la quietud de la mente. El dikr, la oración de Jesús, el mantra tal o cual, la salmodia ininterrumpida… es un recurso que favorece la permanencia del sujeto en el tema sagrado, facilita el permanecer ajeno y desapegado del constante ir y venir de lo cotidiano físico y mental. Es un canalizar la energía, polarizándola. Entonces para facilitar eso está la ascesis: comer con moderación, apartarse de la sensualidad que encadena a los sentidos y que genera dependencia; no complacer demasiado el cuerpo para no distraerse, pocas comodidades. Sino después, el cuerpo te anda reclamando lo que se le hizo costumbre. Lo que si te reconozco, que todo esto se aplicó muchas veces represivamente y entonces se generó lo opuesto, el efecto contrario. Mas deseo, mas distracción y hasta perversión. Tener moderado el cuerpo facilita la oración continua, no pesa tanto la carne. Pero eso debe surgir de un muy fuerte y arraigado deseo de alcanzar un bien mayor y no por conciencia pecaminosa. Sino después viene el rebote. Vuelves a lo anterior pero con más fuerza.
– Está bien. Ascesis corporal y ascesis mental con la oración. Algo así como comer poco y pensar poco… ¿y después qué?
– Con la práctica sincera y con la acumulación de experiencia en el tema, algunos pocos podían despertarse a lo que ellos eran en realidad, que no es un cuerpo ni una mente.
– ¿Cómo es eso?
– Deberás vivirlo.
– Dame una pista para calmar la ansiedad, un hueso para el perro.
– Puede ser, aunque será un hueso flaco. Uno repite la oración y la repite y no afloja, aunque se canse; se camina, se sienta, lo que sea. Pero la sigue repitiendo y uno empieza a vivir montado en la oración. Un día, yo me di cuenta, que si bien adhería a lo que mi oración decía, al significado de la frase, ya no me importaba. Importaba el acto, la acción lanzada en cada jaculatoria.
– Mmmhh… ¿no importaba lo que decías?
– Bueno, sí, era importante para mí, pero yo en ningún momento he creído que algún Dios pudiera necesitar mi oración para brindarme algo, o que fuera a ser escuchado; para eso haría falta que existiera el tiempo y que los Dioses estuvieran inmersos en el devenir. Lo divino se me ha aparecido siempre como omnisciente y omnipotente comparándolo con nuestro nivel de existencia y por lo tanto ajeno a manipulación. ¿Cómo podría la criatura manipular al Creador?
– Si.
– El punto para mi estaba en lo que sentía mientras oraba. En la forma que adoptaba mi ser por decirlo de cierto modo. Y, esta forma me parecía, guardaba mayor correspondencia con la naturaleza del cosmos y con su esencia.
– ¿Cómo era esa forma que adoptaba tu ser? Y ¿Cuál es ese ser que adoptaba formas entonces?
– …Es una cierta forma de humildad, un ubicarse más objetivamente, un vivir desde la perspectiva cósmica, te diría. Permanecer en la conciencia de la propia y profunda nadidad, pequeñez y dependencia. Un estarse sin huir en la propia ignorancia e incertidumbre.
– Sí, creo que comprendo.
– Un estarse en esa situación y no solo darse cuenta con el intelecto de que uno es muy pequeño ante la inmensurable vastedad del universo; un sentir esa profunda no elección de nada, esa absolutísima dependencia. La total incerteza de lo por venir y de las verdaderas leyes que todo lo rigen. Ese ignorarlo todo, es un cierto clima, una ubicación mental que favorece la aparición de lo otro, de lo que uno busca.
– Es medio parecido a lo de “la docta ignorancia” de Nicolás de Cusa.
– Puede ser, como no. Desde ese lugar se puede orar. Fue allí, en esa situación, donde descubrí lo que podría llamar mi ser o esa esencia que soy y que no es mi cuerpo ni mi mente, aunque se exprese imperfectamente a su través.
– Yo se que debe ser complicado de expresar, pero que me podrías decir sobre ese ser, cual es su naturaleza, no sé…algo más.
– … Ese ser es el que ora, es como el acto que se lanza…pero está detrás de la oración y detrás del acto de orar… te diría que su naturaleza es carencia y su libertad, gemido. Es una incompletitud consciente, que si permanece consciente, se completa.
– Muy buena charla… me sirve. Yo les agradezco mucho.
– En todo caso perdimos un poco de tiempo…que de todos modos no existe.
– ¿Me aconsejarías algo, por lo que has podido ver de mí, algo que te parezca me serviría?
– Recordar con frecuencia que uno está habitando una mota de polvo pequeñita, en una galaxia con cien mil millones de estrellas, en un universo de miles de millones de cúmulos de galaxias, entre incontables universos posibles coexistentes…recordar que además, el cuerpo y la mente están por morir, en cualquier momento; que lo único con sentido es tratar de indagar la posibilidad de ese Sí mismo no perecedero, del que hemos hablado en alguna ocasión. Ese “soy el que soy” que se menciona en la historia. Fíjate como es la forma que adopta en vos. Esa indagación no debe ser letrada, debe ser consciente de que no sabemos nada y de que no hay nada más que tenga importancia.
Los dejé solos. Supuse que tendrían de que hablar. Me fui calmo. Ya de noche. La avenida tenía abundante tráfico pero era como si no me llegara, como si los ruidos rebotaran.
Un clima de esperanza me embargó, incluso me dura todavía. Es como la sospecha de un propósito detrás de los sucesos incomprensibles. Creo hoy más que ayer, que no estamos solos y que hay un significado en la vida. Quizás radique allí esta cierta serenidad que siento entre tanto horror actual y por venir.
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