El recuerdo incesante de Dios

«El recuerdo de Dios es algo que Dios mismo injerta en el alma. Pero el alma debe también obligarse a perseverar. Penad, haced todo lo que podáis para llegar al recuerdo incesante de Dios. Y Dios, viendo el fervor de vuestro deseo, os dará esa memoria constante.

¿Queréis entrar lo más rápido posible en ese Paraíso? Enton­ces, he aquí lo que debéis hacer. Cuando oréis, no terminéis vuestra oración sin haber despertado en vosotros un sentimiento hacia Dios: adoración, devoción, acción de gracias, alabanzas, humildad y contrición, esperanza y confianza. Cuando, después de la oración, os pongáis a leer, no terminéis vuestra lectura sin haber sentido en vuestro corazón la verdad de lo que habéis leído. Esos dos sentimientos, uno inspirado por la oración, el otro por la lectura, se darán calor mutuamente; y si veláis sobre vosotros mismos, os mantendrán bajo su influencia durante toda la jornada.

He aquí un signo en el que reconoceréis que esta obra radian­te ha comenzado en vosotros: sentiréis un cierto sentimiento de amor cálido hacia el Señor. Si hacéis todo lo que os ha sido indicado, ese sentimiento aparecerá cada vez más a menudo y, a su tiempo, llegará a ser continuo. Ese sentimiento es dulce y beatífico y, desde su primera manifestación, nos incita a desear­lo y buscarlo, por temor a que abandone el corazón, pues en él se encuentra el Paraíso».

«Arte de la oración» – Teófano el Recluso – Ed. Lumen

 

5 Comments on “El recuerdo incesante de Dios

  1. Conocí a un humilde y sencillo Hermanito franciscano que al preguntarle cómo mantenía constantemente la presencia de Dios,me dio esta sencilla pero profunda respuesta:¨Cada acto que hago lo convierto en un acto de amor de Dios¨(en aquel momento estaba barriendo y me decía:¨cada golpe de escoba es un acto de amor de Dios¨).Es de una sencillez enorme,pero de una profundidad pasmosa.!Que grande es no perder nunca la presencia de Dios!

  2. Jesús, sabes mucho mejor que yo mi ardiente deseo de ser tu discípula en todo momento de mi vida, que cada instante esté centrado en ti. Te pido Jesús del alma mía: saca de mi corazón la tristeza de las pérdidas –muerte de mis seres queridos, la soledad, la fragilidad– fortaleciendo en mí la certeza de que me acompañas, de que estás en mí y yo en ti. Eres mi amor Jesús, invade mi ser, poséelo totalmente, como lo supe, lo sentí esta mañana cuando entré en la capilla del hospital, cuando comí tu cuerpo y tomé tu sangre. Transfórmame en mi, sáname.

  3. Muy buena la entrada. Gracias hermanos por compartir. El Señor nos conceda ese recuerdo incesante de El y nosotros pogamos los medios para ello.
    Un abrazo invocando el santo Nombre de Jesús

  4. Desear y buscar a Dios es el verdadero premio; eso es lo que siento hoy en el alma. Y el temor de perder este estado es lo que más me hace desearlo. Qué cierto es ésto!! Dios nos bendiga y acompañe siempre.

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